Tailandia/Malasia/Indonesia, 17 de abril de 2023 – “Para mí un árbol representa la vida – pues al igual que ellos yo crezco, estoy parada sobre mis pies y a la vez, ayudo a otros con mi sombra”, dice Umaira* de 14 años de edad, mientras sostiene la figura de un árbol.
Es una tarde soleada de jueves y Umaira participa de una actividad en la cual ella expresa sus emociones por medio del uso de figuras. En medio de la violencia y la persecución que ha tenido que enfrentar la etnia rohingya, logró escapar por sus propios medios en 2021 cuando tenía 11 años y llegar a Tailandia sin saber cuál sería su destino en aquel lugar.
Durante la actividad se le une Roshida*, de 17, y Shobika*, quien recientemente cumplió los 18. Ambas partieron en el mismo barco desde Cox’s Bazar en Bangladesh, que actualmente es el mayor asentamiento de refugiados del mundo.
Roshida sostiene la figura de un caramelo. “Me trae recuerdos de mi infancia, cuando con mis amigos y mis familiares nos reuníamos para fiestas. Espero recuperar el mismo sentido de comunidad algún día”.
Mientras tanto Shobika sostiene un auto de juguete, que según su propia explicación, representa la estabilidad y la libertad.
Las tres jóvenes residen en la actualidad en un albergue para menores y familias en Tailandia, uno de los once albergues que existen en el país y que alojan a menores refugiados rohingyas.
A pesar de las limitadas perspectivas a futuro de las jóvenes de este origen, desplazadas por toda la región, con frecuencia sin sus familias, hay algunos días en los que creen que todavía hay esperanzas.
“La arteterapia empodera a estas jóvenes para que puedan expresar lo que tienen en sus cabezas, ya sea que se trate de pensamientos sobre los desafíos que han tenido que enfrentar en el pasado o bien sus aspiraciones para el futuro. El uso de figuras permite que logremos atravesar las barreras idiomáticas”, cuenta Hathaithip Chaivatee, quien trabaja como psicólogo de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y que oficia de facilitador de la actividad.
En Tailandia la OIM organiza con regularidad actividades similares en albergues donde se alojan menores rohingyas, con el propósito de mejorar su bienestar mental y de brindarles un espacio seguro en el cual puedan expresarse. “Las actividades son distintas cada vez que las organizamos. El año pasado por ejemplo enseñamos a algunas niñas a bordar bolsos de compras, y luego las orientamos para que los vendieran y obtuvieran un pequeño ingreso”, dice Chaivatee.
El apoyo psicosocial y de salud mental (MHPSS) es un componente indispensable de la asistencia humanitaria que la OIM le brinda a los refugiados rohingyas en esta zona, además de proveerles alimentos e intentar paliar otras necesidades esenciales y hacerles controles regulares de salud.
En Malasia, país que en este momento alberga a más de 100.000 personas de la etnia rohingya, centros alternativos de aprendizaje se están convirtiendo en espacios para que los niños y niñas rohingyas puedan aprender y crecer.
Sekolah Islamiyah fue establecido en 2018 por un grupo de estudiantes universitarios voluntarios con el objetivo de brindarles a los refugiados y menores migrantes la oportunidad de acceder a educación primaria. Con cerca de 50 estudiantes inscriptos, la mayoría de los cuales pertenecen a la etnia rohingya, el centro imparte lecciones en materias básicas como lengua, matemáticas y ciencias.
“Estamos intentando cubrir la brecha que los menores enfrentan”, dijo Ainina, quien trabaja como profesora en el mencionado centro. “Sin los cimientos de una educación, el riesgo que corren es contar con muy pocas oportunidades en el futuro”.
