Selvan, de 47 años, fue uno de los 303 migrantes de Sri Lanka que los traficantes abandonaron en el mar por 28 días. Foto: OIM 2023/Anushma Shrestha

Jaffna, Sri Lanka – Es un día soleado y Selvan se dirige en su motocicleta a comprar alimentos en un lugar cercano. La luz de sol directa lo molesta y no le permite concentrarse en el camino. 

Su visión se vuelve borrosa y el pánico se apodera de él: está de regreso en una embarcación que se está hundiendo, junto a más de 300 personas a bordo, golpeado por olas que no dan tregua, luchando para poder controlar su cuerpo. Manejando su motocicleta a través de Jaffna, con el corazón latiendo fuertemente, Selvan, de 47 años, lucha para recuperar el aliento, abrumado por el miedo insuperable de ahogarse. 

Aprieta el freno y regresa a la realidad; mirando a su alrededor, suspira profundamente antes de agradecerle a Kadavul (Dios en Tamil) por haberlo traído de regreso a casa en condiciones de seguridad. Atrapado en sus recuerdos, se pasó del lugar al cual se dirigía y ahora pega la vuelta hacia su hogar.   

Esta recaída momentánea en el desorden de estrés postraumático que padece no es una experiencia nueva para Selvan. En noviembre de 2022, fue uno de los 303 migrantes de Sri Lanka, entre los cuales había decenas de mujeres y menores, varados a bordo de una embarcación que estuvo a la deriva en las aguas entre las Filipinas y Vietnam por 28 días. Otras personas migrantes informan haber vivido experiencias similares.

Como orgulloso propietario de una granja, Selvan lucho para mantener a resguardo su ganado durante la crisis económica. Foto: OIM 2023/Anushma Shrestha

“Yo era un funcionario muy reconocido en el Colegio de Educación. Durante mi tiempo libre, trabajaba en la granja, criando animales”, cuenta Selvan, recordando cómo era su vida antes de la crisis financiera que elevó el índice de inflación, provocó escasez crítica de artículos esenciales y llevó a altos índices de desempleo e inseguridad alimentaria.  

"La crisis económica pasó factura a nuestras vidas. La hambruna del ganado se complicó aún más cuando se prohibieron las importaciones, incluso de fertilizantes. Mis ganancias como trabajador del sector público no alcanzaban para sobrevivir”. 

“Había rumores en la ciudad acerca de un gran barco que estaba esperando en la costa en ruta hacia Canadá. Soy padre de cuatro hijos, y como único sostén del grupo familiar, la responsabilidad por el bienestar de todos ellos pesaba sobre mis hombros. Llámenlo desesperación si quieren, pero consideré que esta era la única cuerda salvavidas con la que contaba para escapar de mis problemas financieros y conseguir un empleo. Necesitaba encontrar la manera de que mis hijos pudieran continuar estudiando”.  

Selvan se dejó llevar por los rumores que circulaban por la ciudad y buscó al agente que facilitaba el viaje, quien le pidió una pesada suma de 4.000 dólares EE.UU. Apostó todo lo que tenía, e incluso empeñó su casa y algunas joyas de su esposa, se fue de su empleo permanente, todo esto con la esperanza de un mejor futuro para sus hijos.  

Muchos negocios, en especial las microempresas como el negocio de Ankita, se vieron severamente impactados por la crisis financiera. Foto: OIM 2023/Anushma Shrestha

En otra ciudad ubicada a 50 kilómetros, los mismos rumores llegaron hasta Ankita y su esposo. Vendió su pequeño negocio de costura, que estaba languideciendo por la ausencia de clientes durante meses, y puso su casa como garantía para poder pagarle a un agente la suma de 7.000 dólares EE.UU. para cubrir su viaje y el de su marido.  

“El agente hizo los arreglos necesarios para que viajáramos a Myanmar con una visa de turista y nos llevó a un pequeño hotel”, recuerda. “Se llevaron nuestros pasaportes diciendo que los necesitaban como evidencia para poder procesar nuestras visas en la embajada y nos dijeron que no debíamos salir de las habitaciones del hotel. La visa nunca llegó ni tampoco nos devolvieron nuestros pasaportes”.  

