Türkiye – Hace una década, Abdul Muhsin huyó a Türkiye junto a su familia, escapando de los horrores de la guerra en su país de origen, Siria. Como millones de sirios que procuraron refugio a través de la frontera norte, inicialmente pasó un mal momento intentando adaptarse a su nueva vida – un nuevo idioma, nuevas reglas, una nueva comunidad.
Encontrando su propio ritmo en una ciudad de mayor tamaño que el lugar del cual provenía, Abdul Muhsin sintió que tanto él como su esposa y sus cuatro hijos finalmente estaban asentándose bien.
Pero el 6 de febrero de 2023 en un abrir y cerrar de ojos volvió a tener ese sentimiento de perderlo todo.
Ese día fatídico, devastadores terremotos asolaron la zona sudeste de Türkiye, dejando una huella de destrucción y un saldo de cientos de miles de vidas perdidas y el desplazamiento de una gran cantidad de familias.
Habiendo ya atravesado numerosas dificultades, Abdul Muhsin y su familia nuevamente fueron forzados a reubicarse, una vez más: “Tuvimos que arrancar nuevamente desde cero”.
Lo que vino luego para Abdul Muhsin fue el mismo calvario que millones de otras personas también habían padecido. Con oportunidades laborales reducidas, no pudo brindarle cuidados médicos a su hijo Yusuf, quien sufre deficiencia de hormonas para el crecimiento. “Vivíamos lejos del centro de la ciudad y era muy complicado poder llevar a mi hijo al hospital”, explica.
Cuando 2024 llegaba a su fin, Abdul Muhsin nuevamente tuvo miedo de que el invierno y la temporada escolar aumentaran los problemas familiares. “Nuestra necesidad de contar con insumos escolares, ropa y otros elementos esenciales aumentó. El tratamiento de mi hijo seguía siendo también una preocupación de relevancia. Simplemente no podíamos acceder a todo eso”.
Para Hajar, ciudadana siria madre de siete hijos, la vida también cambio repentinamente: “Después de que los terremotos los destruyeran todo, perdimos nuestro hogar y no sabíamos adónde ir”. Ella y su familia se encontraron en situación de desplazamiento y forzados a vivir en un asentamiento temporal.
Para poder sostener a su familia abrió un pequeño almacén. Sin embargo, a pesar de todos sus esfuerzos, las necesidades cada vez mayores de sus hijos a menudo la obligaban a endeudarse. “Hice lo mejor que pude, pero no fue suficiente”.
“Hubo noches en las que no pude conciliar el sueño, preguntándome si iba a tener la posibilidad de darles a mis hijos lo que necesitaban”, admite. “Y hubo momentos en los que me sentí completamente desamparada”.
Las familias de Abdul Muhsin y de Hajar son parte de un grupo de 2.450 familias que recibieron asistencia en efectivo de propósitos múltiples (MPCA) de parte de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en octubre de 2024, en sociedad con las autoridades locales y con apoyo financiero de la Unión Europea.
Desde que los terremotos ocurrieron, la MPCA ha sido clave en cuanto a ayudar a las familias a que sigan luchando para poder cubrir sus necesidades básicas.
Para padres como Abdul Muhsin y Hajar, esto les ha permitido nuevamente recuperar la esperanza de que van a poder darles a sus hijos todo lo necesario y garantizar la continuación de sus estudios.
“La asistencia en efectivo nos ha permitido cubrir el costo de los útiles escolares, de la ropa y parte del tratamiento de mi hijo. Con anterioridad nos era imposible hacerlo”, explica Abdul Muhsin con una sonrisa. “Recuerdo a mi hija menor cuando saltó de la alegría al recibir su nueva mochila y cartuchera. Fue algo pequeño, pero significó algo grandioso para ella”.
“Nos dio muchísima felicidad, no solamente a mí, sino también a mi hijo y a toda la familia”, agrega Abdul Muhsin.
En cuanto a Hajar, lo primero que ella hizo fue pagar sus deudas. “Me dio una gran paz a nivel psicológico. Porque era como un peso sobre mis hombros”, expresó. “Lo más importante de todo es que este apoyo cubrió los insumos escolares que mis hijos necesitaban para poder seguir estudiando”.
Dos años después de ese trágico día, Abdul Muhsin y Hajar toman cada día lo más tranquilamente posible y de a poco van reconstruyendo sus vidas.
La mayor esperanza de Hajar es que sus hijos puedan tener un futuro más venturoso. “Quiero que ellos tengan las oportunidades que yo no he tenido, quiero que puedan ir a la escuela y tener una buena vida”.
Abdul Muhsin comparte un sueño similar, pues aspira a darles a sus hijos la oportunidad de poder continuar con sus estudios sin la carga de las dificultades financieras. Con una mayor estabilidad financiera, espera que su hijo Yusuf pueda seguir recibiendo el tratamiento con hormonas que necesita. “Como padre lo que yo más deseo es darles a mis hijos una vida mejor”, dice.
Si bien el camino hacia la reconstrucción total de sus vidas sigue siendo largo, este apoyo les ofreció algo de esperanza y estabilidad en un momento increíblemente desafiante – empoderándolos para al menos cubrir las necesidades que de lo contrario hubieran quedado insatisfechas.
Historia escrita por Anıl Bahşi, Especialista en Comunicaciones de la OIM Türkiye.