Retornados indocumentados llegan al punto fronterizo de Spin Boldak desde Pakistán. Febrero de 2021. Foto: OIM/Muse Mohammed

El trabajo infantil es una preocupación prioritaria del ámbito de la protección en Afganistán y hay estimaciones que indican que más de la mitad de los menores de entre 5 y 17 años participan en algún tipo de actividad laboral (AIHRC, 2018). Los menores en Afganistán deben soportar algunas de las peores formas de trabajo infantil, desde ser reclutados para participar en los conflictos armados hasta la producción de ladrillos y alfombras, además del trabajo en el ámbito de la agricultura, las minas y más visiblemente en las calles como mendigos, lustrabotas o maleteros/vendedores.

Las altas tasas de pobreza, la inseguridad, el desplazamiento y los desastres naturales hacen que los padres se vean obligados a mandar a niños y niñas en edad escolar a trabajar para que las familias logren sobrevivir, lo cual coloca a los menores en Afganistán en alto riesgo.

El Resumen de Necesidades Humanitarias 2021 (HNO) de Afganistán indica que la pandemia de COVID-19 ha empeorado aún más la situación puesto que la pérdida de medios de subsistencia, junto a los cierres de los establecimientos escolares para contener la diseminación del virus tal vez hayan acelerado el aumento del trabajo infantil.

La recesión económica ha hecho que la pobreza se dispare en Afganistán y, de acuerdo con la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), casi la mitad de la población –18.4 millones de personas– se encuentra ahora con la necesidad de recibir apoyo humanitario, con un 90% de los afganos viviendo por debajo de la línea de pobreza (con menos de dos dólares por día). Esta situación de pobreza, junto a un aumento de la situación de inseguridad desde el momento en que las conversaciones sobre la paz entre afganos comenzaron en septiembre de 2020, ha sido testigo de cifras sin precedentes de migrantes afganos indocumentados que cruzan la frontera desde Irán.

Entre enero y mayo de 2021 solamente, más de 490.000 afganos retornaron, un aumento del 65% en comparación con el mismo período de 2020, de las cuales más de la mitad son deportados.

Los retornados indocumentados con frecuencia retornan peor de lo que se habían ido, tras haber vendido sus propiedades o bienes y tras haberse endeudado para poder costear los pasajes para el viaje. Un 19% de los retornados encuestados en la Evaluación de Afganistán tenían preocupantes niveles de deuda para cubrir gastos de comida y asistencia médica. 

Los Datos de Monitoreo de la Protección  de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) muestran que el año pasado los retornados indocumentados recurrieron cada vez más al trabajo infantil para poder sostener sus hogares (de un 19% informado en mayo a Julio de 2020 a un 35% en enero de 2021). Esto plantea un riesgo clave a la protección para los menores – exponiéndolos a explotación física, sexual y económica, incluyendo la trata, y poniendo en riesgo su desarrollo físico, psicológico y emocional. Y asimismo constituye una violación de sus derechos fundamentales y compromete su capacidad para alcanzar su pleno potencial.

Con frecuencia se puede ver a menores en las calles de Afganistán trabajando como lustrabotas. Abril de 2021.  Foto: OIM/V. Goodban

Como muchos otros padres en todo el país, Noorullah* (40) tomó la dura decisión de irse al exterior a trabajar cuando ya no podía llegar a fin de mes. Por dos años, trabajó en Irán como trabajador eventual en agricultura, cosechando frutas y enviando remesas a su hogar para brindarle apoyo a su familia de siete miembros.

Justo cuando comenzó la pandemia de COVID-19, Noorullah fue deportado por no contar con la documentación legal en un momento en el que los confinamientos y las restricciones a los movimientos implicaban que encontrar empleo en Afganistán era más difícil que nunca. Durante 11 meses la familia sobrevivió con trabajos eventuales y gracias a la caridad de los vecinos, viviendo en una casa dañada sin puerta ni ventanas, si electricidad ni calefacción. La única luz solar con la que contaban les fue robada.

El trabajo eventual en granjas que él había logrado conseguir se terminó cuando comenzó el invierno y la familia se endeudó más y más, pues pidió dinero prestado de los vecinos y usaron las tarjetas de crédito para poder comprar comida en los negocios.

