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Ramadán lejos de casa: la mesa está puesta, pero 14 años después las madres sirias desplazadas siguen sufriendo el hambre

Siria – En todo el mundo, el Ramadán es una época para estar en familia. Representa la calidez del hogar, compartir una buena comida y disfrutar una variedad de alimentos.

Pero para los millones de sirios que siguen estando desplazados 14 años después del inicio del conflicto, este Ramadán llega con la pesada carga de la pobreza y el hambre. Esta nación asolada por la guerra está impregnada de una mezcla de sentimientos de esperanza y recelo mientras se embarca en su camino hacia la paz.

Más de 7 millones de personas siguen estando desplazadas internamente, la mayoría de ellas mujeres y menores. Durante años, la asistencia humanitaria ha sido su única cuerda salvavidas. Pero la disminución de los recursos hace que el alivio incluso de las necesidades más básicas se convierta en una lucha cotidiana, ni que hablar de los alegres Iftars que siguen recordando.

Esto es especialmente desafiante para familias lideradas por mujeres como la de Nadhim.

Nadhim sigue recordando una época, antes de la guerra, en la que el Ramadán era su momento favorito del año. Era una instancia de tradición, en la que compartía recetas con sus hijas sentados en torno a una mesa que nunca estaba vacía.

“Solíamos preparar comidas con amor y cuidado. Ahora con suerte conseguimos algo para comer. Vivíamos una vida simple, comprábamos prendas simples, pero nos sentíamos cómodos. No conocíamos este tipo de padecimiento”.

Ella ha sido desplazada en innumerables oportunidades, forzada a escapar mientras las bombas caían a su alrededor. Ahora se encuentra paralizada y confinada en una tienda, y depende de la asistencia alimentaria mientras se plantea cómo reconstruir su vida a su edad, mientras Siria ingresa en un nuevo capítulo.

“En algún momento Ramadán fue un momento de calidez y de reunión. Ahora me recuerda mi hogar destruido. Mi familia está esparcida en distintos lugares y yo vivo aquí sola junto a mi hijo”.

Hasta 1,1 millones de personas quedaron desplazadas tras la caída del anterior régimen, agravando el nivel de necesidades humanitarias en un país que ya estaba prácticamente al borde. De esas personas, a mediados de febrero más de 600.000 han regresado a sus comunidades, 270.000 desde el exterior.

Fátima es otra mujer siria que ha estado viviendo en situación de desplazamiento por seis años. Ha visto cómo sus hijos se criaban en medio de dificultades, habiendo perdido sus infancias por la guerra y sin haber podido asistir a la escuela.

Ella tiene recuerdos entrañables de Ramadán, cuando preparaba alimentos mientras sus hijos ponían la mesa. “Mientras cocinaba, yo les contaba cuentos a mis hijos. Y cocinaba todo tipo de dulces. Les encantaban”, recuerda. “Ahora mi hijo mayor lucha constantemente para encontrar un trabajo y el aumento constante en los precios de los alimentos afecta gravemente a mi familia”.

Wafdia comparte la misma sensación de consternación mientras el Ramadán se acerca. Es viuda y ha tenido que criar sola a sus cinco hijos, ejerciendo todos los roles: llevar el pan a la mesa, proteger a sus hijos y cuidarlos. Sus mañanas empiezan antes del amanecer, no para preparar alimentos sino para juntar leña antes de que sus hijos despierten.

"Me digo a mí misma, 'Mañana será un día mejor', pero con cada Ramadán que pasa se vuelve más difícil”, explica. "Si bien todo lo que tengo es bulgur [trigo], pongo la mesa lo mejor que puedo para que mis hijos puedan seguir sintiendo el espíritu del Ramadán".

"Se supone que la Eid (Fiesta de la Ruptura del Ayuno) es para los niños, pero ¿cómo podrían ellos ahora celebrar si no tienen nada? Mi hija menor una vez me pidió un vestido igual al de otra niña pero no pude comprárselo. Se fue a llorar hasta que se durmió”.


Cuando el año empezó, 12,9 millones de personas en Siria padecían inseguridad alimentaria. De esa cifra, en el caso de 3 millones la inseguridad era severa. Sin fondos inmediatos para ayudar en la reconstrucción de Siria, los servicios esenciales en las comunidades mayormente afectadas colapsarán, provocando sufrimiento a las familias más vulnerables.

La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y sus asociados siguen brindando alivio, llegando a más de 317.000 personas con artículos esenciales, insumos para el invierno, servicios de agua, saneamiento e higiene para todos (WASH), dinero en efectivo y asistencia de protección.

Pero las necesidades son abrumadoras. Con fondos en su nivel más bajo desde que el conflicto empezó, la respuesta humanitaria está sujeta a una presión altísima.

"Sueño con poder regresar a mi hogar, pero mi casa está en ruinas. Rezo para que alguien nos ayude a reconstruirla, para poder pasar el próximo Ramadán en una casa real y no en una tienda”, dice Fátima.

Con suerte el año próximo, Fátima, Nadhim, Wafdia y sus hijos podrán celebrar Ramadán de mejor manera, creando los entrañables recuerdos que merecen.

La respuesta humanitaria de la OIM en Siria es posible en este momento gracias al apoyo financiero de los Gobiernos de Francia, Kuwait y los Países Bajos y del Fondo Humanitario Transfronterizo para Siria (SCHF).

Historia escrita por Sarah Al-Jameel, Asistente Sénior de Información Pública en la OIM
 

SDG 1 - FIN DE LA POBREZA
SDG 2 - HAMBRE CERO
SDG 3 - SALUD Y BIENESTAR
SDG 10 - REDUCCIÓN DE LAS DESIGUALDADES
SDG 16 - PAZ, JUSTICIA E INSTITUCIONES SÓLIDAS
Sarah Al-Jameel

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