Uzhhorod/Kharkiv, 22 de mayo de 2023 – “Luché por mi vida pues tengo aún muchos planes”, dice María* (fotografiada arriba), quien logró sobrevivir a los horrores de la batalla de Mariupol el año pasado. En mayo de 2022 logró llegar a Uzhhorod, en la región occidental de Zakarpattia, Ucrania.

“Yo soñaba con volver a ver a Uzhhorod, mi ciudad natal en la que yo había pasado mi infancia. ¡Y aquí estoy! El destino ayuda a los que tienen coraje. Así que tenemos que sonreír más y ser muy agradecidos por este momento”.

María, que ahora tiene 81, se fue de Uzhhorod hace muchas décadas para poder seguir estudiando. Eventualmente se estableció en la ciudad costera de Mariupol en la que trabajó para Azovstal, una planta dedicada a la producción de acero que se convirtió en símbolo de resiliencia porque las familias se albergaron allí como baluarte durante el sitio ruso.

Su vida era simple; tenía una familia y un trabajo que amaba y vivir al lado del mar era un placer. Incluso cuando la guerra a gran escala estalló, María permaneció hasta último momento. Su esposo había muerto en vísperas de la invasión y ella quería colocar un monumento sobre su tumba antes de irse. Enfrentó la oscuridad de la guerra sobreviviendo en un sótano frío y pequeño, cuidando a sus vecinos enfermos y débiles y enterrando a amigos en su propio patio.

“Recuerdo el día en que las tropas rusas llegaron. Los soldados nos apuntaron con sus armas y nos dieron cinco minutos para recoger nuestras pertenencias. Ayudé a mis vecinos enfermos a irse. No me llevé nada, ni siquiera mi ‘tesoro’– porque mi dentadura postiza quedó en ese sótano”, dice en medio de risas.

Como miles de otras personas María tuvo que irse de Ucrania por un país vecino luego de la caída de Mariupol. Con la ayuda de voluntarios, eventualmente pudo regresar a Uzhhorod, en Ucrania. 

Habiendo compartido su historia, María se unió a la fila para recibir asistencia de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en el centro comunitario ‘Yo soy Mariupol’. A ella se le entregó ropa de cama gratis, kits de higiene y un set de cocina. Su Mariupol está en ruinas, pero su fortaleza interna sigue intacta. Ya ha comenzado a pensar de qué manera compartirá la ayuda recibida con sus vecinos y amigos, argumentando que “ella en realidad no necesita tantas cosas”. 

Del otro lado de Ucrania, en Kharkiv, Iryna Boksyan, una profesora de piano de 96 años, sigue enseñándole a la hija de su vecina a pesar de todas las complicaciones de la guerra. Los padres de Iryna llegaron a Ucrania como refugiados desde Türkiye en la década de 1920 y ella ha permanecido incondicionalmente en Kharkiv incluso cuando las tropas rusas atacaron la ciudad en el invierno de 2022.

Iryna charla con el equipo de monitoreo de la OIM. Foto: OIM/Anhar Al-Rujaee

En su sala de estar se encuentra el antiguo piano que la ha acompañado todos estos años en los que ha vivido sola, sin familia ni parientes.

“He impartido lecciones de piano a estudiantes de todo el mundo; algunos de ellos ahora son famosos. A pesar de mi edad, sigo teniendo conciencia del mundo que me rodea. Espero poder conseguir un teléfono o alguna cosa que me permita seguir en contacto con mis amados estudiantes y sentirme conectada con el mundo exterior”, dice.

Ahnia Maria Portnova es la hija de su vecina. Tiene 15 años y ha estado tomando lecciones de piano con Iryna desde los seis.  Ahnia ha compartido sus interpretaciones en línea y con otros músicos en Kharkiv y con regularidad viene a tocar el piano para  Iryna. Si bien Iryna puede hacer algunas cosas por sí misma, la familia de Ahnia la ha ayudado desde el momento en que se fracturó la pierna tras una caída. Puesto que no puede irse de su casa, quedarse y escuchar cómo Ahnia toca el piano suele ser su momento predilecto de la semana.

Ahnia (a la derecha) muestra el piano que se convirtió en un vínculo entre dos generaciones - Iryna y ella misma. Foto: OIM/Anhar Al-Rujaee

Un asociado local de la OIM le trajo a Iryna ropa de cama y kits de higiene, además de una lámpara solar para que se sintiera más segura y cómoda durante los cortes de luz que son muy frecuentes desde que la guerra comenzó.

Hay unos 860.000 adultos mayores desplazados en Ucrania y constituyen uno de los grupos de mayor vulnerabilidad ante la guerra. Ayudarlos es sin duda una prioridad clave para la OIM. En particular, el Programa Common Pipeline de la OIM Ucrania permite que las organizaciones de base que trabajan en zonas de difícil acceso puedan llevar asistencia humanitaria básica a sus comunidades, a la par que se priorizan aquellas con las mayores necesidades y más vulnerables.  La OIM asiste a sus asociados para identificar y brindar servicios a personas como María e Iryna, garantizando que reciban los artículos de asistencia, protección, cuidados de la salud, y apoyo d salud mental que necesiten.

* El nombre ha sido cambiado.

Esta historia fue escrita por Dariia Dovzhenko y por  Anhar Al-Rujaee de la OIM Ucrania.   

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