Chimoio, 27 de marzo de 2023–Hasta 2020, la vida parecía muy estable para Leonardo, su esposa, y sus siete hijos, quienes vivían muy tranquilamente en el distrito de Muidumbe al norte de la Provincia de Cabo Delgado en Mozambique. Si bien no eran ricos, se sentían realizados: tenían una casa con la alacena llena gracias al duro trabajo que realizaban en la granja; sus hijos menores iban a la escuela, jugaban a la pelota y dibujaban junto a sus amigos y vecinos y sus hijos mayores se habían independizado gracias a empleos en el mismo pueblo o en las comunidades aledañas.

A pesar de un impedimento visual que a Leonardo lo había dejado ciego de un ojo, se había ganado una reputación como sastre en el pueblo, un arte que fue perfeccionando con el tiempo mientras se apasionaba con las telas de colores vívidos que daban vida al pueblo.

Pero en los últimos cinco años las pacíficas vidas de millones de personas al norte de Mozambique se vieron afectadas por la inseguridad reinante a raíz de los ataques de parte de Grupos Armados No Estatales que dejaron como saldo una situación humanitaria sumamente precaria y el desplazamiento de más de un millón de personas en el país.

En octubre de 2020 el inminente riesgo de un ataque sobre el pueblo de Leonardo forzó a las familias y a los vecinos a escapar repentinamente.

“Vi como los hombres armados se acercaban desde la granja en la cual yo trabajaba. Empecé a correr sin poder llevarme ninguna de mis pertenencias. Estuve dos días sin poder encontrar a mi esposa y a mis hijos, que también habían logrado escapar y se habían escondido en el monte”, cuenta Leonardo, reviviendo emocionado la triste experiencia. “Estábamos dejando atrás toda una vida que habíamos podido tener después de haber trabajado muy duro”.

Tras un largo viaje signado por el agotamiento, la incertidumbre y la devastación por haber tenido que dejar toda una vida atrás, Leonardo y su familia llegaron al distrito de Montepuez en Cabo Delgado, en donde se reubicaron temporalmente hasta febrero de 2022 momento en el que se reubicaron de forma permanente en el Sitio de Reubicación de Chimoio en el mismo distrito.

El desplazamiento trae una serie de efectos negativos tales como la exposición a las experiencias traumáticas y el quiebre del apoyo social, lo cual puede generar una alta dosis de estrés y llevar a un pobre bienestar psicosocial. El desempleo, las condiciones socioeconómicas desafiantes, y la falta de integración social también son factores de riesgo para el surgimiento de problemas psicosociales y de salud mental. Asimismo, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), 1 de cada 5 personas afectadas por el conflicto experimenta problemas de salud mental. La prevalencia de desórdenes mentales comunes como la depresión, la ansiedad y el estrés post traumático (PTSD por su sigla en inglés), tiende a aumentar entre las comunidades de personas desplazadas que han estado expuestas a la adversidad y al conflicto.

Cuando escapó de la violencia en su ciudad natal de  Muidumbe, Leonardo tuvo que dejar atrás todas sus pertenencias, entre ellas su máquina de coser y los materiales con los que trabajaba. Foto: OIM/María Toro

"Me sentía como una hoja en el viento, sin saber adónde ir o dónde iba a terminar”, recuerda Leonardo.

Por medio de su Programa de Protección Integrada en materia de Salud Mental y Apoyo Psicosocial (MHPSS) la OIM asegura un enfoque inclusivo y basado en derechos humanos para garantizar la disponibilidad y accesibilidad de servicios de protección y de MHPSS para personas desplazadas internamente y otras comunidades afectadas.

Entre muchos otros valores, Leonardo era sastre y deseaba retomar las tareas de costura. En octubre de 2022, por medio del proyecto orientado a fortalecer la protección integral adecuada y los servicios de MHPSS, además de las derivaciones a nivel provincial y distrital en las provincias de Cabo Delgado y Nampula, Leonardo recibió una nueva máquina de coser y materiales como para reiniciar su negocio.

Con mucho tiempo invertido y trabajando duro, ha podido recuperar su anterior reputación, esta vez en su nueva ciudad de origen llamada Chimoio. Su negocio está creciendo e incluso ha construido una estructura de bambú al costado de la casa para poder trabajar allí y prestar servicios a las personas.

Las ocupaciones y las relaciones con los miembros de la comunidad son parte de la identidad de cada persona. A veces durante el desplazamiento las personas pierden sus fuentes de medios de subsistencia, sus casas y sus tierras. Cuando pierden estas partes de sus identidades, a menudo se sienten menos valorados en la comunidad y esto aumenta su nivel de estrés.

Este apoyo recorre un largo camino en cuanto a asistir a las personas para que reanuden sus vidas en las comunidades a las que pertenecen y para que puedan comenzar a trabajar y a ser autónomos. En el caso de Leonardo, la asistencia en especie fue esencial para reducir la exposición extra a potenciales riesgos para él y su familia y permitirle vivir una vida digna.

Faustino (al fondo) está trabajando como sastre aprendiz. Sin tener experiencia previa en este tipo de negocio, disfruta mucho este aprendizaje y se siente muy agradecido. Foto: OIM/María Toro 

"La máquina de coser me ha devuelto las ganas de vivir y de continuar. Ya no tenía más esperanza de conseguir nuevamente una máquina de coser y de poder dedicarme nuevamente a mi pasión”, dice Leonardo.

A pesar de que a diario sigue enfrentando desafíos, Leonardo está muy agradecido por su nueva vida y se ha comprometido con su nueva comunidad, ayudando a quienes más lo necesitan. Apoya a la escuela entregando uniformes para niños y niñas, y además, está capacitando a dos aprendices, vecinos del sitio de desplazamiento, a quienes ofrece la oportunidad de aprender y generar un ingreso de los productos y ventas que hacen.

"¿Qué seríamos sin las comunidades a las cuales pertenecemos? Sea que se trate de Macomia o Montepuez, son nuestra familia", dice Leonardo. "Mis aprendices están felices de poder estar aprendiendo este oficio y mis vecinos están contentos pues tiene acceso a nuevas prendas sin tener que caminar 15 kilómetros hasta Montepuez. Amo a mi comunidad y mi comunidad me ama a mí”.

El desplazamiento interno se encuentra en niveles sin precedentes. Las crisis de desplazamiento actuales han aumentado en escala, complejidad y duración. Con casi 60 millones de personas que viven en desplazamiento interno, muchas de ellas en situaciones extendidas, mudarse más allá de acuerdo con las necesidades, para poner fin al desplazamiento de manera sostenible, es sin dudas crucial.

Las actividades de la OIM en Mozambique relacionadas con la Protección y MHPSS son financiadas por la Oficina de Asistencia Humanitaria de USAID, por la Dirección General de Protección Civil y Operaciones de Ayuda Humanitaria Europeas (ECHO), por Irish Aid y por el Ministerio de Relaciones Exteriores y de la Mancomunidad de Naciones (FCDO).

Esta historia fue escrita por María Toro, miembro del Equipo de Comunicaciones de la OIM en Mozambique.

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