El Cairo, Egipto – “Quedé encerrado en mi casa 15 días por los permanentes enfrentamientos. Mi apartamento quedó atrapado entre dos ejércitos enemigos. No había forma de escapar”, recuerda Mohammed sobre los primeros días del conflicto.
“Sé que a muchas personas les dispararon o, causa de las explosiones perdieron sus brazos o piernas. Realmente fue aterrador”.
Mohammed se encontraba entre los miles de sudaneses que escaparon de su país tras el inicio del conflicto que estalló en abril de 2023 entre las Fuerzas Armadas de Sudán (SAF) y las Fuerzas de Apoyo Inmediato (RSF), un grupo armado paramilitar. Nacido y criado en Jartum, capital de la nación, vivió la mayor parte de su vida en relativa paz.
La escala y el alcance de los enfrentamientos tomaron por sorpresa a muchos civiles. “Recordé que había habido una guerra en Darfur cuando yo era niño, pero nunca imaginé que algo semejante podía llegar a ocurrir en la capital”, dice.
“Tenía un hermoso hogar, era un lugar hermoso. Pensé que iba a poder progresar en Sudán”, dice Mohammed cuando piensa acerca de la vida que tenía antes del estallido de violencia.
Cuando un alto el fuego se declaró en mayo, Mohammed y sus padres tuvieron la oportunidad de escapar de la capital. Con pesar en sus corazones, abordaron un autobús rumbo a Egipto dejando atrás su tierra natal.
“Fue un viaje muy difícil de dos largos días, y a lo largo del camino fui testigo de horrores inimaginables, casas a las cuales les disparaban o que eran quemadas”, cuenta Mohammed.
El viaje fue muy peligroso. Varios autos fueron incendiados a lo largo del camino y en un punto determinado del trayecto el autobús que los transportaba casi fue alcanzado por las balas. En el camino a Egipto tuvieron que atravesar varios puestos de control y los pasajeros quedaron sometidos a humillantes requisas.
“En un puesto de control nos pidieron que sacáramos todas nuestras pertenencias y el dinero que llevábamos, y no nos devolvieron nada”, dice. En el momento de su llegada a la frontera con Egipto a finales de julio, Mohammed pasó tres días consiguiendo el dinero que le permitiría cruzar la frontera.
Antes del conflicto Mohammed tenía un almacén de electrodomésticos que vendía celulares, laptops y otros dispositivos electrónicos. Sin embargo la crisis le había pasado una factura devastadora a su local que quedó completamente arruinado. Su medio de subsistencia se vino en picada. Ahora en un nuevo país, Mohammed tuvo que iniciar un nuevo capítulo en su vida, reconstruyéndola tras haberlo perdido todo.
“Es muy duro perderlo todo, pero elegí conservar la esperanza. Deseo regresar a mi hogar cuando la guerra termine”, dice. Mohammed era de la zona norte de Darfur pero luego se mudó a Jartum, la capital de Sudán. Su familia también era originaria de la zona norte de Darfur y se quedaron viviendo en Al Fashir cuando Mohammed se fue a Jartum.
En la Oficina de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en El Cairo, Mohammed se registró para acceder a asistencia y poder recomenzar con su vida en Egipto, uno de los países que más personas ha acogido. Se estima que unas 415.000 personas llegaron a Egipto desde Sudán desde mediados de abril.
Sin embargo sigue muy preocupado por su familia que se ha quedado en Al-Fashir, en donde los enfrentamientos los mantiene acorralados y no hay forma de salir. “¿Qué sentido tiene sentirse seguro cuando uno sabe que su familia no está segura?”, se pregunta Mohammed.