República de Moldova – “Antes de la guerra, Eva era una jovencita feliz y tranquila, estudiante del primer grado, a la que le encantaba ir a la escuela, practicar taekwondo y dibujar”, recuerda Olga. Con la firme determinación de que su hija tuviera una infancia estable y llena de alegría, Olga hizo todo lo que estaba a su alcance para ayudar a que Eva avanzara.
Todo eso cambió cuando las fuerzas rusas entraron a su ciudad natal Kharkiv, en la zona noreste de Ucrania. Mientras la guerra se intensificaba a principios de 2022, las explosiones ensordecedoras se convirtieron en la banda sonora de sus vidas e inmediatamente después la pequeña Eva desarrolló un tartamudeo por haber estado viviendo con miedo todo el tiempo. Fue en ese momento que Olga se dio cuenta de que había llegado el momento de irse de la casa a la búsqueda de seguridad.
Junto a su madre anciana empacaron lo que pudieron y manejaron a través de Ucrania, deteniéndose en Moldova.
“No pensé en Moldova como un destino final, simplemente conduje en esa dirección, lo más rápido posible, para poder alejarnos de los bombardeos”, explica Olga. “Nunca imaginé que mi viejo coche podría recorrer tantos kilómetros”, agrega con una sonrisa.
Exhaustas por haber conducido por tanto tiempo, decidieron parar en Donduseni, una ciudad de más de 7.000 habitantes en la zona norte de Moldova, cerca de la frontera con Ucrania. Los primeros días fueron complicados, pero el gobierno local y las personas de la comunidad se presentaron con gran rapidez y les ofrecieron su apoyo. Olga recuerda conmovida que “siempre la gente de Moldova estuvo dispuesta a compartir con nosotros su último pedazo de pan”.
Lo que alivió aún más a Olga fue que encontró un trabajo en un Centro de Alojamiento para Refugiados, el cual le permitió obtener un ingreso para sostener a su familia. Luego dirigió su atención a la tarea de ayudar a su hija, Eva, para que pudiera integrarse a la comunidad y para que pudiera conocer a otros niños y niñas que estuvieran atravesando una situación similar. Olga se enteró de las actividades que se organizaban en la Biblioteca Municipal de Ion Druta, un santuario para menores que con frecuencia era la sede de eventos que brindaban alivio a los jóvenes recién llegados. Al día siguiente, ambas fueron a conocerlo, y desde ese momento la biblioteca se convirtió en una parte integral de sus vidas.
Establecida en 1972, la biblioteca de Donduseni ha sido por mucho tiempo un centro social para actividades culturales dirigidas tanto a los niños y niñas de Moldova como a los migrantes. En 2022 fue rebautizada con el nombre de “Ion Druta” para homenajear al famoso poeta de Moldova que había fallecido el año anterior. A pesar de la urgente necesidad de renovaciones, la biblioteca es el corazón palpitante de la ciudad; un espacio seguro para reunirse, ofrecer actividades inter culturales, y brindar una fuente de contemplación tanto para las personas jóvenes como para las mayores, mientras van descubriendo la amplia gama de libros desparramada en los polvorientos estantes.
Para Olga, la biblioteca ha sido un lugar de respiro para su hija; la ha aliviado ver cómo Eva pasa tiempo con sus nuevos amigos y la rapidez con la que aprende rumano. Después de haberse ido de Ucrania hace más de dos años, la familia finalmente siente que ha podido dar vuelta la página y empezar de nuevo en Moldova. Su vida se parece cada vez más a la vida que alguna vez tuvieron en Kharkiv.
“El objetivo de cada biblioteca es incentivar a los niños y niñas a que sigan con su viaje de aprendizaje a medida que crecen”, dice Olga. Como madre, la educación de Eva sigue siendo prioritaria, por más que la familia deba enfrentar un futuro lleno de incertidumbre.
Desde 2022, aproximadamente 1,9 millones de ucranianos han transitado por Moldova, si bien muchos han regresado. De los casi 128.000 que siguen estando en Moldova, cerca de 70,000 han recibido protección temporal, la mayor parte de ellos mujeres y menores.
En 2023, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) llevó adelante una evaluación técnica de la biblioteca Ion Druta como parte de una iniciativa mayor que apoya la inclusión de los migrantes en Moldova. En ese momento se hicieron renovaciones que costaron 125.000 dólares EE.UU. Esto incluyó la provisión de aislamiento térmico y renovaciones a las paredes externas y al cielorraso, reemplazo de las ventanas dañadas y reparaciones internas.
“Gracias a este apoyo que ha implicado una cuerda salvavidas para nuestra amada biblioteca, ahora puedo decir con orgullo que se ha convertido en una de las bibliotecas más populares del distrito”, dijo Oxana Caramîș, Directora de la Biblioteca Ion Druta.
Tras estas vitales renovaciones la biblioteca ahora organiza regularmente talleres y actividades para la promoción de la cohesión social entre las familias migrantes y las de Moldova – incluso durante los duros meses de invierno. Se ha convertido en un fanal de esperanza para la comunidad, organizando danzas, elaboración de panqueques tradicionales y celebraciones de Año Nuevo, incentivando a los niños y niñas a que socialicen y se conozcan.
Cada mes la biblioteca recibe a más de 350 menores ucranianos y a 440 de Moldova. Olga y Eva ya no son más visitantes ocasionales, sino que ahora se han convertido en una parte integrante del tejido social de la biblioteca.
Olga comparte sus tradiciones culturales más apreciadas de Ucrania con sus amistades de Moldova, presentándoles al poeta ucraniano Taras Shevchenko. Al mismo tiempo aprende acerca de algunos de los más grandes poetas de Moldova como por ejemplo Grigorii Vieru.
En cuanto a Eva, está nuevamente progresando. Habla rumano mucho mejor que su madre – admite Olga con orgullo – y los días de la tartamudez provocada por el trauma de la guerra son ahora un recuerdo distante.
Desde 2022 la OIM ha renovado más de 35 instalaciones públicas en la República de Moldova, como parte de una iniciativa mayor para promover la inclusión de migrantes y refugiados mientras simultáneamente se brinda apoyo al desarrollo del país. 163 negocios manejados por migrantes, refugiados y ciudadanos de Moldova también accedieron a subsidios para mejorar y expandir sus actividades, creando 259 puestos de trabajo. La OIM sigue revitalizando espacios comunitarios y mejorando el acceso a servicios sociales cruciales para el beneficio de todos.
Esta historia fue escrita por la Unidad de Prensa de la OIM Moldova, Riccardo Severi, Ana Gnip-Balan, y Olga Derejovschi, y editada por Amber Christino.