Confinados en la habitación del hotel por meses, el agente intentó dar seguridad a la pareja, diciéndoles que estaban en el proceso de juntar más pasajeros para el viaje y que todos iban a abordar una embarcación rumbo a Canadá a principios de octubre.  

“No tuvimos más opción que la de creer en lo que los intermediarios decían”. 

Finalmente, el día de la partida llegó. Una mañana bien temprano, los migrantes de Sri Lanka fueron transportados a su barco anclado en las playas de Myanmar. En lugar de encontrar el gran barco del que había hablado el agente, lo que los esperaba era un bote bastante frágil.   

En el grupo había 22 mujeres y 14 menores, y todos ellos fueron ubicados en el pequeño bote que finalmente zarpó. El segundo día del viaje, el agua del mar empezó a entrar en la embarcación. Los miembros de la tripulación que estaban navegando con ellos se fueron en una balsa de madera y prometieron que iban a regresar en un otro barco. Pero nunca lo hicieron.

Ankita recuerda su experiencia de encontrarse varada en el mar sin alimentos ni agua potable. Foto: OIM 2023/Anushma Shrestha

“Cuando vimos que la tripulación que se había ido en la balsa no regresaba, nos dimos cuenta de que habíamos quedado varados en el medio de la nada. Sobrevivíamos con pequeños paquetes de raciones que habíamos traído para el viaje. Por precaución solo consumíamos una ración por día”, recuerda Ankita.   

“Si bien sentíamos hambre, el principal problema era la sed. Juntábamos un poco de agua para beber en baldes oxidados cuando llovía”.  

“Alguien que se encontraba en el bote, que había estado en la armada de Sri Lanka en el pasado, sabía cómo operar un teléfono satelital. Envió señales de pedido de ayuda con la esperanza de que vinieran a rescatarnos, pero los días pasaban y no recibíamos ninguna respuesta ni había ningún barco rescatista a la vista. A esta altura, todos habían empezado a temer por sus vidas y a lamentarse por haberse subido a ese bote”.    

Pasaron veintiocho días antes de que una embarcación de bandera japonesa respondiera a nuestro llamado de emergencia y nos rescataran a todos los que estábamos a bordo. Las personas fueron trasladadas a un barco de rescate de Vietnam y allí recibieron los cuidados adecuados hasta que llegaron a Vung Tao, Vietnam. 

“Cuando divisamos el barco desde lejos, sabíamos que esa era nuestra única chance. En ese momento nos volvió la determinación y la esperanza y rápidamente empezamos a hacer ondear nuestras banderas para que pudieran vernos. Cuando empezaron a dirigirse hacia donde nos encontrábamos, sentimos que revivíamos”, agrega Ankita. 

La misión de rescate fue un esfuerzo conjunto de los Gobiernos de Vietnam y de Sri Lanka, en coordinación con la Armada de Sri Lanka y las Misiones de Sri Lanka en las Filipinas, Singapur y Vietnam, como así también los Centros de Coordinación de Rescate Marítimo (MRCC) regionales, con base en Singapur.  

Cuando los migrantes llegaron en condiciones de seguridad a Vung Tao, la OIM Vietnam se asoció al Gobierno de Sri Lanka y a su Embajada en Hanoi para brindar asistencia inmediata que incluyó alimentos, artículos de emergencia, asistencia médica, kits de higiene, asesoramiento psicosocial y albergues de emergencia. 

“Tan pronto como recibimos la información de la Embajada de Sri Lanka, nuestro equipo encargado de la Protección fue enviado rápidamente a Vung Tao con el propósito de brindar asistencia y facilitar el retorno voluntario de los migrantes”, sostuvo Sarat Dash, Jefe de Misión de la OIM para Sri Lanka y las Maldivas. “Coordinamos estrechamente con las autoridades de Sri Lanka y de Vietnam la emisión de documentos provisorios de viaje, ya que los traficantes habían confiscado los pasaportes de los migrantes”.   

El retorno voluntario se dio en dos tandas y la OIM facilitó los controles médicos e hizo todos los arreglos necesarios para el viaje desde Vietnam a Colombo en Sri Lanka, y luego al destino final en Jaffna, su ciudad de origen.  