Para poder resolver esta situación tan extrema, Noorullah decidió sacar a sus hijos de la escuela. Su hijo adolescente fue enviado a trabajar como sirviente cama adentro en la casa de otra familia, y sus dos hijos menores comenzaron a mendigar en las calles, recogiendo plástico y madera para poder cubrir las necesidades de la familia referidas a la cocción de alimentos y calefacción.

Los muchachos se habían registrado con anterioridad en la escuela local perteneciente al gobierno, pero no pudieron seguir, uniéndose a cerca de 3.7 millones (48% de muchachos y 59% de chicas), todos ellos en edad escolar, en todo Afganistán que según estimaciones debieron desertar de las escuelas – siendo la situación de los menores retornados e internamente desplazados aún peor, con un 55% de muchachos y 67% de chicas habiendo abandonado sus estudios (Afghanistan HNO, 2021).

Para poder abordar los riesgos en materia de protección que los retornados indocumentados deben enfrentar, el Programa de Protección de la OIM trabaja en provincias con altos retornos y abrió una nueva oficina en la provincia natal de Noorullah, Badakhshan, en enero de 2021. Habiendo recibido asistencia de parte de la OIM en frontera, Noorullah se acercó a la oficina para pedir apoyo y el asistente social del Programa de Protección lo visitó en su hogar para discutir su situación en profundidad y diseñar un plan de acción que le permitiría a la familia volver a enviar a sus hijos a la escuela.

Para mitigar los riesgos en materia de protección que Noorullah y su familia debían enfrentar, entre ellos el del trabajo infantil, el asistente social les brindó asistencia en efectivo, la cual les permitió comprar algunos elementos básicos para la casa – un buhari [caldera tradicional a leña] y combustible para la calefacción una lámpara solar para tener luz en la casa – y una suma suficiente como para poder cancelar sus deudas. Junto a su esposa, Noorullah compró bastante harina y pudieron inaugurar una pequeña panadería en su casa.

“Comenzamos con nuestra panadería y con el apoyo de la OIM podremos alquilar una casa en el futuro y tal vez ampliar nuestro negocio, para poder generar nuestro propio ingreso y ahorrar algo para futuras necesidades”, dijo Bahar*, esposa de Noorullah.

Al reducir la vulnerabilidad económica del hogar, pudieron reducirse también los riesgos de protección asociados al trabajo infantil y a la deserción escolar.

El apoyo brindado por la OIM permitió que Noorullah y Bahar pudieran enviar de vuelta a sus hijos a la escuela, ayudando de tal modo a asegurar su futuro. Los dos más chicos dejaron de mendigar y Noorullah trajo de regreso a su hijo mayor a vivir con la familia.

Los padres están aliviados puesto que pueden apoyar la educación de sus hijos y darles una buena vida gracias a lo producido con su pequeño negocio de panadería: “Me encontraba exhausto; realmente agotado de hacer trabajos eventuales a cambio de una paga diaria. Ahora soy autónomo, tengo mi panadería y estoy empezando con otro negocio de almacén que era un sueño que se convirtió en realidad, gracias al Programa de Protección de la OIM”.

La pandemia de COVID-19 ha sido desastrosa en más de un sentido, y en un país en donde las necesidades educativas son excepcionalmente altas, la erradicación del trabajo infantil sigue siendo una prioridad clave para los afganos de todas las edades. Brindando asistencia integral a los hogares de retornados indocumentados, la OIM procura aumentar su nivel de resiliencia y reducir la ocurrencia del trabajo infantil en algunas de las comunidades más vulnerables.

* No son sus nombres reales.

La OIM Afganistán le está brindando su apoyo a los retornados indocumentados para que puedan acceder a los servicios vitales de protección gracias a la Asistencia Humanitaria de la UE.

SDG 8 - TRABAJO DECENTE Y CRECIMIENTO ECONÓMICO
SDG 16 - PAZ, JUSTICIA E INSTITUCIONES SÓLIDAS
SDG 10 - REDUCCIÓN DE LAS DESIGUALDADES