Haití – Desde pequeña Rose quería ayudar a otros. Esto la llevó a pasar más de cuatro años trabajando como voluntaria en la Cruz Roja de Haití antes de unirse a la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Para ella todo tiene que ver con mejorar las vidas de las personas con necesidades, en especial en un país como Haití donde tantos habitantes enfrentan una variedad de desafíos cada día.
Haití, a menudo llamada “La Perla de las Antillas”, es un lugar de belleza y resiliencia. Pero es también una nación que debe enfrentar problemas graves tales como la inestabilidad política, los desastres y la pobreza. Estos desafíos han obligado a muchas personas a irse de sus hogares, creando una necesidad creciente de acceder a ayuda y apoyo.
Durante los 14 años en los que trabajó con la OIM, Rose fue testigo de un número incalculable de situaciones desesperantes. Recuerda cuando las familias debían escapar de la violencia de las pandillas, llegando a albergues con nada más que la ropa puesta. “Cada rostro cuenta una historia”, dice ella. “Es imposible olvidar las caras de alivio cuando alguna persona se vuelve a sentir nuevamente a salvo”.
Momentos como ese son los que motivan a los trabajadores humanitarios a trabajar duro. Rose recuerda a una madre que finalmente pudo mudarse a una vivienda segura gracias al programa de asistencia para la renta de la OIM. “Ella me dijo, ‘Es la primera vez en años que puedo dormir sin miedo’”, recuerda Rose. Para esta mujer y sus hijas, no tenía que ver simplemente con tener un techo sobre sus cabezas – se relacionaba también con el reclamo de dignidad y de esperanza para el futuro.
Los desafíos en el terreno
Haití ha estado lidiando con crisis durante muchos años, haciendo que se vuelva más difícil para el Gobierno poder paliar las crecientes necesidades de la gente. Los trabajadores humanitarios como Rose enfrentan grandes obstáculos – recursos limitados, problemas logísticos, y violencia permanente. Las familias con frecuencia deben escapar de sus hogares con nada y terminan en albergues hacinados en donde el apoyo de la OIM es una cuerda salvavidas.
A pesar de los obstáculos Rose y sus colegas logran marcar una diferencia. Miles de personas se han mudado desde sitios de desplazamiento a viviendas seguras. “No es simplemente un techo. Es la posibilidad de reconstruir sus vidas”, explica Rose. Los niños y niñas están regresando a la escuela, y hay que clínicas móviles que brindan cuidados de la salud en los lugares que más los necesitan.
Trabajando junto a las autoridades locales la OIM ha creado también espacios seguros para las personas desplazadas y estudiantes. Lo ha hecho por medio de la rehabilitación de albergues. “Cada paso que damos parecería ser demasiado pequeño, pero luego, en conjunto, esos cambios servirán para generar un cambio duradero”, reflexiona Rose.
Por qué esto nos concierne a todos
Los habitantes de Haití son increíblemente fuertes, pero están enfrentando desafíos que nadie podría abordar aisladamente. Las familias están luchando, y los menores están creciendo en condiciones poco favorables. El mundo no puede apartar la mirada. No son solamente cifras, son personas reales con esperanzas y sueños.
El trabajo de Rose muestra el poder de la solidaridad. “A veces una palabra amable o un oído dispuesto a escuchar puede marcar una gran diferencia”, dice. Su historia demuestra que cuando nos unimos, podemos ayudar hasta en la más difícil de las situaciones.
La recuperación de Haití no tiene que ver solamente con la asistencia, sino también con empoderar a las personas para que puedan reconstruir sus vidas. Todo el mundo tiene un papel asignado, ya sea el de hacer una donación, defender una causa, o simplemente concientizar. Cada pequeña ayuda es de gran importancia.
Para Rose, colaborar con la OIM es mucho más que un trabajo, se trata de una verdadera misión. “Este trabajo me recuerda los motivos por los cuales empecé con todo esto”, cuenta. “Tiene que ver con apoyar a las personas y de reclamar su derecho a la dignidad”.
A pesar de los desafíos, la fortaleza de Haití sigue brillando. Con el apoyo de organizaciones como la OIM y de toda la gente en distintas partes del mundo es posible reconstruir la esperanza y los futuros de estas personas. El viaje de Rose nos recuerda que, incluso en los momentos más difíciles, podemos marcar, de a poco, una gran diferencia.
Este trabajo vital no sería posible sin el apoyo inquebrantable de ECHO, la Dirección General de Protección Civil y Operaciones de Ayuda Humanitaria Europeas. Su compromiso garantiza que estos programas tan importantes, como los de asistencia de emergencia, asistencia a personas migrantes, y otros servicios vitales – sigan llegando hasta los más vulnerables. Por medio de la alianza con ECHO, los trabajadores humanitarios como Rose pueden brindarles una cuerda salvavidas a las familias con necesidades, reafirmando que la solidaridad y la colaboración pueden vencer incluso a los desafíos más complejos.
Esta historia fue escrita por Antoine Lemonnier, Oficial de Comunicaciones de la OIM Haití.