Adén, 23 de noviembre de 2023 – Continuando con su viaje, con el telón de fondo del noveno año de conflicto en Yemen, las personas migrantes enfrentan desafíos sin precedentes. En este entorno tan frágil, más de 93.000 personas llegaron a Yemen entre enero y octubre de 2023. Entre esas personas, algunas almas optimistas como Samara buscan oportunidades en el Golfo, sin saber los peligros que les esperan. Agravada por el limitado acceso a servicios esenciales, su vulnerabilidad a los abusos, incluyendo la violencia basada en género y la explotación, se ve exacerbada.
Como joven que se crio en Etiopía, la vida de Samara* dio un giro desgarrador cuando sus padres se divorciaron. Samara y su hermana fueron puestas al cuidado de su padre y de su abusiva madrastra luego de que su madre se fuera a vivir a otro pueblo.
El divorcio despojó a su madre biológica de cualquier derecho al hogar, a las cosechas y a las hijas, lo cual llevó a una infancia llena de miseria para Samara y su hermana mayor. El interminable abuso físico y verbal se convirtió en una realidad cotidiana para ellas.
“Quedamos a merced de nuestra madrastra que nos trataba con mucha crueldad”, dice Samara. “Solía llorar cuando nos íbamos a dormir, pensando en mi madre y en la vida tranquila que alguna vez habíamos tenido”.
Samara y su hermana anhelaban escapar de ese ambiente tan tóxico y reunirse con su madre, pero el mero pensamiento de hacer eso despertaba aún más la agresividad de la madrastra. Cuando Samara cumplió 16, esa fecha fue un punto de inflexión en su vida y decidió llevarse a su hermana e irse de la casa a la búsqueda de una vida mejor.
Para poder llegar a fin de mes, las dos encontraron empleo como empleadas domésticas en una aldea no muy lejos de su propio pueblo. Un día, mientras Samara y su amiga estaban tomando un poco de té y discutiendo los desafíos que habían debido enfrentar para conseguir trabajo, un hombre se les acercó. “¿Quieren ganar mucho dinero?”, les preguntó. “Puedo ayudarlas a que encuentren trabajo en Arabia Saudita y recién cuando lleguen allí me pagarán por mi ayuda”.
Al principio se negó pero luego aceptó tras escuchar que otras mujeres habían compartido sus experiencias positivas en cuanto a viajar al Reino de Arabia Saudita. “Saber que no iba a hacer ese viaje sola me hizo sentir segura”. Tentada por la posibilidad de un mejor futuro, Samara decidió probar suerte.
Su elección implicó dejar a su hermana atrás, pero fue un paso que ella estaba decidida a dar. Tres días más tarde, el traficante llevó a Samara, a su amiga y a otras dos mujeres a Addis Abeba, la capital de Etiopía. Pasaron dos noches en un hotel antes de embarcarse en la siguiente etapa del viaje.
Al igual que Samara muchos migrantes se aventuran rumbo a lo desconocido cuando viajan a Yemen, impulsados por la esperanza de una vida mejor en el Reino de Arabia Saudita. Esas desafiantes travesías empiezan con un viaje por tierra a través de Etiopia o Somalia, seguido de otro peligroso viaje marítimo hacia la costa occidental de Yemen.
Samara pasó de las manos de un traficante a otro y terminó en un grupo de 30 personas conformado por mujeres, hombres y menores no acompañados. La travesía de dos días a través de tierras hostiles en Etiopía fue toda una prueba tanto física como emocional, pero el sentido de camaradería que emergió en el grupo le brindó la fortaleza necesaria para continuar.
“El desierto era terriblemente frío y estábamos exhaustos, pero seguimos caminando”, recuerda Samara.
Después, una noche, mientras descansaban, uno de los traficantes separó a Samara del grupo. Amenazándola con abandonarla si gritaba pidiendo ayuda, Samara tuvo que soportar una violencia indescriptible y no tuvo más opción que la de soportar el horroroso castigo en silencio. Otras mujeres del grupo debieron soportar los mismos padecimientos.