La OIM apoyó el retorno voluntario y la reintegración de las personas rescatadas del calvario que estaba sufriendo. Foto: OIM 2023/Anushma Shrestha

“Cuando la OIM nos informó acerca de la oportunidad para poder regresar a nuestros hogares, la aproveché inmediatamente”, relata Selvan. “Pero a medida que el día del regreso se iba acercando experimenté una mezcla de emociones, por conocer la precaria situación financiera de mi país y el hecho de que yo había gastado los ahorros de toda una vida y mi casa. Fue el aliento de mi familia lo que finalmente reafirmó mi convicción en cuanto a regresar y empezar de nuevo”. 

Sus padecimientos estaban lejos de terminar. Porque la mayoría de los migrantes que retornaron se encontraron sin empleo y adeudados.  

“No fueron las burlas y el desdén de parte de los miembros de mi comunidad lo que más me molestaba; lo que sí me dolía era no poder recuperar mi empleo, al cual yo le había dedicado 20 años”.   

Hoy trabaja en su granja a tiempo completo. 

“Estamos pagando en cuotas mensuales para cancelar las garantías. Sin embargo, al no contar con un empleo digno y un ingreso fijo, apenas si nos quedan unas monedas para poder llegar a fin de mes”, cuenta Selvan.  

Si bien todos los que han retornado dicen que no volverían a hacer semejante viaje, los rumores de un nuevo barco esperando en la costa en ruta hacia Canadá persisten y los intermediaros están en las sombras para intentar aprovecharse las vulnerabilidades socioeconómicas de las personas.  

"Mi mensaje para todos aquellos que están pensando en migrar es que nunca elijan hacerlo por canales irregulares y que nunca crean ciegamente en los rumores que pudieran escuchar. Mejor hagan un análisis profundo y siempre diríjanse a los consulados y consulten a profesionales”, dice Selvan.  

Dash de la OIM está de acuerdo con las palabras de Selvan.  

"La situación económica en el país sigue siendo frágil y volátil”, dice. “Mientras los mencionados rumores se diseminan, es necesario contar cuanto antes con una cooperación a nivel internacional y expandir las vías para una migración segura, ordenada y regular, brindando alternativas prácticas que podrían de modo más efectivo disuadir a los potenciales migrantes de la acción de embarcarse en viajes tan peligrosos”.  

Es de vital importancia que los Estados fortalezcan la cooperación bilateral, guiados por el espíritu de solidaridad y responsabilidad compartida, en operaciones de búsqueda y rescate (SAR) coordinadas y garantizando que las personas migrantes y refugiadas reciban asistencia oportuna y vital.  

Actualmente la OIM Sri Lanka Brinda apoyo para la reintegración a todos los migrantes que retornan, incluyendo asistencia en efectivo y/o en especie, a la par que se enfoca en la reintegración sostenible y en desarrollar su resiliencia socioeconómica para ayudarlos a que puedan reconstruir sus vidas. La OIM también trabaja con los Estados y con las autoridades locales para brindar asesoramiento psicosocial básico, oportunidades para la adquisición de capacidades y para facilitar el apoyo para la derivación, asegurando de tal modo soluciones a largo plazo para las personas migrantes rescatadas.   

El retorno voluntario y la reintegración de los migrantes de Sri Lanka ha sido posible gracias a los fondos aportados por el Gobierno de Canadá a través de Asistencia Mundial para Migrantes Irregulares (GAIM) y por el Gobierno de Australia a través del proyecto “Apoyo a los Esfuerzos de los Estados Miembros del Proceso de Bali para brindar servicios de retorno y reintegración a migrantes varados”. 

Para más información acerca del programa de la OIM sobre retorno voluntario asistido y reintegración tenga a bien contactar con Saskia Kok (slekok@iom.int), Encargada de Protección en la OIM Tailandia. 

* Los nombres de los migrantes en esta historia han sido modificados para proteger sus identidades.   

Esta historia fue escrita por Anushma Shrestha, Oficial Asociada de Comunicaciones en la OIM Tailandia.  

SDG 3 - SALUD Y BIENESTAR
SDG 8 - TRABAJO DECENTE Y CRECIMIENTO ECONÓMICO
SDG 10 - REDUCCIÓN DE LAS DESIGUALDADES
SDG 16 - PAZ, JUSTICIA E INSTITUCIONES SÓLIDAS