Nyakoang se sienta en un autobús de la OIM para ir a la ribera del río y comenzar un viaje de tres noches que la llevará un paso más cerca de Bentiu. Foto: OIM/Elijah Elaigwu 

Renk, Sudán del Sur – “Cuando el conflicto estalló en mi ciudad natal Bentiu, Sudán del Sur, en 2015, lo perdimos todo. Yo luché para poder sacar a mi familia del país. Nos mudamos a Sudán que era seguro y pacífico”, recuerda Nyakoang Gai. “Encontré un trabajo en la capital, Jartum, y pude enviar a mis hijos a la escuela”.   

Ocho años más tarde, a Nyakoang no se le había ocurrido que iba a tener que irse de Sudán y regresar a  Bentiu por las mismas razones por las que se había ido. 

Nyakoang es una del más de medio millón de personas que han llegado a Renk, Estado del Nilo Superior, Sudán del Sur, tras los enfrentamientos en curso en Sudán que estallaron en abril del año pasado. Ella es originaria de Sudán del Sur y ha estado viviendo y trabajando en Sudán cuando el conflicto estalló en ese lugar.  

“Podíamos escuchar disparos de fuego cada día en las cercanías de nuestra casa. Era moneda corriente que hombres armados ingresaran a las casas y saquearan todo. Las cosas simplemente se fueron agravando en los últimos meses. Cortes del suministro de agua, de la electricidad, no había comida en el mercado y los hospitales no funcionaban. Yo sabía que si nos quedábamos íbamos a ser asesinados o íbamos a morir de hambre. Por consiguiente no tuve más opción que la de intentar retornar a nuestro hogar”. 

Nyakoang junto a sus cuatro hijos y a su nieto aguardan para abordar un autobús de la OIM desde el centro de tránsito en Renk que los llevará a la ribera del río en donde tomarán el bote para comenzar un viaje de tres noches a Malakal. Foto: OIM/Elijah Elaigwu 

Nyakoang comenzó un viaje de dos meses que la llevaría de regreso a Sudán del Sur. Su historia es similar a la de miles de personas que han retornado al país. Su retorno está ensombrecido por amargos recuerdos del pasado puesto que no es la primera vez, y en algunos casos ni siquiera la segunda, que han sido desplazados.  Muchos de los sudaneses del sur que han regresado originalmente escaparon de los conflictos en su lugar de origen en Bentiu, Malakal, y en otras partes de Sudán del Sur entre 2013 y 2016 cuando el país quedó hundido en su propia guerra civil. Muchos sudaneses del sur se quedaron viviendo como refugiados en Sudán. Algunos tuvieron que irse de su tierra natal por la situación de pobreza y otros fueron expulsados por los efectos del cambio climático, incluyendo inundaciones. Muchos encontraron trabajo, paz y seguridad en Sudán.  

Sus vidas han sido sacudidas y deben revivir el trauma que implica escapar de la violencia y del conflicto una y otra vez.  

Nyakoang recibe asistencia de parte de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Cuando ella y muchos miles de personas en una situación similar llegan a la frontera, con la ayuda de otras organizaciones, son registrados y se les brinda atención médica, que incluye vacunación, pero lo que es aún mucho más importante, estas personas acceden a transporte para seguir con el viaje que los llevará hasta sus hogares. Es una de las necesidades más cruciales de miles de personas que llegan y que podrían quedar varadas en la frontera entre ambos países.  

Nyakoang espera para que un empleado de la OIM le entregue un voucher, el cual le permitirá abordar el bote desde Renk a Malakal. Foto: OIM/Elijah Elaigwu

La OIM ha montado una de las mayores y más complejas operaciones logísticas para ayudar a personas como Nyakoang y a su familia a regresar a sus comunidades y lugares de origen en Sudán del Sur. Comenzando en la ciudad fronteriza de Joda, la OIM brinda transporte adecuado para poder llegar hasta el Centro de Tránsito cercano en Renk. Luego de un par de días en Renk, para Nyakoang específicamente, la OIM brindará transporte en bote por el Río Nilo en Malakal, en donde ella y otras personas comenzarán el tramo final de su viaje de regreso a sus hogares.  

Hay muy poca infraestructura en Sudán del Sur y el costo del transporte es alto. Transportar a los miles de personas que han retornado en bote es una de las maneras más eficientes de llevar de regreso a sus hogares al alto volumen de personas que llegan desde Sudán. Más de 1.200 vuelos se han organizado y más de 26.000 personas han accedido a ayuda para volver a sus casas por vía terrestre.  

“Cuando empezamos nuestro viaje, verdaderamente no teníamos idea de cómo íbamos a llegar a Bentiu. No teníamos dinero. En el camino nos robaron varias veces y nos despojaron de nuestras pertenencias. Me pregunté si realmente lograríamos llegar a Sudán del Sur, pero por gracia de dios lo logramos”, dice Nyakoang. “Me sorprendí gratamente de encontrarme con personas (de la OIM) en la frontera que estaban listas para darnos una mano y proveernos transporte gratuito. Les estamos absolutamente agradecidos”.  

Al momento de la llegada de Nyakoang a Bentiu desde Renk, ella y su familia habrán pasado 75 horas viajando por más de 1.600 kilómetros.    

La OIM le va a entregar a Nyakoang y a otras personas que están retornando la suma individual de 20 dólares EE.UU. para transporte en el último tramo.  

“No pensé que iba a tener que regresar a Bentiu después de todos estos años en Sudán. Estoy preocupada porque sé que hay muchos problemas en Sudán del Sur y mucha pobreza, y no estoy segura de si hay conflictos o no en Bentiu. Espero que esté todo tranquilo”.  

Nyakoang y su familia esperan su turno para abordar un autobús de la OIM que los llevará a la ribera del río en donde tomarán un bote en el Río Nilo rumbo a Malakal. Foto: OIM/Elijah Elaigwu

En este momento ella está agradecida de haber podido regresar a Sudán del Sur en medio de tantos desafíos y lista para recomenzar su vida.  

Sus parientes lejanos – que no la han visto por varios años – estarán esperando para recibirla. Sin el apoyo para el transporte ella no podría haber retornado a Bentiu. Tal ayuda es crucial para los muchos miles de personas que están llegando y que quieren volver a instalarse en sus lugares y comunidades de origen.   

La hija y el nieto de Nyakoang esperan su turno para abordar un autobús de la OIM que los llevará a la ribera del río en donde tomarán un bote en el Río Nilo rumbo a Malakal. Foto: OIM/Elijah Elaigwu 

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