Abdullah creció en Bangladesh en el seno de una familia rohingya que apenas tenía lo mínimo para sobrevivir. Su padre recolectaba leña para venderla en el mercado local, pero el ingreso no era suficiente como para alimentar a la familia de 12 miembros. La vida se estaba poniendo cada vez más difícil y el sueño de Abdullah de continuar con su educación se estaba esfumando.

Fue entonces que un pariente le ofreció a su padre un trabajo bien remunerado en un campo de fabricación de ladrillos. La oferta se hizo extensiva a los hijos, entre ellos Abdullah que contaba con 14 años. Les dijeron que iban a recibir alojamiento digno, alimentos y que tendrían tiempo para descansar. “Si trabajamos juntos, podremos vencer nuestra pobreza”, Abdullah recuerda que su padre le había dicho.

Apenas convertido en un adolescente, el único trabajo que Abdullah había realizado hasta ese momento era el de tareas domésticas. Quería quedarse con su madre y sus hermanas y continuar con sus estudios. Su único consuelo: estaría junto a su padre y sus dos hermanos mayores. “De modo que nos despedimos, nos subimos al autobús rumbo a la que sería la experiencia más difícil de mi vida”, dice Abdullah.

La OIM opera múltiples Rincones Amigables para los Menores en los campamentos de refugiados rohingyas. Foto: OIM/Mónica Chiriac.

Tan pronto como llegaron, les dijeron que comenzaran a trabajar a pesar del largo viaje que habían realizado. Cada uno de ellos debía enfrentar turnos de ocho horas por día. “Mi trabajo consistía en ayudar a mis hermanos, acarrear ladrillos y cavar. Mis hermanos eran mayores y más fuertes que yo; tenían que hacer todo el trabajo más duro”, explica Abdullah.

La familia muy pronto se dio cuenta de que no se les permitía abandonar las instalaciones, las cuales estaban bajo llave y vigiladas. La falta de alimentos y descanso, el duro trabajo, junto a los permanentes abusos de parte del empleador muy pronto empezaron a producir efecto. Cuando múltiples trabajadores fueron despedidos, a ellos los retuvieron. “No teníamos documentos y por ende no podíamos ir a ninguna parte”.

Cuando la producción de ladrillos aumentó, fueron forzados a trabajar día y noche para poder completar sus tareas a tiempo. “Cuando mi hermano decidió reclamar nuestros salarios, la única cosa que recibió fue una buena golpiza”. Eventualmente, el padre de Abdullah se enfermó y sin acceso a tratamiento o medicamentos, murió poco después en el sitio de construcción.

Los equipos a menudo organizan sesiones de concientización para compartir mensajes claves de protección. Foto: OIM/ /Mashrif Abdullah Al

Después de cinco años de haber llegado al lugar, Abdullah y sus hermanos decidieron que era necesario escapar si querían conservar la vida. Con tan solo su ropa sobre sus espaldas, corrieron hasta que pudieron ponerse a resguardo. “Cada día rezábamos para recuperar algún día nuestra libertad. Nunca recibimos nuestro salario, pero no se le puede poner precio a la libertad”, dice Abdullah.

En 2020, el equipo de protección de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en Cox’s Bazar identificó y asistió a 339 víctimas de trata por medio de apoyo para el manejo de casos, incluyendo medios de subsistencia, y asistencia médica y psicosocial. La OIM asiste adicionalmente a las víctimas adultas de trata brindándoles oportunidades generadoras de ingresos para ayudarlas a recomenzar.

 “Cada vez que le hablo a otros refugiados, les cuento mi historia. Pienso que inspira a otros a pensarlo dos veces antes de tomar importantes decisiones del mismo modo en que nosotros lo hicimos”, dice Abdullah.

En los Rincones Amigables para los Menores, estos pueden participar de varias actividades psicosociales y educativas. Foto: OIM /Mónica Chiriac

Para minimizar los riesgos de protección en los campamentos, la OIM trabaja muy de cerca con el Gobierno y con los asociados locales, incluyendo organizaciones locales, grupos comunitarios liderados por mujeres y por personas discapacitadas, comités de protección infantil de base comunitaria, comités de adolescentes, grupos de padres, líderes religiosos y redes de docentes.

La OIM también brinda servicios de gestión de casos y apoyo psicosocial a sobrevivientes de violencia basada en género, menores en riesgo de abuso o descuido, menores separados y no acompañados, víctimas de trata y otras personas en situación de alta vulnerabilidad.

Las jóvenes adolescentes están expuestas a un riesgo desproporcionado de abuso emocional y psicológico, abuso sexual, matrimo infantil y embarazo, así como de verse obligadas a ser cabeza de familia. Por su parte, los chicos adolescentes como Adbdullah se enfrentan a un mayor riesgo de ser víctimas de trabajo infantil y trata de menores.

Durante las discusiones de los grupos focales, los refugiados hablan acerca de los mensajes sobre protección de los menores compartidos en el folleto “Heart-to-Heart with My Child”. Foto: OIM/Mashrif Abdullah Al

En 2020, un total de 541 menores recibieron apoyo individual por medio de servicios de manejo de casos para la protección de menores, en tanto que más de 9.000 recibieron apoyo psicosocial en los Rincones Amigables para Menores de la OIM. En estos espacios, los menores pueden participar en actividades educativas mientras que sus cuidadores pueden unirse a varias actividades psicosociales.

“Debido a la pandemia de COVID-19 y a sus restricciones, la OIM y sus asociados siguen adaptando las operaciones a fin de asegurar que la prevención, la mitigación y las actividades de respuesta lleguen hasta quienes las necesitan”, dice Manuel Marques Pereira, Jefe Adjunto de Misión de la OIM en Bangladesh. “El equipo le da prioridad al respeto por los derechos humanos, y por la seguridad y la dignidad de quienes están afectados, contribuyendo al desarrollo de estrategias de adaptación saludables y mitigando los impactos de género del virus”.

Hoy Abdullah está feliz de poder aconsejar a la comunidad de refugiados y espera mediante su historia poder incentivar aún más a los padres para que valoricen la educación. “El lugar de los niños es la escuela, no trabajando. Es nuestro deber como adultos protegerlos y brindarles lo necesario. No es posible recuperar la infancia perdida”.

Los servicios de protección de la OIM en Cox’s Bazar son actualmente posibles gracias al apoyo de la Oficina de Población, Refugiados y Migración del Departamento de Estado de los Estados Unidos, a la Oficina de Asistencia Humanitaria de USAID, a Global Affairs Canada, al Departamento de Asuntos Exteriores y Comercio de Australia, al Ministerio de Relaciones Exteriores del Commonwealth y de Desarrollo, al Gobierno de Japón, al Fondo Central de Respuesta a Emergencias de Naciones Unidas, a  la Dirección General de Ayuda Humanitaria y Protección Civil de la UE, y al Ministerio Federal para la Cooperación y el Desarrollo Económico de Alemania por medio del Banco de Desarrollo KfW.

Esta historia fue escrita por Mónica Chiriac, Oficial de Información Pública en Cox’s Bazar, Tel: +880 1880 084 048, Correo electrónico: mchiriac@iom.int.

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