Ha pasado un año desde la escalada de la guerra en Ucrania y, al parecer, no hay señal alguna que indique que el final de la guerra esté cerca. Millones de personas están intentando recoger lo que les ha quedado y recuperarse. Pero como todavía hay intensos ataques, no pueden evitar preguntarse: ¿de qué manera uno puede empezar a avanzar con el telón de fondo del sufrimiento y la angustia?
Bucarest, 20 de febrero de 2023 – Anastasia* pensaba que se encontraba bien, hasta que se dio cuenta de que no era así. Ha estado esperando en la estación de autobuses del centro de la ciudad de Iași, al noreste de Rumania, por más de una hora. El viaje de 30 minutos en el Autobús 6 es ahora para ella su travesía diaria, desde que comenzada la guerra, entre el centro de la ciudad y el centro comunitario en el cual encontró refugio el año pasado.
Esta mujer de 60 años trabajó como contadora por más de 30 años, desempeñándose como gerente en 13 sucursales bancarias en Ucrania. Con los años, se convirtió en una figura ampliamente respetada por sus pares, y un gran grupo de empleados seguía religiosamente sus instrucciones.
En la actualidad, cada vez que un autobús para en la estación, ella observa el número del vehículo, pero ya no puede reconocerlo. Ella sabía mucho de números, los conocía muy bien. Ahora le parecen “algo extraño”.
Cree que no debe darnos vergüenza pedir ayuda a alguien cuando no conocemos el idioma. También piensa que no debería ser incómodo tener que pedir apoyo cuando uno tiene una discapacidad visual. Por este, se siente diferente.
Su autobús llega y vuelve a irse varias veces hasta que ella finalmente se arma de coraje como para pedir ayuda y poder identificar el autobús correcto. Habiendo trabajado con cifras toda su vida, darse cuenta de que su cerebro ya no puede distinguir un seis de un siete le da mucho miedo.
Historias como la de Anastasia se han vuelto cada vez más comunes en medio de la guerra puesto que muchas personas han tenido que hacer cambios en sus vidas para poder sobrevivir y han debido utilizar cualquier mecanismo de adaptación que tuvieran al alcance de la mano.
“Cuando la guerra comenzó todo el mundo recurrió a los psicólogos y nos veían como dioses”, recuerda Ilona, que trabaja como psicóloga en la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en Iași. “Sinceramente, nos sentíamos sin ningún poder, como cualquier otra persona; fue como si yo hubiera visto a Godzilla afuera de mi ventana”.
En la era digital cada momento es capturado por cámaras y se comparte automáticamente en línea. Muchas personas se encontraron pegadas a sus televisores y teléfonos en los primeros meses de la guerra para cerciorarse de que sus seres queridos no estaban entre las víctimas y esperando alguna resolución que en realidad nunca llegó.
“Es como cuando uno mira una película de terror: incluso si te da miedo, quieres saber cómo termina, esperando que habrá algo de redención al final”, explica Ilona. “Es después que uno recién empieza a procesar lo que ha visto”.
Muchas de las personas que han escapado aún tienen familiares en Ucrania en tanto que otros no se sienten listos para volver hasta que todo haya terminado, explica Ilona. ‘La cuestión tiene diferentes aristas desde el 24 de febrero de 2022, desde volver a reunirse con los parientes o simplemente saber que se encuentran bien, hasta esperar el fin de la guerra e incluso la idea de reconstruir el país”.
“Nos dijeron que debíamos ser fuertes, por eso mucha gente no se ha permitido desplomarse, comenzar a procesar lo que sentía o incluso llorar un poco”, señala Ilona.
El interés de Ilona por la psicología comenzó hace algunos años después del nacimiento de su hijo, cuando se dio cuenta de que el niño tenía necesidades especiales. Ahora, está muy agradecida de que, como estudiante, cuanto la situación se agravó por primera vez en la zona oriental de Ucrania en 2014, tuvo la oportunidad de participar en un estudio relacionado con los efectos psicológicos de la guerra.
“Pude incorporar mucho conocimiento valioso, pero nunca se me cruzó por la cabeza que iba a tener que usarlo nuevamente”, dice, “Crecí pensando que la guerra era cosa del pasado”.
Las emociones negativas pueden surgir en los momentos más inesperados y a veces incluso aparecen años después de la ocurrencia del evento, explica. Estos sentimientos pueden derivar en desórdenes del estado de ánimo los cuales pueden afectar la capacidad de las personas para adaptarse a la vida familiar o social y exacerbar el desafío de integrarse a una nueva sociedad.
Concurrir a actividades variadas que te ayudan a levantar el ánimo puede ser una buena estrategia para que las personas enfrenten lo que sienten y empiecen a regular sus emociones. En Rumania, los especialistas de la OIM facilitan los procesos educativos informales y las actividades socio-relacionales, las intervenciones grupales, las sesiones de asesoramiento individual para adultos y menores, y las sesiones de psicoterapia para menores con necesidades especiales.
En coordinación con las autoridades relevantes, la OIM deriva a las personas a servicios especializados de Apoyo Psicosocial y de Salud Mental (MHPSS) sobre la base de sus necesidades, garantizando que se les brinde servicios de interpretación que les permitirán tomar decisiones informadas sobre sus tratamientos.
“Si bien esto es a menudo tratado como una idea adicional, es verdad que no puede haber resiliencia y recuperación si no se restauran las conexiones sociales, si no hay estabilidad emocional y bienestar mental, todo lo cual está profundamente conectado”, explica Guglielmo Schininà, Encargado General del Programa de MHPSS en la OIM.
“Teniendo todo eso presente la OIM se esfuerza por incluir el MHPSS en todos los servicios que brinda, y seguiremos por ese camino, sobre todo en lo atinente al fortalecimiento de las capacidades nacionales dentro de Ucrania y de los países de acogida”, agrega.
Por medio de sus actividades la OIM espera poder mejorar el acceso a los servicios de MHPSS tanto para los ucranianos como para los nacionales de terceros países que están residiendo en Rumania.
“Al comienzo, muchas personas estaban convencidas de que pronto iban a poder regresar, pero en el ínterin se dieron cuenta de que no había un lugar al cual regresar”, explica Ilona. “Actualmente los menores en Ucrania suelen reunirse en estaciones de servicio para dar los exámenes porque en sus casas no hay servicio de electricidad”.
Ilona sigue con sesiones de terapia en línea con algunos de sus pacientes que se quedaron en Ucrania. Se ha dado cuenta de que muchos que ya estaban padeciendo diversos problemas de salud mental están ahora luchando aún más.
“Cada persona es distinta y cada una responde de manera diferente a los agentes generadores de estrés”, dice. “Algunos parecerían haber hecho un buen progreso a través del tejido y otros han aprendido nuevamente a cepillarse los dientes”. Ilona está convencida de que ponerse en movimiento y crear algo que se parezca a la vida normal es parte del proceso de recuperación.
“Es importante recordarles a las personas que vale la pena vivir”.
Las actividades de MHPSS de la OIM en Rumania son posibles gracias a sus asociados en la implementación Schottener Foundation y AIDRom, además del apoyo del Gobierno de Austria, de la Oficina de Población, Refugiados y Migración (PRM) del Departamento de Estado de los Estados Unidos y del Gobierno de Francia.
Si usted estuviera interesado en hacer una donación para apoyar los trabajos de asistencia en Ucrania, por favor visite la página de recaudación de fondos de la OIM.
*El nombre ha sido cambiado
Historia escrita por Mónica Chiriac