Isla Uman – “Como ustedes saben, aquí no se trata de una única familia viviendo en una casa; están la madre y el padre, los hijos y los hijos de los hijos, todos viviendo juntos. Cuando pasó el tifón, la mitad de ellos tuvieron que irse a las tierras altas y el resto se refugió en la casa del vecino calle abajo”, cuenta Aruchina al recordar el tifón que destruyó su hogar.
Sentada junto a su hija en el porche de su hogar costero en la Isla Uman, Chuuk, está rodeada por al menos una docena de niños y niñas que corren, conversando y robando miradas de las nuevas caras en su hogar.
“Yo nací y crecí en esta tierra. Mis padres también se criaron aquí”, cuenta Aruchina.
Ella y otros diez miembros de la familia se encontraban en casa el día en el que el Tifón Wutip arremetió.
Lo que empezó como un desajuste tropical leve en la zona sudoeste de las Islas Marshall se desplazó hacia el noroeste en dirección a las islas externas de los Estados de Pohnpei, Chuuk y Yap, sumando intensidad y provocando gran destrucción a su paso.
Las típicas casas de Chuuk como la de Aruchina se desplomaron. Las cosechas quedaron destruidas y los pozos de agua contaminados, dejando aproximadamente a unos 11.500 residentes en los Estados Federados de Indonesia (FSM por su sigla en inglés) en situación de vulnerabilidad.
Aruchina tiene una discapacidad y eso hace que no le resulte tan sencillo desplazarse. Se sienta en el piso en el porche y sigue explicando de qué manera ella y su familia se refugiaron en la casa de su vecino, una espaciosa y sólida estructura de concreto hacia la que muchos otros vecinos corrieron ese día también para protegerse.
Se quedaron allí en los meses posteriores al paso del tifón, ayudándose mutuamente de modo tal que todos tuvieran para comer, hirviendo agua de las reservas y evitar así el uso de agua contaminada. Además, planificaban los futuros pasos.
Tras el desastre Aruchina y su familia accedieron a asistencia inicial de emergencia brindada por la Oficina Estatal de Coordinación de Desastres. La familia también se benefició con la asistencia para la reconstrucción en el marco del Proyecto Desarrollo de Resiliencia en el Pacto de Naciones (RESILIENCE), implementado por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en sociedad con el Gobierno de los Estados Federados de Micronesia.
Diseñadas para soportar fuertes vientos, lluvias torrenciales e inundaciones, las casas del Proyecto RESILIENCE son construidas sobre pilotes colocados a un metro de altura del suelo y su terminación incluye persianas anti tormenta en las seis ventanas de la estructura.
Cada casa está también equipada con un tanque de agua con una capacidad de 1.600 galones que permite que las familias puedan juntar agua de lluvia y usar sistemas de desagüe que desvían el agua contaminada y minimizan la contaminación. En el caso de Aruchina también se instaló una rampa de siete metros en el camino de ingreso a la casa, asegurando de tal modo que ella pueda entrar y salir de la casa en su silla de ruedas.
Aruchina y su familia accedieron a una casa recientemente construida en la misma propiedad, en la que la familia ha estado viviendo por generaciones. “Ya no me preocupo cuando hay marea alta”, dice, “y la rampa es de gran ayuda para poder moverme”.
Si bien ahora viven en un hogar mucho más seguro y resistente a los embates del clima, los riesgos siguen siendo altos para Aruchina y para otras comunidades costeras similares que residen en los Estados Federados de Micronesia.
De acuerdo con estudios realizados por la OIM, en el futuro los peligros climáticos extremos serán cada vez más frecuentes por el cambio climático. El vínculo entre el cambio climático, la migración y el desplazamiento es cada vez más fuerte en todo el mundo. La Organización Meteorológica Mundial de las Naciones Unidas declaró a 2023 como el año de El Niño y ha descubierto que las temperaturas oceánicas en el Pacífico Central han aumentado en casi un grado Celsius desde febrero de 2023. En conjunción con otros factores climáticos, es posible que otro ciclón temporal azote la región del Pacífico.
Los peligros se ven particularmente agravados para familias como la de Aruchina porque en ese grupo hay adultos mayores, personas discapacitadas y menores, todos ellos con limitaciones físicas, disparidades en cuestiones de salud o dificultades para movilizarse si llegaran a quedar expuestas a situaciones de mayor vulnerabilidad.
Para evitar, mitigar y abordar el desplazamiento relacionado con los desastres climáticos y fortalecer la resiliencia de las personas, la OIM convoca a los Gobiernos para que implementen medidas sostenibles de adaptación al cambio climático, de preparación y de reducción del riesgo de desastres.
Historia escrita por Haimanot Abebe, Oficial de Prensa en la OIM Micronesia