Midjiguita, 17 de julio de 2023 – El ataque ocurrió en la medianoche del primer día de Ramadán.
“Llegaron y destruyeron nuestro distrito, forzándonos a escapar en medio de la noche”, recuerda Daoud.
Este hombre de 40 años, padre de cuatro hijos, está sentado sobre una cama tradicional bajo un toldo en el complejo recientemente construido en Midjiguita, una pequeña aldea en Chad Oriental cuya población ha aumentado en meses recientes por la llegada de personas desplazadas por la violencia en Sudán.
Aquella noche Daoud huyó de Tindelti junto a su esposa y cuatro hijos en horas tempranas de la mañana con tan sólo algunas posesiones personales. Como miles de otros chadianos que estaban viviendo en Sudán Oriental, se había convertido en una víctima más de la fatal violencia que había estado afectando a ese país desde mediados de abril de 2023.
Las Naciones Unidas estiman que más de 180.000 personas han sido desplazadas desde Sudán a Chad a raíz de la violencia cada vez peor. De acuerdo con las cifras más recientes, casi 40.000 de esas personas desplazadas son retornados de Chad como Daoud para quienes “el regreso al hogar” fue algo inesperado.
Nacido en Am-Zoer, en la Provincia de Wadi Fira (Chad), Daoud y su familia migraron a Sudán en la década de 1980 mientras el país luchaba contra una de sus peores hambrunas.
“Viví en Sudán por más de 30 años, incluso me casé allí”, cuenta Daoud al recordar los años en los que vivió en ese vasto país.
En Tendelti se desempeñó como trabajador golondrina en la minería artesanal del oro, viajando regularmente entre el norte del país y Jartum. Pero con la guerra todo eso se convirtió en cosa del pasado y ahora el futuro se presenta lleno de incertidumbre pues hay pocas opciones para que los retornados chadianos puedan salir adelante en Chad Oriental.
“Si bien los retornados tienen vínculos ancestrales con Chad, se encuentran totalmente desahuciados a causa de la violencia y necesitan apoyo para integrarse de manera sostenible a sus nuevas comunidades”, señala Anne Kathrin Schaefer, Jefa de Misión de la OIM Chad.
Al igual que Daoud, Mariam, de 45 años, dependió de la amabilidad de los miembros de la comunidad y de viejos conocidos de su familia para poder encontrar un lugar en el cual quedarse en Midjiguita.
“Los materiales para esta casa no cuestan tanto; es simplemente arcilla y agua que son fáciles de encontrar y que otras personas me ayudaron a conseguir; pero eso es todo lo que tengo”, dice ella, señalando una casita de tan solo un cuarto, hecha de arcilla, que ella construyó con la ayuda de sus hijos.
Viuda y madre de cinco hijos, comerciaba con algunas cabezas de ganado en Tendelti antes de que la violencia golpeara a su puerta, forzándola a “regresar a su hogar” en Chad. Actualmente está luchando para poder sobrevivir y está muy preocupada por el futuro de su familia.
“Aquí no tengo nada para comer; lo único que necesito es apoyo para tener algunas ovejas que me permitan alimentar a mi familia”, agrega.
Antes del influjo de personas desplazadas a Chad Oriental, las provincias de Ouaddaï, Sila y Wadi-Fira ya estaban enfrentando una crisis de desplazamiento y se encontraban entre las provincias más vulnerables del país a los impactos socioeconómicos vinculados a los efectos agravados del subdesarrollo y la degradación ambiental que afectaron a los medios de subsistencia locales.
Por la crisis en Sudán los precios de las mercaderías se dispararon drásticamente ya que el comercio entre Chad y Sudán está interrumpido. Mientras más personas siguen llegando a Chad Oriental, las comunidades locales están empezando a sentir la presión del influjo repentino sobre sus recursos de por sí muy limitados.
“Los retornados de Chad están regresando a las comunidades que ya se encuentran en estado de fragilidad”, dice Anne Schaefer de la OIM. “Estamos sumamente preocupados por la escala de los retornos – los cuales ya han superado nuestras expectativas, pero también por los pocos fondos que hemos recibido para brindar asistencia de emergencia y a largo plazo”.
A Daoud y Mariam les esperan complicadas decisiones en el futuro. Por un lado, esperan que la situación en Sudán se calme y que se allane el camino para el regreso seguro a su lugar de adopción. Por otro lado, mientras la situación en Darfur empeora y se hace presente el fantasma de la crisis extendida, deberán encontrar la forma de reconstruir sus vidas en la tierra de sus ancestros.
Desde el inicio de la crisis en Sudán, la OIM trabaja con el Gobierno de Chad y otros asociados humanitarios para registrar las nuevas llegadas y proveer asistencia humanitaria de emergencia a los retornados y a nacionales de terceros países en forma de asistencia en efectivo con propósitos múltiples, protección y reubicación. Hasta este momento más de 22.400 personas se han beneficiado con la respuesta de emergencia de la OIM a la crisis sudanesa en Chad.
Esta historia fue escrita por François-Xavier Ada, Oficial de Prensa de la OIM Chad.