Para sus estudiantes, Sekolah Islamiyah es mucho más que una escuela – se trata de una verdadera comunidad. Para reforzar el trabajo de los maestros y fomentar un sentido de pertenencia, la OIM apoyó una iniciativa para la producción de una revista en línea. Su objetivo era empoderar a los estudiantes para que compartieran sus historias por medio de diversas formas artísticas, como por ejemplo la poesía y el diseño de posters.
El proceso de creación de la revista ha sido una experiencia enriquecedora tras la cual el centro pudo publicarla en sus plataformas de redes sociales. Lamentablemente solo recibió comentarios negativos de parte de la audiencia, llenos de xenofobia y sentimientos contra los refugiados.
“Esta situación nos recordó que todavía nos queda un largo camino en cuanto a combatir la discriminación y la estigmatización de los refugiados”, dice Husna. Tras debatir si debían o no retirar las publicaciones en redes sociales, el centro decidió aprovechar lo ocurrido como una instancia de aprendizaje. “A través de nuestras discusiones, pudimos enseñarles lo que es la auto confianza y que estar en Malasia no tiene nada de malo”.
A pesar de este traspié y sin dejar de reconocer la batalla cuesta arriba que le espera a muchos chicos y chicas de la etnia rohingya, Sekolah Islamiyah no ha abandonado sus grandes planes. Este año esperan poder aumentar su capacidad de inscripción, la cantidad de materias que se imparten y la frecuencia de las clases.
Mientras tanto en Indonesia la educación sigue siendo una de las mayores prioridades de la OIM en relación a los menores rohingyas que han llegado en los últimos meses. A finales de 2022 y comienzos de 2023 Indonesia fue testigo de un significativo repunte en las llegadas de personas de la etnia rohingya, con aproximadamente 850 rohingyas llegados en los últimos cinco meses.
La OIM trabaja junto a asociados locales para dar clases a niños y niñas alojados en albergues temporarios de la Provincia de Aceh, al oeste de Indonesia. Si bien estas clases no reemplazan a la educación formal, son un espacio para que los menores de los albergues puedan participar de actividades recreativas muy beneficiosas que pueden mejorar su nivel de bienestar.
En la ciudad costera de Pidie, Murmalawati, de la Fundación Balle Seribu Bintang, es una de las maestras que lidera estos trabajos.
“Empezamos con una evaluación para comprender las necesidades de los niños y niñas”, dice. “Puede ser difícil la tarea de planificar clases cuando tienen niveles educativos diferentes. Incluso algunos de ellos y ellas ni siquiera conocen el alfabeto”.
A pesar de los desafíos, Murmalawati tiene muy en claro sus objetivos. “He sido maestra desde 2007. Me encanta trabajar con niños y niñas. A través de mis clases espero que puedan obtener la inspiración que necesitan para poder perseguir sus sueños”.
Mientras los años pasan y las perspectivas de paz y seguridad siguen disminuyendo, la determinación de los niños y niñas rohingyas en cuanto a lograr un venturoso futuro no ha cesado.
“Hemos tenido que enfrentar muchos obstáculos pero necesitamos conservar la fe y creer en nosotros mismos”, insiste Shobika. “Si no seguimos esforzándonos habremos malgastado todo el apoyo recibido hasta el presente”, agrega Roshida.
Si bien sus sentimientos expresan un gran sentido de madurez, reflejan asimismo los desafíos y experiencias que comúnmente los menores refugiados deben enfrentar y que los obligan a tener que crecer con demasiada rapidez.
Mientras sus futuros siguen siendo inciertos, estos espacios seguros les han brindado a los menores momentos ocasionales en el tiempo en los que pueden relajarse, descansar y ser simplemente niños y niñas.
*Los nombres han sido cambiados para proteger sus identidades
La asistencia humanitaria de la OIM a los rohingyas en la región es financiada por la Unión Europea y por la Oficina de Población, Refugiados y Migración (PRM) del Departamento de Estado de los Estados Unidos.
Esta historia fue escrita por Miko Alazas, Oficial de Prensa de la OIM Tailandia.