Herat, 7 de marzo de 2023 – Un sol invernal brilla en la provincia más occidental de Afganistán que limita con la República Islámica de Irán. En la frontera en Islam Qala, el centro de recepción de la OIM es uno de los de mayor actividad en el país. Agotados por los largos y arduos viajes, decenas de mujeres, hombres y menores indocumentados que han retornado al país descansan en bancos. Luego del proceso de registración reciben una comida caliente y cuidados médicos.
En promedio, diariamente entre 1000 y 3000* personas regresan a Afganistán desde Irán, muchas de ellas con necesidad de acceder a asistencia de emergencia y apoyo tras viajes muy complicados.
A diario, unas 200 mujeres sin documentos llegan a través de Islam Qala. Anteriormente, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y sus asociados contaban con la ayuda de 13 trabajadoras. El trabajo de estas mujeres es crucial puesto que las normas de género prohíben que las mujeres afganas interactúen con cualquier hombre que no pertenezca a sus familias.
Hoy esa cifra se ha reducido a cero tras el último decreto de las autoridades de facto (DfA por su sigla en inglés) del 24 de diciembre de 2022 el cual prohíbe que las mujeres trabajen con organizaciones humanitarias nacionales e internacionales.
“Han prohibido que las mujeres trabajen en un momento el que nuestro país está enfrentando una onda masiva de pobreza nunca antes vista”, dijo Noor*, una mujer de 33 años madre de tres hijos que trabaja para la OIM.
Actualmente los organismos de Naciones Unidas están exceptuados de este nuevo decreto, pero el acceso humanitario de las trabajadoras que brindan apoyo debe ser negociado a diario y varia en todo el país. El resultado ha sido catastrófico para las mujeres y las jóvenes que dependen del personal humanitario de sexo femenino para brindar apoyo.
Antes de la prohibición, el personal de sexo femenino que trabajaba para la OIM usaba el camino entre Herat e Islam Qala para llegar a las mujeres en situación de vulnerabilidad que se encontraban en la frontera. Este camino ahora está bordeado de numerosos puntos de control a cargo de las DfA y algunas de esas autoridades no están muy felices cuando ven que las mujeres siguen trabajando.
“El principal desafío que enfrento cuando no estoy en casa es la falta de seguridad”, dice Zahra*, quien comenzó a trabajar para la OIM hace tres años.
“Siempre le hemos tenido miedo a estos puntos de control, estuvieron siempre allí. Ahora se han multiplicado y aún sigo teniéndoles miedo si bien cuento con la documentación necesaria y una carta de permiso, porque las autoridades de facto suelen ser verbalmente agresivas conmigo. A veces cuando estoy en el coche, me miran con mala cara y ese enojo en sus rostros me da mucho miedo”.
Las trabajadoras humanitarias en Afganistán deben también enfrentar amenazas de los civiles. “A principios de este año hubo un tiroteo en nuestra provincia. Justo nos encontrábamos en terreno y mientras los miembros de la comunidad se enfrentaban entre sí, uno de ellos gritó: ‘¿Dónde están las trabajadoras humanitarias? ¡Díganme y las matamos! ¿Dónde están?’ Estábamos petrificadas”, agrega Noor.
Antes de retomar las operaciones tras la promulgación del decreto la OIM implementó medidas de mitigación para reducir el riesgo de las trabajadoras. Esto incluyó los trabajos constantes de negociación a nivel local y central para tener la certeza de que las trabajadoras trabajarían en condiciones de seguridad, además de estar exceptuadas en lo relacionado con prestar asistencia directa a las comunidades afectadas.
Freshta es una mujer de 46 años madre de seis hijos, que ha retornado desde Irán y que ha recibido apoyo de salud mental de una consejera de la OIM a su regreso a Afganistán.
Pero las trabajadoras que controlaban a las mujeres en situación de vulnerabilidad que viajaban solas en su viaje de retorno a Afganistán y que las derivaban al centro de tránsito para acceder a apoyo de salud mental y psicosocial (MHPSS) u otro tipo de asistencia ya no pueden llegar más a la frontera.
Las restricciones a la libertad de movimiento de las mujeres en Afganistán se cuentan entre las más estrictas de todo el mundo. Los riesgos de ser acosadas, un código de vestimenta obligatorio, y el requerimiento de ser acompañadas por un guardián de sexo masculino (mahram) en los puntos de control hacen que desplazarse y viajar sean actividades altamente peligrosas. Esta violación del derecho de las mujeres y las jóvenes a la libertad de movimiento tiene un efecto cascada. Las restricciones al movimiento impuestas por las autoridades de facto junto a las barreras socio culturales crean un entorno en el cual es muy peligroso que las mujeres salgan en sus vidas cotidianas y disfruten de sus derechos a procurar su propio sustento, educarse, cuidar de sus salud, contar con agua potable, y mucho más.
“Yo no tengo un mahram que pueda acompañarme las 24 horas, los 7 días de la semana. Además de hacer mi trabajo, debo salir por las necesidades básicas de mi familia: comida, ropa y todo lo demás. Cuando salgo siempre tengo miedo que las autoridades de facto me detengan y golpeen”, dice Noor.
Noor hace una fuerte defensa de los derechos de las mujeres en Afganistán. Después del 15 de agosto de 2021, se ocultó por más de cuatro meses en su casa por haber recibido amenazas. Hasta la fecha ha estado participando en algunas de las respuestas humanitarias más contundentes organizadas por la OIM. Volviendo de la última tarea que le fuera asignada, se para bajo el sol invernal y reflexiona acerca de lo que el futuro le depara a las mujeres de su amado país.
“Las personas que pueden leen nunca serán esclavizadas. Seguiremos juntas para cubrir la brecha de conocimiento todas juntas, para que el día de mañana, Afganistán no sea una fuente de oscuridad, ignorancia y analfabetismo. No importa si estamos muy desesperadas. Las mujeres aquí son heroínas, no solamente por su éxito o su trabajo, sino también porque son mujeres en un país como Afganistán y eso las convertirá en heroínas para siempre”.
Mes a mes la OIM puede llegar hasta aproximadamente 162.000 mujeres en Afganistán por medio de apoyo de salud mental y psicosocial (MHPSS), provisión de asistencia médica, distribución de albergues de emergencia y artículos no alimentarios (NFI), protección, asistencia en efectivo y apoyo para medios de subsistencia. Este trabajo no sería posible sin el apoyo de las trabajadoras humanitarias. Las mujeres tienen un rol crucial en la provisión de asistencia humanitaria. La prohibición de que las mujeres trabajen en las ONG ha detenido efectivamente la provisión de una porción significativa de los servicios humanitarios cruciales a millones de afganos en situación de vulnerabilidad. La participación total de las mujeres en todo el espectro de la provisión de asistencia no es solamente una respuesta basada en principios sino que es un imperativo necesario para la efectividad a nivel operativo. Lo que es más importante, estas restricciones no solamente comprometen la intervención de las mujeres afganas sino también el rol tan esencial que juegan en la economía, en la educación y en el desarrollo integral del país. Es el futuro de Afganistán lo que está en juego.
Los nombres y detalles identificatorios han sido cambiados para proteger la identidad de las retornadas y del personal que trabaja para la OIM.
*Los datos del retorno han sido brindados por la OIM Afganistán, febrero 2023
Esta historia fue escrita por Léo Torréton, Oficial de Prensa de la OIM Afganistán. Para más información por favor contactar con: ltorreton@iom.int