Hungría, 24 de agosto de 2022 – Vasil había estado esperando su pensión tras cuatro décadas de trabajo en la misma empresa en Ucrania. Pero en lugar de eso, estalló una guerra, tuvo que escapar, sus planes debieron esperar y su único hijo quedó en situación de peligro.
Este viudo viajó por su cuenta a la vecina Hungría. Su hijo presta servicios en la milicia de Ucrania y es soldado en una de las regiones que registra los mayores enfrentamientos. Si bien es consciente de que ha habido bajas significativas, Vasil sigue siendo optimista en cuanto a que pronto volverá a ver a su hijo. “Tanto mi pasado como mi futuro siguen estando en Ucrania”, señala.
“Esta pequeña esperanza lo mantiene con vida”, dice Szilárd Kovács, quien integra el Equipo de Apoyo Psicosocial y de Salud Mental de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en Hungría.
Vasil forma parte del grupo de más de 1 millón de personas forzadas a huir rumbo Hungría a la búsqueda de seguridad desde que Rusia invadió su país vecino en febrero. Hungría es sobre todo un país de tránsito para ucranianos y nacionales de terceros países; muchas de las personas que llegan desconocen cuáles serán sus próximo pasos. Desarraigados de su vida normal, enfrentan desafíos físicos y mentales significativos a lo largo de su prolongado y agotador viaje.
La mayor parte de las personas desplazadas de Ucrania son madres que están solas y que viajan con menores y deben enfrentar graves peligros como la trata y la explotación. Estas dificultades a menudo se ven agravadas por el dolor de dejar atrás a seres queridos. Casi sin excepción, los hombres de entre 18 y 60 años no pueden abandonar Ucrania.
Además de brindar albergues temporales a ucranianos desplazados, el personal de la OIM en Hungría también les ayuda a procesar los eventos con frecuencia altamente perturbadores que han debido soportar en meses recientes.
Szilárd integra la unidad móvil de salud de la OIM que opera en la frontera, y como tal brinda primeros auxilios psicológicos a quienes lo necesitan en los albergues temporales provistos por las autoridades locales, en los que en este momento cientos de ucranianos recién llegados encuentran refugios.
“Aprendo mucho de ellos y hago lo mejor que puedo para aportar algo a sus vidas”, dice.
La incertidumbre abunda entre muchas de estas personas que llegan a los albergues mientras intentan planificar sus siguientes pasos. ¿Adónde ir?, ¿Qué hacer?, ¿Cuándo hacerlo? Son algunas de las preguntas que por el momento siguen sin respuesta.
Otros, sin embargo, expresan con total precisión sus planes para el futuro cercano. “Hacer planes a futuro se considera como un buen mecanismo de adaptación”, explica Szilárd.
En la estación ferroviaria de Záhony, un punto de llegada para los ucranianos desplazados, las necesidades van desde una intervención inmediata ante la crisis hasta una simple conversación para dar apoyo. “Incluso un par de palabras pueden ser de gran ayuda”, dice Szilárd.
Cuando se requiere de asistencia especializada, el personal de la OIM deriva a las personas a los distintos proveedores de servicios. Muchos son remitidos a la Cruz Roja a fin de que puedan acceder a servicios médicos, en tanto que otros reciben asistencia legal de parte del Comité de Helsinki. Las personas desplazadas pueden también ser derivadas a la Soberana Orden de Malta, una organización benéfica, para recibir asistencia de transporte dentro del país.
Szilárd recuerda una experiencia particularmente significativa con una madre y sus tres hijos en la estación de ferrocarril de Záhony. Dibujaban y plegaban avioncitos de papel con la bandera de Ucrania y repentinamente el grupo comenzó a agrandarse con rapidez, pues otros niños y niñas se unieron.
“Uno podía ver la alegría en sus ojos”, recuerda. “Es el tipo de actividades que brinda una oportunidad de volver a ser niño, al menos por algunos minutos, a menores cuyas vidas han sido bruscamente desarraigadas por el conflicto. Es algo que no tiene precio”.
Olga, trabaja desde hace 15 años para la OIM como gestora de programas en conflictos de emergencias complejas y en conflictos armados crónicos. Enfatiza la necesidad de una respuesta integral en materia de salud mental que aborde las necesidades e inquietudes de quienes han experimentado eventos devastadores como la guerra.
Olga fue enviada a los países fronterizos con Ucrania en calidad de coordinadora itinerante de MHPSS en Contextos de Emergencias, y recientemente llevó a cabo una evaluación en la frontera entre Hungría y Ucrania, y en los alojamientos temporales brindados por la OIM en Hungría, con el objetivo de determinar cuál es la mejor manera de apoyar el bienestar psicosocial de las poblaciones desplazadas que transitan por el país.
“En estos albergues temporales, la vida está en pausa para muchas mujeres, hombres y menores que han sido forzados a dejar sus hogares, para comenzar totalmente de cero en un país desconocido – a menudo con pocos o sin recursos”, explica Olga.
“Esto ha tenido un impacto tremendo sobre su salud mental mientras hacen duelo por las vidas que les fueron arrebatadas y también por su país”.
Las personas desplazadas a menudo son dejadas con pocas alternativas de planes de vida y perspectivas de futuro. El personal de la OIM aporta estructura a sus vidas cotidianas y un sentido de pertenencia para ayudarles a manejar la pérdida y el sufrimiento, alentando la creación de diversos comités, cada uno con diferentes responsabilidades hacia la comunidad.
Cuidar del bienestar de otros puede también implicar un costo en la salud mental de los profesionales que están trabajando incansablemente para ayudar a los demás. Una reciente evaluación puso de manifiesto que las poblaciones desplazadas, el personal y los voluntarios necesitan de un espacio seguro para poder procesar sus emociones y experiencias relacionadas con la guerra. Los profesionales y voluntarios que operan en estos entornos deben tener acceso a las iniciativas de “cuidados para cuidadores”. Como primer paso, se ha establecido un grupo de discusiones semanales para los voluntarios y el personal que trabaja en los albergues.
Desde el estallido de la guerra, 1,1 millones de personas han llegado a Hungría desde Ucrania; casi 28.000 han solicitado un estatus temporal de protección en el país. La Unidad de Salud Mental de la OIM ha brindado apoyo de salud mental y psicosocial a más de 150 ucranianos desplazados y ha podido identificar a 280 personas con necesidades de protección u otro tipo de servicios.
Mientras el conflicto en Ucrania no muestra señal de remisión, y las necesidades de las personas desplazadas siguen en aumento, los equipos de la OIM planean expandir estos servicios cruciales de salud mental en zonas donde los porcentajes de llegadas son más elevados.
Por Anna Gergely, Asistente de Prensa, OIM Hungría