Ucrania occidental, 28 de julio de 2022 - En sus sueños más fervientes, la guerra termina mañana. No se despertarían con los sonidos de las explosiones y las ruinas arrugadas de sus ciudades. Si todo dependiera solo de ellos, mañana volverían a reconstruir sus ciudades o a cumplir sus sueños de antes de la guerra. Estos sueños alimentan el alma mientras la guerra no cesa.

Pero la juventud ucraniana - con todo el optimismo, el coraje, la fuerza y la energía que aporta la adolescencia - empieza a tener esperanzas en un futuro más brillante.

La escuela de verano para jóvenes de la OIM en la región de Lviv.

Incluso en tiempos de guerra, las escuelas de verano anuales de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) siguen ofreciendo un espacio seguro en el que las voces de los jóvenes pueden ser escuchadas y apoyadas. Más de 60 líderes juveniles de entre 18 y 25 años, ya sean desplazados de Donetsk, Luhansk, Mykolaiv, Kherson, Kharkiv y otras regiones afectadas, o miembros de sus comunidades de acogida, pasaron recientemente un tiempo en hermosas reservas naturales de Ucrania occidental. Aquí aprendieron sobre migración y empleo seguros, participación cívica, habilidades blandas, voluntariado y liderazgo, al tiempo que tuvieron la oportunidad de ser deportivos y creativos. Las escuelas de verano fueron posibles gracias a la financiación de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID).

Los jóvenes aprendieron sobre migración y empleo seguros, participación cívica, habilidades blandas, voluntariado y liderazgo.

"Quiero abrir un estudio de teatro para niños en Ucrania donde nada limite su imaginación"

Karyna es una joven lingüista ucraniana. La guerra borró su ciudad natal, Mariupol, pero no sus sueños. Actualmente, desplazada en Vinnytsia, escenario de la carnicería de los bombardeos rusos, enseña a los niños lengua y literatura ucranianas en línea, y dirige clases de teatro. Se nutre de las palabras de conocidos escritores ucranianos. Las más inspiradoras para Karyna son las de la poeta Lina Kostenko: "Es cierto que los que tienen alas no necesitan la tierra. Si no hay tierra, habrá cielo. Si no hay campo, habrá libertad".

Karyna quiere abrir un estudio de teatro para niños en Ucrania.

"No quiero ir al extranjero", dice Karyna sin una mínima duda en su voz. "Quiero quedarme aquí, apoyar a Ucrania y enseñar a los niños. Hago todo lo posible para tener éxito y no dejar de aprender cosas nuevas".

Además de adquirir conocimientos, recibió otra valiosa oportunidad: por primera vez, habló de la guerra, de su vida y de sus preocupaciones por los miembros de su familia que permanecen en Mariupol, con un psicólogo que trabaja en la escuela.

"Creo en la diplomacia"

Liubomyr, de 19 años, era siempre el primero en las competencias deportivas de la escuela de la OIM en Ivano-Frankivsk. Es un deportista profesional y, en su pueblo, entrena a otros jóvenes. Pero hay algo más en él que sus músculos.

"Al principio de la guerra, sentía que no hacía lo suficiente. Cuando se creó un centro de voluntarios en mi pueblo, empecé a descargar y clasificar la ayuda humanitaria para los que la necesitaban", dice.

Pero su verdadera pasión son las relaciones internacionales. Está estudiando diplomacia y participando en una formación sobre la comunicación con los desplazados internos para relacionarse con las personas que han encontrado un nuevo hogar en su región natal.

Liubomyr está convencido de que la capacidad de escuchar a los demás y comunicarse de forma proactiva no solo puede desarrollar las comunidades, sino también prevenir crisis importantes.

Como los desplazados del este y el sur de Ucrania hablan mayoritariamente ruso, las barreras lingüísticas suponen un reto para la integración en las comunidades de acogida del oeste, donde la gente suele hablar ucraniano. Sin embargo, Liubomyr cree que, a pesar de las diferentes lenguas, las personas pueden cooperar y respetarse mutuamente. Las escuelas de la OIM se han convertido en un lugar donde los desplazados internos y la población local aprenden a apoyarse mutuamente y a trabajar en equipo para resolver problemas sociales graves aprovechando sus diferentes experiencias de vida.

Liubomyr está convencido de que la capacidad de escuchar a los demás y de comunicarse de forma proactiva no solo puede desarrollar las comunidades, sino también prevenir grandes crisis: "Aunque vivo en el oeste de Ucrania, donde no hay hostilidades activas, mi vida ha cambiado mucho desde el comienzo de la guerra: de la rutina a la mentalidad. Estudié historia en la universidad y ni siquiera puedo imaginar que la guerra pueda ocurrir en el siglo XXI. Sin embargo, aquí estamos. Creo que este tipo de crisis puede evitarse en el futuro si la gente aprende a negociar correctamente", afirma.

