Koundara, Guinea del Noroeste, 28 de octubre de 2022 –  La historia de Hawa es bastante común en la ciudad de Koundara, ubicada cerca de la frontera con Senegal. La mujer cuenta lo siguiente: “Hace algunos años mi hijo Sadjo y yo decidimos cultivar cebollas y pedimos un préstamo a un banco de micro finanzas. Pero después de algunos meses el agua comenzó a escasear. Las lluvias no llegaban y las temperaturas subían mucho. Eso acabó con nuestras semillas. Nos encontramos con una deuda que no podíamos cancelar. Y por no poder devolver el dinero me enviaron a prisión”.

“Sadjo se sintió avergonzado por nuestra situación y ya no pudo quedarse en el pueblo. Se vio obligado a irse de Guinea para intentar cancelar la deuda que habíamos contraído. Fue recién el año pasado que me enteré que mi hijo se encontraba en Libia. Desde aquel momento no recibí más noticias de él. Ni siquiera sé si sigue con vida”, dice Hawa. “En esta ciudad, cada familia tiene uno o dos hijos que han tenido que irse de Guinea”.

Esta remota ciudad ofrece muy pocas oportunidades económicas, de modo que muchos de sus residentes intentan subsistir a duras penas trabajando en la actividad agrícola. Hawa recuerda que: “Cuando éramos jóvenes, la vegetación era muy densa y fértil, y llovía copiosamente. Eso nos permitía cultivar una buena cantidad de alimentos”.

Tomates, pimientos, pepinos y cebollas se cultivan con frecuencia en Koundara. La variedad de vegetales que se cultivan no ha cambiado a lo largo de los años, pero en general las cosechas de los agricultores han menguado debido a las elevadas temperaturas. Foto: OIM/Muse Mohammed

Actualmente la agricultura de subsistencia es mucho más difícil, debido a los profundos cambios en la tierra y a que las temperaturas han ido aumentando. A lo largo de los años, la degradación de las tierras, la deforestación, la intensa actividad minera, y las sequías han hecho que las cosechas sean casi siempre pobres y esto ha forzado a muchos guineanos a tener que recurrir a la migración irregular.

La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) trabaja junto a las comunidades afectadas como la de Koundara para mitigar o encontrar soluciones que alivien el impacto del cambio climático sobre sus medios de subsistencia.

En el caso de Hawa la OIM pudo identificar que el acceso al agua era uno de los obstáculos principales para el cultivo de los vegetales puesto que la cuenca del río más cercano había dejado de fluir. Cuatro pozos de perforación fueron instalados en su parcela de terreno, los cuales le han permitido a Hawa y a su colectivo de mujeres irrigar sus cosechas adecuadamente.

“Cuando iniciamos este grupo, éramos 75 mujeres, ahora hemos crecido y somos 100. Tenemos acceso a más agua gracias a que se han mejorado los pozos. También contamos con mejor equipamiento y semillas. A raíz de todo esto nuestra producción agrícola se ha más que triplicado”, explica Hawa.

Hawa y su colectivo de mujeres han logrado triplicar su producción agrícola gracias a que la OIM ha instalado pozos en las proximidades de sus tierras. Foto: OIM/Muse Mohammed

La OIM está también trabajando con las autoridades del Gobierno en el desarrollo de una Estrategia Nacional sobre Cambio Climático que buscará poner en la palestra consideraciones y estrategias vinculadas a la migración. Es realmente crucial que iniciativas que ponen el foco en la comunidad como las de Koundara puedan ayudar a dar forma al desarrollo de una política nacional.

Esta historia fue escrita por Muse Mohammed, Funcionario de Contenidos Multimedia en la Sede de la OIM.

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