Con 35 años Mireille se vio a sí misma de pie bajo el implacable sol de Haití, sosteniendo un pequeño bolso con las pocas pertenencias que le quedaban. Embarazada y agotada, acababa de ser deportada de la República Dominicana – un país que ella había llamado su hogar desde los ocho años. Durante toda su vida Haití, su lugar de nacimiento, había sido una tierra poco familiar para ella. Desde lejos, vio cómo su país de origen declinaba por la violencia de las pandillas, el colapso económico y las crisis dentro de otras crisis.
“Fui deportada a un país en el cual nunca viví”, dice ella con una mezcla de enojo y de desesperación. La República Dominicana había sido su hogar por casi tres décadas. Fue allí donde construyó su vida, forjó vínculos y creó recuerdos. Pero en un abrir y cerrar de ojos se convirtió en una extraña, tuvo que dejar de lado su dignidad y fue forzada hacia una realidad desconocida.
El calvario de Mireille empezó en las primeras horas de la mañana, cinco días antes de cruzar la frontera hacia Haití cuando fue llevada a un centro de detención, en donde se quedó durante varios días antes de ser transportada a la frontera.
En el centro de detención Mireille describe las condiciones como de hacinamiento e incomodidad. Embarazada y sin acceso inmediato a cuidados médicos, se preocupó mucho por la criatura por nacer y el futuro de su familia.
Sus hijos que se habían quedado en Santo Domingo, no pudieron seguir asistiendo a la escuela. “La educación en la República Dominicana no era perfecta”, reflexiona, “pero a pesar de eso fue mejor de lo que se puede esperar en Haití, en donde los recursos son limitados”. La interrupción de su educación y la incertidumbre acerca de lo que podría sobrevenir en el futuro pesaba mucho sobre ella.
“Yo llegué a Haití sintiendo miedo y sin estar segura de qué hacer”, dice Mireille. “Apenas si conozco este país, y estoy luchando para descubrir por dónde empezar. Es desorientador y difícil”.
Llegada y apoyo en el GARR
Cuando Mireille finalmente logró cruzar la frontera, fue dirigida al Centro Grupo de Apoyo para Repatriados y Refugiados (Groupe d'Appui aux Rapatriés et Réfugiés, GARR). Se trata de un espacio vital en donde las personas deportadas en situación de vulnerabilidad son recibidas y acceden a apoyo. El GARR es un asociado clave de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), trabaja incansablemente para abordar las necesidades inmediatas de los migrantes deportados. Para Mireille este fue el primer paso hacia la recuperación del sentido de seguridad.
En el centro Mireille fue recibida por el personal que la escuchó y le ofreció una comida caliente. La OIM, en sociedad con GARR, brinda una gama de servicios en el centro, incluyendo el de apoyo psicosocial, derivaciones de salud y distribución de ítems básicos. Para Mireille los cuidados de salud mental se convirtieron en una cuerda salvavidas.
“El apoyo psicosocial me brindó un gran alivio”, dice ella. “Me ayudó a superar los momentos más difíciles”.
Además del apoyo emocional, la OIM también garantizó que Mireille y otros migrantes deportados en situación de vulnerabilidad lograran acceso a artículos personales cruciales para apoyar sus necesidades básicas como las de ropa, productos de higiene y de tocador.
El centro GARR, que cuenta con el apoyo de la OIM, sirve como alojamiento temporal para los más vulnerables, ofreciéndoles un lugar para descansar y organizarse antes de avanzar con sus vidas. Para muchos deportados como Mireille, esto brinda un destello de tranquilidad en medio de la desesperación.
Una sólida red de seguridad
El viaje de Mireille a través del proceso de recepción también pone de relieve la colaboración entre la OIM y la Office national de la Migration (ONM), que es la agencia migratoria del Gobierno de Haití. La ONM lidera el proceso de registro de los deportados, asegurando que cada persona sea tenida en cuenta. En la frontera la OIM y la ONM trabajan conjuntamente para evaluar las vulnerabilidades y brindan asistencia a medida.
Para las mujeres embarazadas como Mireille, la OIM facilita el acceso a cuidados prenatales por medio de derivaciones médicas. Para menores no acompañados, la Organización facilita las reunificaciones familiares. En casos de violencia basada en género, la OIM y sus asociados brinda cuidados especializados a los sobrevivientes.
Estos esfuerzos colaborativos – entre la OIM, el GARR y la OIM- crean una red de seguridad para las personas migrantes que llegan en condiciones graves, pero de todos modos se necesita mucho más. La asistencia vital brindada a los migrantes deportados como Mireille es posible a través del apoyo de donantes internacionales, incluyendo la Dirección General de Protección Civil y Ayuda Humanitaria Europeas (ECHO), Global Affairs Canada (GAC), y la Agencia de Cooperación Internacional de Corea (KOICA).
Desde apoyo psicosocial y derivaciones médicas hasta la distribución de kits de higiene y otras formas de asistencia, estas contribuciones garantizan que los migrantes de mayor vulnerabilidad puedan vivir en condiciones dignas y con cuenten con los cuidados necesarios a su regreso. Un retorno muy difícil.
*Los nombres han sido alterados. Todas las personas de las fotos han sido informadas acerca del propósito de la historia y las fotos y han brindado su consentimiento.
Esta historia fue escrita por Antoine Lemonnier, Oficial de Comunicaciones de la OIM Haití.