"Quiero cambiar la percepción pública de los desplazados en Ucrania: no son víctimas de la situación, sino personas fuertes y resistentes".

Sofía invita a los participantes de la escuela de la OIM en Lviv a la sala para compartir la experiencia de su desplazamiento. Sus compañeros ya saben que es de la ciudad de Rubizhne, en la región de Luhansk, sobre la que las autoridades ucranianas perdieron el control este verano. La mitad de los jóvenes no saben lo que significa ser desplazado, mientras que otros quieren apoyar a la compañera con la que tienen una experiencia compartida.

"Estuve en la ciudad hasta el final. Pero cada vez era peor. Nos estallaron las ventanas. Derretíamos la nieve para tener agua. Luego nos trasladamos al sótano para escondernos de los intensos bombardeos. Mi abuela tiene diabetes y, cuando se nos acabó la insulina, se le empezaron a pudrir las piernas", cuenta.

Sophia procede de la ciudad de Rubizhne, en la región de Luhansk.

El público escucha atentamente a Sophia, de 21 años. "Cuando ya no había comida, agua ni medicinas, nos dimos cuenta de que teníamos que abandonar la ciudad. El 30 de marzo salimos del sótano. Fue un viaje difícil e inseguro con mi abuela y mi hermano menor. Él tiene una forma severa de parálisis cerebral y no puede caminar, sentarse o incluso sostener la cabeza. Los sacamos del sótano entre lágrimas y dolor. Cuando entiendes que tienes que salvar una vida, ya no quedan emociones ni preocupaciones. Tienes que hacerlo".

Al compartir su historia, Sophia espera demostrar que los desplazados son considerados fuertes y valientes. Es una verdadera líder y tiene muchos objetivos. Ahora es voluntaria en la estación de tren de Lviv en el servicio médico y psicológico, y planea su futuro en el ámbito militar.

Los talleres creativos, las técnicas de terapia artística y las actividades deportivas ayudaron a distraer a los jóvenes de la guerra y a reducir su nivel de estrés.

"Quiero abrir un centro de rehabilitación para personas con discapacidad en Ucrania"

Polina escucha atentamente la historia de Sophia, ya que ella tiene una historia similar. Se vio obligada a huir de su ciudad natal, Sievierodonetsk, en febrero.

La destrucción de la infraestructura civil en la región de Luhansk, Ucrania.

A Polina todavía le resulta difícil hablar de lo que le ha ocurrido a su ciudad natal en los últimos meses. Sievierodonetsk ha sido testigo de algunos de los combates más encarnizados, con el 80 por ciento de las casas dañadas o destruidas.

Polina se vio obligada a huir de Sievierodonetsk, en el este de Ucrania, en febrero.

Tras la invasión a gran escala, empezó a trabajar en un campamento infantil cerca de Kiev. El segundo día de la guerra llegaron 160 niños, en su mayoría huérfanos de Donetsk. A pesar de las hostilidades activas en los alrededores de Kiev en las primeras semanas, era más seguro que en el este de Ucrania.

"A lo lejos oíamos explosiones, y los niños estaban pendientes de nuestra reacción. Por eso, intentamos no mostrar que teníamos miedo y apoyarles", recuerda Polina.

Fue su experiencia previa y su fuerza de voluntad lo que ayudó a Polina a cuidar de los demás en un momento de crisis. Especialista en rehabilitación de formación, durante varios años dirigió un grupo de voluntarios que trabajaban en una escuela para niños ciegos.

Polina dice que cuando trabaja con personas discapacitadas entiende por qué ha elegido su profesión: "Estas personas son realmente inspiradoras y saben apreciar cada momento de la vida".

En la escuela de la OIM, Polina aprendió más sobre la gestión de proyectos sociales. Estos conocimientos le serán útiles, porque ya se ha fijado una meta.

"Quiero abrir mi propio centro de rehabilitación para personas que han nacido con una discapacidad o la han adquirido. En un país donde hay guerra y constantes bombardeos, es muy importante".

Las escuelas de la OIM se han convertido en un lugar donde los desplazados internos y la población local aprenden a apoyarse mutuamente.

Texto de Alisa Kyrpychova, OIM Ucrania. Fotos de Roman Shalamov.

SDG 4 - EDUCACIÓN DE CALIDAD
SDG 10 - REDUCCIÓN DE LAS DESIGUALDADES
SDG 16 - PAZ, JUSTICIA E INSTITUCIONES SÓLIDAS