Lviv, 28 de noviembre de 2022– “Cuando la guerra comenzó, no había tiempo suficiente para evacuar Mariupol antes de que fuera totalmente sitiada. Comprendíamos los riesgos que corríamos si intentábamos irnos de la ciudad, por eso decidimos esperar”, explica Ihor, un médico con 30 años de experiencia.

Ihor y su esposa Svitlana pasaron tres semanas en la ciudad, rodeados de tropas rusas. Mariupol cobró notoriedad por la brutal guerra de Rusia contra Ucrania. Según activistas de derechos humanos, los crímenes de guerra cometidos en Mariupol por las fuerzas rusas se encuentran entre los más graves de la historia.

Las organizaciones humanitarias no tienen acceso a la ciudad ocupada de Mariupol y no han podido verificar las cifras de bajas civiles. Foto:  Consejo Municipal de Mariupol

Antes de la guerra, Ihor y su esposa trabajaron en la clínica de la empresa de producción de acero de Azovstal. Cuando la guerra comenzó, muchos residentes, empleados de la empresa y defensores de Mariupol se ocultaron de los bombardeos en el refugio anti-bombas que había en la fábrica.

“Contábamos con muy pocas provisiones. No había nada; ni electricidad, ni gas, ni agua, ni calefacción. Muy pronto las tropas rusas comenzaron a bombardear a la ciudad desde todas partes con distintas clases de armas”, recuerda Ihor. “Vivíamos en la ribera izquierda que era justamente donde los enfrentamientos más severos tenían lugar, ya que el objetivo que tenían era tomar control de la empresa productora de acero”.

Muchos edificios residenciales fueron dañados en Mariupol durante los ataques, pero Ihor y su esposa lograron cruzar el único puente que seguía bajo el control de las fuerzas militares de Ucrania y pudieron albergarse en la casa de un pariente en el centro de la ciudad.

La pareja muy pronto logró escapar de la ciudad sitiada cuando el primer convoy de evacuación se dirigió hacia la ciudad de Zaporizhzhia al sudeste de Ucrania. Pasaron dos días en ruta y tuvieron que atravesar unos 15 puntos de control de los militares rusos. Cuando finalmente llegaron a destino, Ihor y su esposa decidieron irse a Lviv para reunirse con su hija y sus nietos.

Tras haber logrado escapar de Mariupol, asolada por la guerra, Ihor y Svitlana decidieron comenzar de nuevo con sus vidas en  Lviv. Foto: OIM/archivo personal de Ihor

La guerra los obligó a desplazarse, pero no cambió su principal objetivo: ayudar a otros y salvar vidas. En este entorno poco familiar, sin casi conocer a nadie en Lviv, tuvieron que arrancar desde cero y buscar la oportunidad propicia para poder cumplir con el objetivo de ayudar a otras personas.

Poco tiempo después comenzaron a trabajar como voluntarios mientras buscaban empleo. Finalmente, después de varios meses el centro de empleo de Ucrania les ofreció trabajos como especialistas en ultrasonido. Ahora están trabajando en clínicas móviles que operan fuera de la región de Lviv, con apoyo del hospital local de Sheptytskyi y de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

La oportunidad de poder seguir ejerciendo su profesión médica le ha ayudado a Ihor a mantener la fe de que en breve podrán superar todos los obstáculos. Siempre está contento por poder ayudar a los miembros de la comunidad local en la cual las clínicas móviles brindan cuidados ambulatorios y muchas de las personas que concurren a citas médicas en las clínicas móviles prefieren acceder al ultrasonido realizado por Ihor.

Ihor está contento de poder ayudar a miembros de la comunidad local en donde las clínicas médicas brindan cuidados ambulatorios de la salud. Foto: OIM/Tetiana Astakhova

De acuerdo con una Encuesta de la OIM, una de cada tres personas desplazadas en Ucrania tiene acceso limitado a cuidados de la salud y a medicamentos. La mayor parte de los pacientes de Ihor vive en lugares distantes en los que el acceso a los cuidados de la salud es un lujo.

“Le brindamos asistencia médica a los desplazados, y también a la población local en varias aldeas y pequeñas ciudades en la región de Lviv. La gente siempre se emociona cuando nos ve llegar, esperando ansiosamente su turno, otros vienen hacia nosotros”, explica Ihor. “Podemos ver que nuestra asistencia es crucial pues no pueden acceder fácilmente a servicios como los que nosotros ofrecemos”.

En la región de Lviv las clínicas móviles de la OIM empezaron a operar en abril, luego de que los sistemas locales de salud no pudieron absorber ya el flujo de personas con necesidad de acceder a asistencia inmediata. Gracias al trabajo cotidiano de los equipos, más de 50.000 personas en la región se están benefician con los servicios brindados por las clínicas móviles gestionadas por la OIM.

Ihor dice que la identificación a tiempo de condiciones patológicas aumenta las posibilidades de derivar a los pacientes para que reciban los cuidados adecuados, contribuyendo a una mayor recuperación. Por este motivo cuida muchísimo su máquina de ultrasonido. Sabe bien que muchas vidas dependen de ella.

Escrita por Tetiana Astakhova, Comunicaciones Especiales de la OIM Ucrania, tastakhova@iom.int

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