Más tarde fueron transportadas por barco a la ciudad de Lahj en Yemen. Desde allí fueron llevadas a través del desierto a la base del traficante en donde Samara y otras dos mujeres quedaron a merced de otro captor.
Mientras la retuvieron sintió una gran desesperación y la chantajearon pidiéndole dinero para su liberación y para que pudiera continuar con su viaje. Samara tuvo que recurrir a su familia, esperando que pudieran brindarle apoyo, pero la respuesta fue desalentadora. Su padre no quiso asistirla, diciendo que ella era responsable de haberse metido en semejante lío. Su hermana, por más que quisiera, no tenía medios económicos para ayudarla.
Después se siete meses agonizantes, Samara descubrió que estaba embarazada. En ese momento había sido vendida a otro individuo que la transportó a un sitio cerca de la frontera entre Yemen y el Reino de Arabia Saudita. Su situación se volvía mucho más compleja cada día. Quizás movido por un atisbo de humanidad, ella quiere verlo así, otro traficante negoció su liberación.
El viaje de Samara pone de manifiesto la lucha que deben enfrentar innumerables migrantes en Yemen. En los primeros nueves meses de 2023 solamente, más de 92.000 personas migrantes habían llegado a Yemen, sobrepasando ya en ese momento las cifras del año anterior. Estos migrantes, que han llegado a 200.000, junto a otras 100.000 personas refugiadas y solicitantes de asilo, deben enfrentar desafiantes condiciones y corren grandes riesgos de padecer abusos a sus derechos humanos.
La OIM brinda asistencia directa de protección y gestión y derivaciones de casos de protección a personas migrantes y yemenitas que estén en riesgo de quedar desprotegidos, incluyendo a sobrevivientes de violencia basada en género (GVB por su sigla en inglés) y víctimas de trata. En 2022 la OIM apoyó a más de 9.700 personas en Yemen por medio de gestión especializada de casos de protección y apoyo a derivaciones.
Tras haber recuperado finalmente su libertad, Samara se encontró en la Gobernación de Sa'dah en Yemen, en donde se cruzó con personas que le ofrecieron ayuda. La acompañaron a ella y a otros migrantes de regreso a Lahj, desde donde luego se dirigió a Adén. Una vez en ese lugar, Samara se acercó al Punto de Respuesta a Migrantes (MRP por su sigla en inglés) coordinado por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
Cuando llegó el personal de la OIM percibieron de inmediato que ella había comenzado con contracciones y la llevaron rápidamente al hospital. Allí tuvo a su bebé y luego fue transferida al Centro de Cuidados de Base Comunitaria (CBC por su sigla en inglés), un espacio seguro equipado con provisiones esenciales y donde iba a contar con los cuidados necesarios para ella y su recién nacido.
“Cuando los médicos le dieron el alta, la llevamos al centro y le dimos tiempo para descansar y cuidamos a su bebé”, cuenta Zahra, una Trabajadora de Caso de la OIM en Adén. “Era tan pequeño y frágil, pero en el preciso momento en que ella lo miró, lo abrazó como su regalo más preciado”.
La asistencia humanitaria y los servicios de protección de la OIM en respuesta a las necesidades de las personas retornadas están alineados con el Plan Regional de Respuesta a Migrantes para el Cuerno de África y Yemen 2023, el cual aspira a abordar las necesidades de las personas migrantes en situación de vulnerabilidad y comunidades de acogida en países situados a lo largo de la Ruta Migratoria Oriental, localizada entre el Cuerno de África y Yemen. Hasta ahora en 2022, la OIM ha apoyado a más de 75.000 migrantes por medio de asistencia humanitaria, ofreciendo albergue, cuidados de la salud, alimentos, agua y servicios de protección.
La asistencia de protección de la OIM por medio de los MRP y CBC cuenta con el apoyo de la Asistencia Humanitaria de la UE, de la Oficina de Población, Refugiados y Migración de los Estados Unidos y del Gobierno de Alemania.
*El nombre ha sido cambiado para proteger la identidad
Esta historia fue escrita por Rami Ibrahim, Asistente Sénior Audiovisual y de Comunicaciones en la OIM Yemen.