Tongori, 24 de octubre de 2023 – El aire está seco y el sol realmente quema en Tongori, una pequeña ciudad en la zona oriental de Chad cerca de la frontera con Sudán. Bajo la sombra de una acacia frente a su nueva vivienda, Ache, su hija Fátima y sus nietos tejen abanicos con pajitas de plástico que luego venderán en el mercado local. Forman parte de los cerca de 80.000 chadianos que están viviendo en Sudán y que han tenido que escapar del conflicto y han regresado a Chad, esperando poder recomenzar con sus vidas de regreso en sus  “hogares”.  

Y tan solo seis meses atrás sus vidas eran realmente tranquilas.  

Nacida en Matadjana, en la Provincia de Wadi-Fira en Chad, Ache migró a Sudán en los 90 en donde hasta hace poco tiempo criaba ganado con singular éxito. Su familia contaba con un pequeño negocio de alimentos donde ella ayudaba para poder mantener a su hija y apoyar a algunos de sus parientes del otro lado de la frontera.  

Pero su paz cambió drásticamente cuando el conflicto estalló en Sudán hace seis meses. Mientras la violencia se expandía gradualmente en todo el país y se acercaba a su ciudad, a Ache le quedó una sola opción: escapar y regresar a su “hogar”.  

“Nuestro pueblo había quedado en medio de los enfrentamientos”, recuerda. “Nuestro negocio fue saqueado y cuando tiraban con armas pesadas, los proyectiles siempre caían cerca de nosotros”.  

Aterrorizada, tomó la decisión de irse y se embarcó en un incierto camino hacia la seguridad. “Le pagamos a un chofer 2.000 libras sudanesas (equivalentes a 3,33 dólares EE.UU. por persona) por el viaje a través de la frontera hacia Chad”, cuenta. Nos condujeron todo un día desde El Geneina en Sudán, a Adré, en Chad Oriental, atravesando pueblos en ruinas e incluso también a veces a través de “avenidas colmadas de cadáveres a ambos lados”.  

Por semanas, Ache y sus familia se albergaron en la escuela secundaria de Adré que se convirtió en el epicentro de la crisis de desplazamiento, albergando a más de 50.000 personas retornadas de Chad, refugiados sudaneses y nacionales de terceros países varados en un punto.  

Una vista de la Escuela Secundaria de Adré en Chad Oriental, que alberga a cientos de miles de personas refugiadas y retornadas que han escapado de Sudán. Foto: OIM/François-Xavier Ada 2023

Al igual que Ache y su familia, la mayor parte de los retornados de Sudán se han establecido en varios lugares en las Provincias de Ouaddai, Sila y Wadi-Fira que representan una porción de la frontera de 1.400 km de longitud entre Chad y Sudán.  

Con el apoyo de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) Ache se reubicó voluntariamente en Tongori, una comunidad localizada a cerca de 20 km de la frontera, en donde la OIM y otros actores humanitarios están desarrollando albergues transitorios contextualizados, infraestructura de agua, saneamiento e higiene para todos y también servicios de protección y de salud para ayudar a las personas retornadas a que puedan reintegrarse en sus comunidades.  

“Mientras la crisis en Sudán se profundiza y sigue habiendo nuevas llegadas, es necesario que pensemos en soluciones a largo plazo”, declara Jonathan Baker, quien lidera la respuesta de emergencia de la OIM en Chad Oriental. “La reubicación desde la zona de frontera es un primer paso esencial para descongestionar las áreas donde se alberga a las personas retornadas y refugiadas, lugares donde debe garantizarse el acceso a infraestructura vital básica”.  

El personal de la OIM ayuda a las personas retornadas a que carguen sus pertenencias en un camión mientras se preparan para reubicarse desde Adré, cerca de la frontera entre Sudán y Chad hacia la localidad de Tongori. Foto: OIM/François-Xavier Ada 2023

Una mujer se sube a un camión antes de su reubicación desde Adré. La OIM ha apoyado la reubicación de más de 6.000 retornados desde la frontera entre Chad y Sudán. Foto: OIM/François-Xavier Ada 2023

Tongori es una de las dos comunidades en Chad Oriental en donde la OIM ha empezado a implementar estas iniciativas para salir de la respuesta de emergencia y dar sus primeros pasos hacia la integración a largo plazo de las personas retornadas. Como parte de esas iniciativas, la OIM y los actores humanitarios han construido 1.000 albergues transicionales, seis puntos de provisión de agua potable y 30 letrinas comunales para garantizar que las personas que retornan desde Sudán puedan acceder a agua potable y servicios de saneamiento. La OIM y sus asociados también están apoyando mecanismos de protección y liderazgo comunitario dentro de estas comunidades.  

En Tongori, Ache accedió a un albergue transicional que ofrece cierto grado de privacidad y seguridad, mientras espera que le brinden una solución más permanente en cuanto a vivienda. “Cuando escuchábamos un avión, nos agachábamos y nos ocultábamos porque teníamos mucho miedo. Pero en este lugar nos sentimos seguros”, dice.  

Ache posa en su albergue que fue construido por la OIM. Foto: OIM/François-Xavier Ada 2023

Mientras tanto, a medida que el conflicto en Sudán se intensifica, más gente sigue huyendo hacia Chad, en donde debe enfrentar un regreso agridulce al hogar.  

“Cuando los retornados llegan, las comunidades que los acogen los reciben amablemente y comparten su comida y sus recursos con estas personas”, explica Baker. Sin embargo, si esa situación se mantiene, su estadía prolongada puede llegar a dar origen a tensiones con las comunidades de acogida que ya están luchando para poder llegar a fin de mes sobre todo por el marcado aumento en los precios de las mercaderías básicas.  

Las comunidades de acogida en la región ya eran vulnerables debido a una crisis humanitaria extendida pre existente y años de subdesarrollo, derivando en espacios limitados en las escuelas y pocos mercados hospitales y oportunidades de medios de subsistencia.  

Debe hacerse mucho más para invertir en soluciones duraderas que integren mecanismos de salud, educación, medios de subsistencia y protección de base comunitaria para personas retornadas, y también apoyo para los pueblos vecinos que las albergan. 

Sin embargo, la respuesta humanitaria en Chad Oriental sigue gravemente desfinanciada. “De los 25 millones de dólares EE.UU. que hemos pedido, solamente hemos recibido un 6%, y esto implica que solamente hemos podido cubrir una fracción de las necesidades”, agrega Baker. “Si no se garantiza la provisión de fondos adicionales, tal vez tengamos que enfrentar una catástrofe humanitaria”.  

Esta historia fue escrita por François-Xavier Ada, OIM Chad. 

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