Sana’a, Yemen – Cada mañana, la luz del sol brilla sobre Sana’a y le da vida a la ciudad. El llamado a orar suena por encima de los techos, los comerciantes abren sus puestos, y las calles empiezan a llenarse de gente. Pero por debajo de este ajetreo cotidiano, el conflicto en Yemen sigue estando presente. Para muchos la supervivencia es una lucha constante. Entre esas personas hay miles de migrantes que llegan con la esperanza de poder pasar pero que quedan varados.
Hussein se fue de Etiopía con el sueño de encontrar trabajo en el Reino de Arabia Saudita, considerando a Yemen tan sólo como una parada a lo largo del camino. Pero en un momento determinado, todo cambió. Durante su travesía, una bala impactó en su cabeza.
“Cuando me desperté me encontré en un hospital cerca de la frontera con Arabia Saudita. No tenía idea de quién me había llevado ahí o por qué no podía moverme”.
El disparo con arma de fuego lo dejó parcialmente paralizado. Luego de recibir cuidados de emergencia en un hospital en Sa’dah al norte de Yemen, fue trasladado al Punto de Respuesta a Migrantes (MRP) en Sana’a, un centro coordinado por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Allí pudo acceder a atención médica, a un lugar para descansar y al apoyo necesario para empezar a recuperarse.
En el MRP, miembros del personal como Abdulkareem cumplen un rol crucial relacionado con ayudar a los migrantes a que recuperen su sentido de estabilidad. Inicialmente contratado para traducir amhárico, oromo, árabe e inglés, ayudó ayudar a cubrir las brechas en las comunicaciones. Pero no demoró mucho en darse cuenta de que los migrantes necesitaban mucho más que palabras.
Su verdadera pasión siempre había sido ayudar a los demás, algo que descubrió mucho antes de llegar al MRP. En su hogar siempre se había ocupado de los integrantes de su familia, luchando contra el dolor muscular y los problemas de movilidad. Ese instinto se fortaleció aún más cuando vio que migrantes heridos llegaban al centro, algunos sin poder caminar y otros recuperándose de las heridas de armas de fuego.
Con la determinación de hacer mucho más, hizo cursos de fisioterapia y pidió orientación al personal médico. Con tiempo y dedicación se convirtió en la persona a la cual todos querían acudir en el centro cuando se trataba de cuestiones de rehabilitación presencial, ayudando a los migrantes heridos a que recuperaran su fortaleza y movilidad.
En medio de las dificultades que el conflicto en Yemen genera, el MRP ofrece un raro sentido de estabilidad. Los migrantes llegan muy cansados, muchos de ellos escapando de la violencia o de las adversidades económicas, buscando seguridad y apoyo. Para quienes no pueden regresar ni tampoco pueden seguir adelante, es también un lugar en el cual aprenden acerca del retorno humanitario voluntario, una cuerda salvavidas crucial para quienes se encuentran varados tan lejos del hogar.
Sin embargo, la recuperación va mucho más allá de la comida y del tratamiento médico. En un rincón tranquilo de las instalaciones del MRP, Abdulkareem despliega esterillas de goma espuma, creando un pequeño espacio para ejercicios de bajo impacto. Incentiva a los migrantes que están postrados en sus camas a que hagan algunos ejercicios simples de estiramiento, masajeando con cuidado las extremidades paralizadas para estimular la circulación. Cada movimiento sigue instrucciones médicas precisas, pero además de esto lo que se intenta es crear confianza en aquellos a quienes se cuida.
“Empiezo a hablarles, haciéndoles saber que están en buenas manos”, explica Abdulkareem. “Estas personas tuvieron que abandonar todo. Muchas están traumatizadas, tanto mental como físicamente. Antes de trabajar en movilidad, necesito que confíen y sepan que estoy aquí para ayudarlos”.
Hussein se sigue recuperando de la herida de bala que lo dejó parcialmente paralizado. Fue uno de los casos más difíciles para Abdulkareem. Al principio Hussein no podía darse vuelta solo en la cama ni tampoco levantar la mano para comer.
“Recuerdo haber pensado que era mejor morir que tener que vivir así”, admite. “Pero luego Abdulkareem empezó fisioterapia conmigo a diario. Me incentivó a seguir adelante y me recordó que el progreso era posible. Con el tiempo comencé a pensar que algún día iba a poder caminar nuevamente”.
Para Hussein recuperar al menos una pequeña dosis de independencia se sentía como un sueño distante. Al principio, incluso sentarse derecho era agobiante. Abdulkareem lo sujetaba, asegurándose de que no fuera a perder el equilibrio. “No podía siquiera mover mi mano derecha”, explica. “Después de varias sesiones sentí que algo estaba despertándose adentro de mi”.
Con el tiempo, el cuerpo de Hussein empezó a responder. Logró alimentarse solo, al principio al menos algunos bocados, y luego, con ayuda, también logró ir al baño. Lo que alguna vez pareció imposible se convirtió en parte de su rutina cotidiana.
Afuera en el patio, Abdulkareem lo ayudó a hacer elongaciones simples bajo el sol. Gradualmente esos movimientos se convirtieron en ejercicios que hacía de pie. Al principio podía mantenerse así tan sólo por algunos segundos y sus piernas temblaban por su peso. Pero luego, de a poco, logró quedarse parado un poco más mientras se aferraba a su andador con firme determinación.
Para Abdulkareem, el viaje tiene que ver tanto con restablecer la dignidad como con mejorar la fortaleza. Dice que es posible cubrir la brecha emocional que impide que las personas crean que realmente podrán recuperarse. Hussein, que alguna vez pensó que pasaría el resto de su vida al lado de su cama, volvió nuevamente a pensar en el futuro.
“Llegué solo desde Etiopía, no tengo familiares aquí”, dice Hussein. “La OIM me consiguió un lugar para quedarme, me brindó alimentos y cuidados de la salud. Pero Abdulkareem me dio la confianza para creer en la vida otra vez. Me di cuenta de que mi cuerpo podía sanar”.
Si bien el conflicto persiste en todo Yemen, hay pequeñas victorias en el MRP de Sana’a: un paciente recupera la coordinación de su mano, otro recupera la energía necesaria para ponerse de pie sin ser asistido. Cada historia exitosa pone de manifiesto el principio que siempre guía a Abdulkareem: la verdadera sanación siempre implica poner en juego la mente y el cuerpo.
“Las personas como Hussein se acercan a nosotros sin tener idea de lo que el futuro va a depararles”, comenta. “Pero si les mostramos amabilidad y los ayudamos a moverse otra vez, al menos un poquito, empiezan a creer que algo mejor es posible – y esa creencia es lo que las ayuda a salir adelante”.
El apoyo de la OIM para el MRP en Sana’a es financiado por la Dirección General de Protección Civil y Operaciones de Ayuda Humanitaria Europeas (ECHO) y por el Ministerio de Asuntos Exteriores y de la Mancomunidad de Naciones (FCDO).
Esta historia fue escrita por Rami Ibrahim, Asistente Sénior de Medios Audiovisuales y Comunicaciones de la OIM Yemen.