Nangarhar, Afganistán – El sol se asoma en la polvorienta frontera de Torkham y es testigo del retorno de miles de afganos a sus hogares tras años, incluso décadas, de haber vivido en Pakistán. Muchos niños y niñas están descalzos. Algunos tienen sueño y otros miran a su alrededor con miedo, aferrándose a sus madres. Los ancianos caminan lentamente, usando palos para poder mantener el equilibrio.
Camiones llenos de artículos familiares están parados a lo largo del camino bordeado de naranjos y olivos. Las familias permanecen sentadas adentro, mirando a la distancia, inseguras de lo que la vida en Afganistán les va a traer. Muchos no han estado aquí antes – o se han ido hace tanto tiempo que ahora tienen la sensación de estar en un mundo distinto.
Zakira*, de 40 años y madre de cinco hijos, que ha vivido en Pakistán por 18 años, es una de esas personas. Le duelen los pies, y se la ve cansada mientras camina en medio del polvo con un chal que la cubre. Pero a pesar de todo, sigue andando.
"Mis hijas nacieron en Pakistán. Tenían sueños – estudiar, convertirse en docentes, en doctoras”, dice Zakira con voz suave. “Pero ahora no sé qué futuro les espera allá. De todos modos, no tenemos muchas opciones. Este es nuestro hogar”.
Zakira y muchos otros tuvieron que irse de Pakistán sin mucha antelación, llevándose consigo muy pocas pertenencias. Ahora están retornando a un país que enfrenta una de las peores crisis humanitarias del mundo. Casi 23 millones de personas – aproximadamente la mitad de la población de Afganistán – necesitarán ayuda humanitaria en 2025.
Lo que hace que las cosas se vuelvan aún más difíciles para mujeres como Zakira son las leyes restrictivas introducidas en ese país desde 2021. A las jóvenes ya no se les permite asistir a la escuela secundaria, y las mujeres deben ahora tener un guardián de sexo masculino para poder desplazarse libremente. A raíz de esto, muchas no pueden trabajar, viajar, o incluso acceder a cuidados básicos de la salud. En el caso de las familias lideradas por mujeres, intentar reconstruir sus vidas se siente como una tarea no solamente abrumadora sino casi imposible.
La hija mayor de Zakira sostiene un pequeño cuaderno que trajo de Pakistán y pregunta: “¿Podré ir a la escuela aquí?”. Como miles de otros menores que regresan a Afganistán, no tiene ninguna certeza acerca de la posibilidad de seguir estudiando.
"No nos dieron tiempo y no hubo ninguna advertencia”, dice Shir Ahmad*, de 60 años, quien pasó más de cinco décadas en Pakistán. “Nos cargaron en camiones y nos dejaron aquí. No tengo tierras, ni hogar, ni idea de cómo volver a empezar”.
Para personas como Zakira y Shir, el futuro sigue siendo poco claro. Muchos afganos ya están luchando para poder paliar sus necesidades básicas y mientras la asistencia internacional sigue declinando, las dificultades siguen aumentando.
Desde que el marcado aumento en los movimientos de retorno de afganos empezó en septiembre de 2023 hasta abril de 2025, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) ha apoyado a más de un millón de afganos retornados desde Pakistán e Irán, brindándoles socorro inmediato y servicios de protección, en especial a mujeres y menores. La OIM también prioriza la asistencia para las comunidades que acogen a estos retornados, ya que las mismas están sujetas a una presión cada vez mayor y sus recursos son extremadamente limitados. Sin embargo, sin fondos adicionales, la OIM y sus asociados no podrán seguir paliando esas necesidades que no paran de aumentar.
"Me preocupan mis hijas", dice Zakira, apretando contra sí a la menor. “¿Les permitirán aprender? ¿Soñar? Necesitamos ayuda para reconstruir nuestras vidas, no simplemente sobrevivir”.
A pesar de las vicisitudes, las mujeres afganas siguen mostrando un nivel de resiliencia y fortaleza increíble mientras trabajan para reconstruir sus vidas en condiciones de dignidad y con esperanza. “Este es nuestro hogar”, dice Zakira con una voz calma pero segura. “Sin que importe lo dura que pueda ponerse la vida, no vamos a renunciar. Nuestros hijos merecen un buen futuro”.
La OIM y sus asociados reiteran su llamamiento a todos los países para que detengan de inmediato los retornos forzosos de afganos hasta que se implementen las condiciones adecuadas para garantizar que los retornos sean dignos, seguros y voluntarios, con independencia del estatus legal de la persona.
La asistencia de la OIM posterior a la llegada brindada por la OIM a los migrantes afganos retornados es posible gracias a los fondos aportados por la Dirección General de Protección Civil y Ayuda Humanitaria Europeas; por el Ministerio de Asuntos Exteriores y de la Mancomunidad de Naciones; por el Ministerio de Asuntos Exteriores de los Países Bajos; por el Fondo Central de Respuesta de Emergencia de las Naciones Unidas; por el Gobierno de Japón; de la República de Corea; por la Secretaría de Estado de Suiza para Asuntos Migratorios; por la Agencia de Cooperación para el Desarrollo de Italia; y del Ministerio de Asuntos Exteriores de Noruega.
*Los nombres han sido cambiados para proteger las identidades.
Esta historia fue escrita por Mohammad Osman Azizi y editada por Avand Azeez Agha. Para más información por favor contactar con: mohamazizi@iom.int