Baidoa, 7 de noviembre de 2022 (actualizado el 16 de Noviembre) – En la ciudad de Baidoa, ubicada en la zona centro-sur de Somalia, una de las regiones del mundo más afectadas por la sequía, cada semana aproximadamente 7.500 personas llegan a los sitios para personas desplazadas necesitadas de asistencia urgente.
Quienes logran llegar a estos sitios han debido tomar decisiones dolorosas para emprender un via peligroso en la condición de debilidad en la que se encontraban, provocada principalmente por la malnutrición, y dejar atrás a los miembros más vulnerables de sus familias – jóvenes y ancianos – con la esperanza de que logren sobrevivir.
“Yo llegué a pie; me llevó casi cinco días. Durante el día nos sentábamos bajo la sombra de los árboles, esperando a que el sol se pusiera, y entonces emprendíamos nuevamente la marcha ya de noche”, dijo una mujer anciana que ha pasado dos meses en un sitio para personas desplazadas en Baidoa después de que todo su ganado muriera.
El saldo de vidas humanas perdidas ha sido abrumador, y aquí todos se han visto afectados. Sentada en medio de un grupo, otra mujer agrega, con lágrimas en los ojos: “Perdimos a algunos de nuestros hijos e hijas por la sequía”.
Esperando desesperadamente poder evitar ese destino para su hijo, Farhia, de 30 años , admite: “lucho para poder alimentar a mi hijo. Está enfermo y no sé adónde llevarlo. Nadie nos ayuda”. La joven madre luego muestra una serie de cicatrices sobre el cuerpo de su hijo de seis meses, provocadas por quemaduras. Farhia lo había llevado a un curandero tradicional quien le practicó “Guboow” ejerciendo presión con madera caliente sobre la piel para destruir la enfermedad. En somalí, la palabra “Guboow” significa quemar las cicatrices.
Farhia ha estado viviendo en los asentamientos informales de Baidoa por nueve meses, pero aún así nadie le informó de la existencia de una clínica de salud en las cercanías. Después de que Farhia compartiera la historia acerca de la enfermedad de su hijo, personal de gestión de campamentos perteneciente a la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) la puso en contacto con el Hospital de Baidoa, el cual lo admitió ese día para que pudiera tratar su una infección respiratoria. Diez días más tarde, el hijo de Farhia había mejorado considerablemente y recibía el alta.
La imposibilidad de Farhia de acceder a los cuidados que necesitaba para su hijo no es un caso aislado. Como ella, muchas personas desplazadas no conocen cuáles son sus derechos o los servicios a los que pueden acceder.
Las necesidades en Somalia son inmensas por el hecho de que más de 1 millón de personas se han visto desplazadas internamente por la sequía y unas 150.000 se han instalado en Baidoa; los recién llegados construyen albergues temporales, expandiendo los sitios informales que ya están albergando a miles de personas desplazadas por el conflicto y los impactos del cambio climático.
Para muchos, esta ha sido la primera vez que tuvieron que abandonar sus hogares y su estilo de vida. Otros han sido desplazados en más de una oportunidad, puesto que fueron desalojados o bien no contaban con los servicios esenciales en los lugares en los cuales se habían asentado.
La mayor parte de las personas que han llegado a los sitios de desplazamiento en Somalia son granjeros que solamente han conocido una vida pastoral consistente en cuidar ganado y cosechas para poder sobrevivir. Sin las comodidades de la vida moderna o sin acceso a Internet y a los medios masivos de comunicación, su principal fuente de información han sido siempre los vecinos, parientes o viajeros.
En medio del trauma de haber perdido su estilo de vida tradicional, las personas desplazadas enfrentan un nuevo obstáculo consistente en el acceso a información vital que incluye las formas y los medios de acceder a alimentos, albergues, cuidados de la salud y reunificación familiar.
“Si es la primera vez que vives en un sitio como este o incluso en una zona como esta, uno no sabe dónde obtener información, qué servicios están disponibles y a cuáles uno podría acceder, a lo cual hay que agregar que tal vez los asociados humanitarios ni siquiera saben que uno ha llegado. Es aquí donde gestión de campamentos podría llegar a cubrir la brecha existente en materia de información, servicios y coordinación”, señaló Benjamín Conner, coordinador del Cluster de Gestión de Campamentos coliderado por la OIM en Somalia.
La OIM coordina sistemas de gestión de campamentos en 628 sitios de desplazamientos en todo el país que han recibido a cientos de miles de personas en Baidoa, Xudur, Doolow, Luuq, Baardhere, Kismayo, Mogadishu, Belet Weyne, Jalalaqsi, Bulo Burto y Jowhar.
El proceso comienza cuando cada persona o familia llega. Los encargados de los campamentos identifican a cada una de esas personas y recopilan información acerca de sus antecedentes de modo tal que los asociados puedan comprender la gama de necesidades y garantizar un cuidado adecuado. Si bien el proceso parecería ser simple, cabe destacar que cada persona desplazada presenta un singular conjunto de necesidades complejas que es necesario abordar, y a menudo necesitará de de la ayuda de múltiples contrapartes o procesos paralelos para poder acceder a la asistencia.
