Badakhshan, 17 de octubre de 2023 – En la provincia más septentrional de Afganistán, al final del corredor del Camino de la Seda, el aroma del invierno ha comenzado a sentirse en el aire. El río Kokcha va tomando un color violáceo y su caudal va menguando a medida que los glaciares aparecen en las altas cumbres. Los duros inviernos y las frecuentes tormentas de nieve aíslan esta región del resto del país y esto hace que se vuelva más complicado llegar hasta las aldeas en lo alto de la montaña, las cuales con frecuencia pierden contacto con Faizabad, la capital de la provincia de Badakhshan.
En los últimos diez años, los equipos móviles de salud de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) han estado viajando cuesta arriba, escalando las montañas para brindar cuidados de salud y concientizar a las poblaciones en aspectos relacionados con la salud mental y física. Durante diez años los equipos han asegurado una cobertura de servicios de salud en zonas remotas y en distritos aislados a los cuales se apunta especialmente (que se conocen como “las zonas blancas”) en todo el país, incluyendo en estos servicios a las poblaciones nómades.
Mientras las autoridades de facto del país restringen sistemáticamente los derechos y libertades de las mujeres desde que tomaron el control en agosto de 2021, su acceso a los servicios básicos tales como los de cuidados de la salud también se ha restringido. Un reciente resumen informativo con consultas realizadas a mujeres en todo Afganistán publicado conjuntamente por ONU Mujeres, la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en Afganistán y la OIM ha dejado a la luz que las mujeres están experimentando serias dificultades mentales y financieras. Es por este motivo que los servicios de los equipos sanitarios móviles de la OIM se han vuelto aún más cruciales.
Shaima, de 45 años de edad y madre de dos hijos, vive en uno de los remotos pueblos que los equipos sanitarios móviles de la OIM visitan regularmente.
Después de haber tenido a sus dos hijos, Shaima y su esposo se mudaron desde Irán a su aldea en la zona noreste de Afganistán. Cuando cumplió 14 años fue forzada a casarse con un hombre afgano diez años mayor.
“Nunca tuve la misma libertad que tenía en Irán. Nunca he sido aceptada por mis parientes políticos o la gente de mi entorno, sino que por el contrario me han obligado a quedarme aquí, varada y deprimida, y con las nuevas reglas, mi marido apenas si me dejar salir y todo se ha vuelto muy difícil para mí”, explica.
Con el telón de fondo de una sistemática exclusión de las mujeres de la vida pública y una crisis económica extendida, los conflictos en el seno de las familias han ido aumentando. Las mujeres informan acerca de relaciones deterioradas con los varones de las familias. A raíz de esto, la salud mental de muchas afganas también se ha deteriorado. Dos tercios de las mujeres informan acerca de problemas psicológicos y un número cada vez mayor de mujeres están experimentando sentimientos más marcados de aislamiento, ansiedad y depresión.
“Mi hijo cumplió 17 años y se fue, mi hija se casó, entonces me sentí totalmente sola”, cuenta Shaima. “No podía dormir, todo el tiempo tenía jaquecas y ataques de ansiedad. Un día, cuando estaba retornando del bazar, vi la placa de un médico y pensé que lo mejor que podía hacer era ir a verlo para que me atendiera. Pero no podía entrar sola a verlo. Al mismo tiempo, tenía vergüenza porque si alguien me veía, podrían pensar mal, que yo estaba loca, y las cosas se hubieran puesto peor en nuestra aldea. Por eso no era una buena idea ir a ver al doctor sin alguien que me acompañara”, confiesa Shaima.
Eventualmente Shaima pudo ver a un consejero médico cuando los equipos sanitarios móviles de la OIM llegaron a su aldea. Por haber estado con constantes dolores de cabeza, su marido le sugirió que hiciera la consulta, sin pensar que podía tratarse de un problema de salud mental. Habiendo constatado que ella ni siquiera se higienizaba, los doctores inmediatamente la derivaron a un consejero a quien ella ha estado viendo por un año.
El sufrimiento y el padecimiento psicológico son una realidad en las comunidades de Afganistán, pero la salud mental ha sido un tema tabú por décadas. Los miembros de la comunidad que padecen enfermedades mentales, estrés psicológico severo o depresión son ocultados por sus familias e incluso estigmatizados y excluidos de sus comunidades.
“Se usan diferentes nombres para referirse a estas personas, incluso palabras como locura o estupidez, y eso realmente afecta a las personas que tienen problemas de salud mental”, explica Palwasha, una madre de Faizabad de 38 años que trabaja como consejera en la OIM.
Los equipos sanitarios móviles de la OIM buscan normalizar los problemas de salud y de salud mental en las comunidades, con el propósito de mejorar el bienestar de los afganos en todo el país. Sin embargo, desde enero de 2023 las autoridades de facto del país han reducido de manera significativa la cantidad de equipos sanitarios móviles que pueden trabajar en instalaciones sanitarias fijas. En mayo las organizaciones humanitarias contabilizaron 730 equipos sanitarios móviles; a la fecha, se han desplegado 398 equipos móviles y se espera que la cifra se reduzca aún más en diciembre. Tal reducción impacta significativamente sobre las actividades de la comunidad, en particular las destinadas a la salud mental.
El Programa de Salud Mental y Apoyo Psicosocial (MHPSS) de la OIM en Afganistán brinda apoyo psicosocial y de salud mental a personas migrantes y retornadas y a las comunidades que las acogen en todo el país.
El Centro de Salud Básica de la OIM, uno de los seis establecidos en Badakhshan, se encuentra en la ribera derecha de Faizabad y tiene vista al río. En las mañanas se llena de pacientes. Cada día, unas 200 personas visitan el centro para realizar consultas médicas o terapéuticas.
En una sala acogedora en el segundo piso del Centro de Salud, las cortinas blancas filtran la luz y Palwasha realiza la sesión con su grupo sobre una alfombra de fabricación local. Después de tomarse las manos al momento de practicar ejercicios de respiración, Palwasha coloca un cordón sobre la alfombra que representa una línea de vida, con flores que a su vez representan sus deseos y piedras que representan los obstáculos que han enfrentado. Cada uno de los participantes coloca las flores y las piedras de manera tal que representen su historia.
“Al menos aquí pueden compartir su dolor con una persona amable, con la cual se sienten cómodos y que respeta la confidencialidad”, dice Palwasha.
“Cuando puedo vengo y me siento mejor si lo hago. Pero el mes que viene será invierno y será muy complicado acercarme”, explica Shaima.
Cada año las heladas temperaturas invernales y las intensas nevadas, sobre todo en las regiones montañosas de Afganistán, interrumpen el contacto con las ciudades y por consiguiente el acceso a los servicios como los de cuidados de la salud. A raíz de esto, a las mujeres que viven en lugares de difícil acceso como Shaima les será mucho más complicado poder beneficiarse con los servicios de MHPSS.
La salud mental es un derecho humano universal para todos. Sin los equipos médicos móviles , la OIM y los asociados humanitarios no pueden llegar a las personas más vulnerables en Afganistán. Los equipos móviles de salud deben seguir operando para asegurar el acceso igualitario a una gama integral de servicios de salud mental para todas las personas en Afganistán.
Esta historia fue escrita por Léo Torréton, Oficial de Prensa de la OIM Afganistán. Para más información por favor comunicarse con: ltorreton@iom.int