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De testigo a trabajador humanitario: aportando esperanza y agua potable

Haití – El viaje de Jean-Christophe hacia el trabajo humanitario empezó con el devastador terremoto de 2010 en su país de origen, Haití. Ese año, siendo muy joven, se acababa de graduar en química y biología y fue testigo de primera mano del sufrimiento de miles de personas que lo habían perdido todo. Sintiéndose obligado a actuar, movilizó a jóvenes locales para apoyar a los afectados, formando comités comunitarios para brindar ayuda. Su compromiso se profundizó cuando el cólera, enfermedad nueva en Haití, comenzó a diseminarse con rapidez a finales de 2010. 

En el lapso de un año se unió a una organización internacional como agente humanitario en terreno, trabajando incansablemente para proteger a las comunidades, prevenir brotes de enfermedades, y proveer asistencia vital. Lo que empezó como un instinto de ayudar se convirtió en una misión de por vida.  

A lo largo de los años el sentido de urgencia de Jean-Christophe se profundizó. Haití siguió enfrentando desafíos abrumadores, soportó desastres reiterados, inestabilidad económica e inseguridad en aumento. Luego en 2023, la violencia cada vez mayor entre grupos armados, generó otra catástrofe humanitaria. Las familias fueron forzadas a abandonar sus hogares, buscando seguridad en sitios de desplazamiento en los que las condiciones eran extremas. Los desafíos de 2010 volvieron rápidamente solo que en esta ocasión la escala del desplazamiento fue mucho mayor y los peligros mucho más severos.  

A principios de 2025, el desplazamiento en Haití había alcanzado niveles récord, sobrepasando el millón de personas. Esto significó que la cifra se triplicó en el transcurso de un año. La gran mayoría de los haitianos desplazados procuraron refugio en comunidades de acogida que ya estaban sobrecargadas, mientras que otros tuvieron que soportar duras condiciones en sitios temporales de desplazamiento que no contaban con agua potable, servicios de saneamiento y protección.

Jean-Christophe se unió a la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) hace dos años en calidad de experto en agua, saneamiento e higiene, valiéndose de su rol de proveedor de asistencia vital a las familias desplazadas.  Por momentos, el peso de tanto sufrimiento hizo que se preguntara si su trabajo era suficiente. Él había visto familias que lo perdían todo del día a la noche, enfermedades que no paraban de propagarse por no contar con agua potable y niños que seguían creciendo y que lo único que habían conocido en sus vidas era la situación de desplazamiento. Pero cada vez que la desesperación quería filtrarse recordaba la gratitud en los ojos de las personas que había ayudado – la madre que ya no tenía que arriesgar su vida acarreando agua, el niño o la niña que ahora podía jugar sin miedo. Estos momentos le recordaban a él que incluso las acciones más pequeñas tienen el poder de restaurar la dignidad y la esperanza.  

Un momento especial vino a reforzar esta misión. En un sitio de desplazamiento en 2024, Jean-Christophe se reunió con una mujer que había sobrevivido a un nivel horroroso de violencia. Ella había visto cómo su esposo era quemado vivo antes de ser forzada a irse junto a sus hijos. A pesar del trauma, su principal preocupación no era ella misma – sólo quería asegurarse de que sus hijos estuvieran seguros, que tuvieran algo para comer y acceso a agua potable. Su fortaleza fue un recordatorio de por qué cada intervención, sin importar lo pequeña que sea, realmente marca una diferencia.  

De a poco, Jean-Christophe ha podido transformar el peso de estos encuentros en acciones significativas, garantizando que su trabajo traiga un alivio tangible a todas las personas con necesidades. Las emociones nunca se van del todo, pero sirven para mantener firme su nivel de determinación. 

Los desafíos de Haití siguen siendo inmensos, pero también lo es la voluntad de superarlos. Para Jean-Christophe el trabajo humanitario va mucho más que la respuesta a la crisis, tiene que ver con restaurar la dignidad, una familia a la vez. Tiene que ver con probar que incluso en el momento más oscuro, la esperanza no se ha perdido. Y lo más importante de todo, tiene que ver con mostrarle al mundo que con compasión y compromiso el cambio siempre es posible.

El apoyo del Fondo Central de Respuesta a Emergencias de Naciones Unidas sigue siendo crucial para poder sostener estos esfuerzos. Organizaciones como la OIM pueden seguir brindando asistencia esencial solamente gracias a la generosidad de quienes creen en un futuro mejor para Haití y la región. Cada contribución marca una diferencia y garantiza que las familias forzadas a huir puedan acceder a agua potable, saneamiento y a la dignidad que se merecen.

SDG 6 - AGUA LIMPIA Y SANEAMIENTO
SDG 10 - REDUCCIÓN DE LAS DESIGUALDADES
SDG 13 - ACCIÓN POR EL CLIMA