La OIM organiza posteriormente sesiones informativas para brindar a los residentes de los sitios información y orientación acerca de sus derechos y de los servicios a los que pueden acceder, incluyendo los lugares en los cuales encontrarán instalaciones sanitarias, fuentes de provisión de agua potable, y las formas de acceder a la distribución de alimentos. Las sesiones son facilitadas por miembros de la comunidad debidamente capacitados y muy familiarizados con los servicios humanitarios en la zona.
Como plan de respaldo, los residentes del sitio de desplazamiento también acceden a información acerca del modo de expresar sus quejas o bien de hacer observaciones y comentarios para ayudar a las organizaciones en relación a necesidades específicas. Esto se hace por medio de un escritorio de ayuda o de una línea para llamadas de emergencia coordinada por la OIM.
Por ejemplo, “esta semana una joven mujer llegó con su hijo, severamente malnutrido, y pidió ayuda”, declaró Rukia Mohammed, integrante del equipo de la OIM en Baidoa. “Con la información que ella le dio al personal, pudimos derivarla al equipo de nutrición, el cual de inmediato hizo controles de salud del menor y lo derivó a una clínica de salud manejada por UNICEF”.
La falta de alimentos, agua o albergue es una de las quejas principales presentadas por los residentes de los sitios. El sistema de comentarios y observaciones sirve no solamente para mejorar la rendición de cuentas, sino también para que se acelere la provisión de asistencia. Por lo común, la OIM deriva en un plazo de 24 horas los casos a servicios locales y contrapartes que podrán cubrir sus necesidades.
Otro principio vinculado a la gestión holística de campamentos se relaciona con permitir la movilización comunitaria y la participación de la población de personas desplazadas. La OIM también capacita a los residentes para que se conviertan en movilizadores comunitarios y, como tales, diseminen importante información por medio de altavoces o bien de puerta a puerta.
Tampoco debe subestimarse la inclusión de las personas desplazadas en la vida cotidiana de los sitios. “Las personas quieren participar. Si uno logra que los miembros de la comunidad local compartan la información, esta será la mejor manera de diseminar tal información”. Sin duda alguna son fuentes confiables y comprenden las dinámicas sociales, así como las necesidades”, dijo Rukia.
No sorprende que, con más de 3.500 sitios de desplazados ubicados tan sólo en Somalia las necesidades estén abrumando a los sistemas de gestión de campamentos. La OIM y sus contrapartes gestionan el 30% de los sitios, y debido a que los fondos son limitados, atraviesan dificultades para desplegar a más encargados de campamentos que puedan monitorear y registrar a los recién llegados, y ayudar a paliar sus necesidades.
Las comunidades de personas desplazadas con frecuencia deben dejar atrás la estabilidad y protección de sus hogares y comunidades y llegan a estos sitios como un último recurso en búsqueda de seguridad, cuidados médicos, alimentos, albergue y agua. Tal vez estos sitios no puedan brindarles una solución permanente. No obstante, si son manejados adecuadamente, pueden constituir un refugio temporal donde será posible brindar asistencia vital.
Cuando la coordinación de campamentos y el apoyo a la gestión de los mismos no están presentes, las personas desplazadas son forzadas a movilizarse nuevamente para poder contar con asistencia humanitaria, a menudo porque los servicios son limitados o porque no hay una buena comprensión de todo aquello a lo cual se podría acceder dado que el intercambio de información no es eficaz.
La OIM necesita contar cuanto antes con la suma de 12,5 millones de dólares EEUU para poder expandir sus servicios de gestión de campamentos y garantizar que este apoyo vital pueda llegar hasta quienes más lo necesitan.
Desde inicios de 2022, casi 450.000 personas recientemente desplazadas pudieron beneficiarse de la información y orientación brindadas por el personal que trabaja en los sitios. Gracias a la presencia de los encargados de campamento, otras 28.000 familias afectadas por la sequía se han podido registrar para acceder a agua, alimentos, albergues, controles de la salud y artículos de higiene.
Más de 7 millones de personas en Somalia enfrentan niveles extremos de hambre, y más de 1 millón de personas se han visto desplazadas en el interior del país. Al menos 3 millones de cabezas de ganado han muerto debido a las condiciones derivadas de la sequía. La OIM está a cargo de operar una de las mayores respuestas humanitarias en Somalia y ha asumido el compromiso de ayudar a las comunidades a sobrevivir y a poder recuperarse de la sequía. En 2022, la OIM pudo llegar a más de 700.000 personas con su asistencia vital. Podríamos llegar a muchas más si contáramos con sus donaciones: Done.
Texto escrito por Claudia Rosel, Oficial de Prensa de OIM Somalia, cbarrios@iom.int