Gambia – En el agitado corazón de Serrekunda, Fatou Jobe* de 19 años, alguna vez soñó con adornar las pasarelas con sus diseños de moda. “Me encanta la moda. Yo quería ser diseñadora”, recuerda con su voz llena de nostalgia y un sentido de determinación que acaba de descubrir. Lo que ella no había previsto, sin embargo, fue que ese camino hacia su sueño incluiría una de las más oscuras experiencias que un ser humano puede llegar a vivir: sobrevivir al delito de trata.
El viaje de Fatou empezó igual que el viaje de muchas otras personas. Provenía de un entorno muy modesto y se vio forzada a abandonar la escuela por dificultades financieras. Esto hizo que sus oportunidades de acceder a un empleo fueran casi nulas. “No pertenezco a una familia rica, de modo que cuando las cosas se pusieron difíciles me vi obligada a sacrificar mi educación”, dice. “Deserté del colegio”, agrega, con un desencanto más que evidente.
Atrapada en medio de problemas financieros y de la atracción ejercida por las oportunidades en el exterior – una narrativa profundamente arraigada en muchas comunidades – Fatou se sentía muy vulnerable. Alguien se le acercó con algo que parecía ser una cuerda salvavidas: la promesa de un trabajo bien remunerado en El Cairo, Egipto. “Yo estaba desesperada por hacer algo de dinero para poder apoyar a mi familia”, explica. “Ella [mi tratante] me dijo que me iba a garantizar un buen empleo para poder generar un ingreso digno. Esto me persuadió y me llevó a vivir esa realidad”.
A pesar de sus dudas iniciales – la rapidez con la que se organizó todo y el hecho de que a ella no le costara nada – aceptó la oferta. Su viaje desde Banjul a través de Casablanca a El Cairo fue rápido y lleno de incertidumbre. A su llegada se encontró con el marido de su tratante. En un giro de acontecimientos verdaderamente aterrador, típico en escenarios de trata, ese hombre confiscó su pasaporte y la entregó a otros hombres desconocidos. “Esto fue simplemente el comienzo”, dijo Fatou.
En los ocho meses siguientes, Fatou fue forzada a trabajar en cuatro casas diferentes, en penosas condiciones. El tratamiento que tuvo que soportar fue degradante y abusivo. En el último lugar en el cual estuvo la situación empeoró. Tuvo que trabajar sin parar y sufrió abuso sexual repetidamente. Eventualmente quedó embarazada. “El último lugar fue el peor de todos”, revela. “Trabajé como sirvienta día y noche, con poco o nada de tiempo para descansar. Y mi ‘amo’ me violaba cuando tenía ganas”.
Dándose cuenta de que la promesa de un “buen trabajo” era una gran mentira, y con su embarazo en curso, Fatou tomó la valiente decisión de regresar a su hogar. “El sufrimiento era demasiado. Yo estaba embarazada, de modo que decidí regresar voluntariamente”, dice.
En octubre de 2023, regresó a Gambia en el marco del Programa de Protección, Retorno y Reintegración de Migrantes en África Sub Sahariana (MPRR-SSA), financiado por la UE y que brinda apoyo a migrantes con su retorno voluntario y su reintegración sostenible. Fatou temía ser juzgada y estigmatizada, pero la mirada de su padre esperándola en el Aeropuerto Internacional de Banjul alejó de inmediato sus preocupaciones. “Fue reconfortante regresar y que mi padre estuviera allí y me recibiera con los brazos abiertos”, dice ella con una sonrisa.
A su llegada le brindaron alojamiento temporal y cuidados médicos pre natales. “Me dieron alojamiento temporal y el equipo médico de la OIM me brindó el apoyo necesario hasta el momento del parto”, relata, A su debido tiempo, dio a luz a una niñita saludable – Mariama, que representó para ella la luz al final de su desgarrador viaje.
Por medio de la asistencia de reintegración financiada por la UE, Fatou pudo acceder a una intervención basada en efectivo que le permitió concretar su sueño. Pudo abrir un pequeño negocio de costura, que ahora le permite obtener un ingreso para ella y su hija. “Yo pagaba mucho dinero por el alquiler y era muy complicado poder sostener eso. De modo que decidí cerrar el negocio y trabajar en casa”, relata. “Ahora uso TikTok e Instagram para llegar a mis posibles compradores y esto está dando sus frutos”, agrega con optimismo.
Fatou se ha comprometido en poner su máximo empeño para convertir su experiencia dolorosa en una misión. Espera que su viaje pueda inspirar a otros – en especial mujeres jóvenes que enfrentan encrucijadas similares – para que puedan seguir esperanzadas, resilientes y llenas de coraje.
Desde el inicio de las operaciones en Gambia, la OIM ha estado trabajando junto al Gobierno de ese país para proteger y apoyar a migrantes vulnerables, incluyendo a víctimas de trata. En 2021 el lanzamiento del Mecanismo Nacional de Derivación (NRM) – que contó con el apoyo de la UE – marcó un paso importante en la provisión de asistencia compasiva y coordinada.
“Mis orígenes, mi viaje como persona migrante, y las sonrisas de mis hijas me impulsaron a esforzarme para alcanzar mayores logros. No tengo dudas de que mi hija y yo vamos a concretar nuestros sueños”, señala Fatou, con su rostro resplandeciente cada vez que mira a la bebé Mariama.
Fatou es una de las 110 personas retornadas de Gambia (36 hombres y 74 mujeres) que han recibido asistencia de la OIM en 2024. Su historia se presenta como un fanal de resiliencia y del poder de las segundas oportunidades.
*Los nombres han sido cambiados para proteger la identidad de la persona.
Historia escrita por Lamin W Sanneh, Oficial de Comunicaciones Nacionales de la OIM Gambia.