Boa Vista, 25 de abril de 2023–Mientras acomodaba sus pertenencias en una maleta horas antes de partir rumbo a una nueva vida en Santa Catarina, Estado al Sur de Brasil, Javier sintió una profunda tristeza. “Me estoy yendo para intentar forjar un futuro para mi hijo y mis nietos. Para que puedan tener una buena educación y una vida mejor que la que yo he tenido”, dijo este venezolano de 46 años.
Junto a su hijo José de 21, su nuera Deikerson, de 20, y sus tres nietos, este hombre de Ciudad Bolívar, Venezuela, que anteriormente trabajaba como mecánico de coches, ha estado viviendo desde 2019 en una humilde vivienda en Boa Vista, Brasil, por la que paga una renta de 100 dólares EEUU. Desde ese entonces la familia pudo sobrevivir gracias a la asistencia humanitaria y a que recogen botellas de plástico para reciclar.
Gracias a la estrategia de reubicación liderada por el Gobierno de Brasil, Javier va a comenzar con un nuevo trabajo en Santa Catarina. En 24 horas estará viajando 5.000 kilómetros al sur de Boa Vista rumbo a su nuevo hogar adonde espera poder traer a su familia de la cual ha tenido que separarse.
Sentados juntos sobre una cama en el porche afuera de la casa, en un intento de escapar un poco del intenso calor, Javier y su hijo intercambian algunas palabras hasta que llegue la hora de despedirse.
“Lo peor de todo esto es que me estoy separando de mi hijo y mi nuera, y, sobre todo, de mis nietos”, dijo inclinando el rostro para ocultar las lágrimas. “Pero, por otro lado, estoy feliz porque por primera vez en mi vida podré aplicar mi capacidad en un trabajo digno, con un salario fijo a fin de mes”.
Asistiendo a miles de venezolanos para que puedan volar desde la lejana Roraima hacia otras ciudades con mejores perspectivas laborales, la estrategia de ‘interiorización’ que funciona con la ayuda de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y de otras agencias de las Naciones Unidas, se encarga de ayudar a refugiados y migrantes de Venezuela para que puedan recomenzar en Brasil.
Este programa de reubicación voluntaria, que forma parte de la Operación Acogida (respuesta humanitaria del Gobierno de Brasil), ofrece una cuerda salvavidas y promueve la integración ayudando a que las personas puedan contar con nuevas oportunidades laborales o reunirse con familias o amigos en otras partes del país. En los últimos cinco años, más de 100.000 personas han podido ser reubicadas en más de 930 ciudades de este país con una superficie similar a la de un continente.
Pedro, de 26 años, y Loriuska, de 19, son una joven pareja venezolana que ha comenzado una nueva vida juntos al sur de Brasil, con oportunidades laborales en el horizonte.
“Para nosotros ha sido como renacer, ya que no volveremos a estar en la calle, tendremos un lugar en el cual dormir, un cuarto de baño, y podremos ganar dinero como para enviarle un poco a nuestras familias que han quedado en Venezuela”, dijo Pedro.
“Me siento feliz porque estamos yendo hacia un nuevo futuro”, dijo Loriuska antes de abordar un vuelo de seis horas rumbo a Curitiba, en el Estado de Paraná. “Lo que más tengo ganas de hacer ahora es estudiar. Quiero recuperar el tiempo perdido”.
Las personas son reubicadas para que puedan reunirse con familiares o amigos que ya están viviendo en otras partes de Brasil. Otras son contratadas antes de irse de Boa Vista por empresas que necesitan mano de obra y un tercer grupo es asistido por organizaciones de la sociedad civil.
Y no están solos en lo que han dado en llamar “el sueño brasileño”. Desde el mes de abril de 2018, el Gobierno de Brasil ha trasladado a miles de venezolanos desde zonas fronterizas sujetas a gran presión en el norte hacia otras ciudades como Río de Janeiro y Brasilia, ofreciendo mejores oportunidades para lograr autonomía y poder integrarse. Con la ayuda del personal de la OIM, los migrantes y refugiados encuentran un lugar para vivir además de oportunidades laborales.
Santo, de 58 años, y Mireya, de 51, llegaron un mes atrás a Brasil, con el objetivo de reunirse con su único hijo y sus nietos, que han estado viviendo en Santa Catarina desde 2021. Ambos extrañan su país natal, pero están muy agradecidos de que otros países en la región como Brasil estén recibiendo a venezolanos. “Brasil nos está brindando una nueva oportunidad y esperamos poder devolver todo lo que nos están dando”, dijo Santo, sentado en una cama marinera en uno de los albergues federales en Boa Vista.
Su viaje comenzó en Temblador, una pequeña comunidad rural en el Estado de Monagas, Venezuela. Se despidieron de amigos y parientes, vendieron el hogar que les perteneció por mucho tiempo por 300 dólares EEUU y se fueron rumbo a la frontera con Brasil. Desde aquel momento, han estado viviendo en un albergue temporal con otros cientos de venezolanos. “Nuestras vidas están suspendidas en el aire, no tenemos nada”, dijo el carpintero, con la esperanza de que al contar con un empleo estable iba a poder acceder a una nueva vivienda. “Soy un profesional con 30 años de experiencia y puedo trabajar y progresar en este lugar”.
Santo y Mireya ya ven a Brasil como su segunda casa. “Es fantástico ver que podemos ser parte del futuro de este país y que nos han aceptado”, dijo Santo irradiando felicidad mientras abordaban un vuelo rumbo a Santa Catarina para reunirse pronto con su hijo y sus nietos.
Historia escrita por Gema Cortés, Unidad de Prensa de la OIM, Oficina del Enviado Especial para la Respuesta Regional a la Situación en Venezuela.