Los Cárpatos, 13 de mayo de 2022– Sasha, Masha y Dasha* juegan al escondite debajo de las mesas en un centro de alojamiento para personas desplazadas internas (PDIs) en el que están viviendo con sus padres, Oksana y Andrii. Cuando la guerra comenzó, Sasha acababa de cumplir un año; sus hermanas tienen cuatro y seis.

La familia logró escapar de un pueblo de la región de Sumy, a tan sólo cien metros de la frontera con la Federación Rusa. Durante varias semanas todos los caminos cercanos al pueblo quedaron cortados por la ofensiva rusa. A la primera oportunidad que tuvieron, la familia cargó sus pertenencias en el coche y se dirigió a la zona occidental de Ucrania.

“No sabíamos qué era más peligroso – quedarnos allí o arriesgarnos a manejar por las zonas en las cuales había enfrentamientos. Logramos escapar. Como muchas otras personas desplazadas pensamos que estaríamos lejos por una o dos semanas. Pero ahora ya ha pasado un mes y nadie tiene idea de cuándo podremos regresar a nuestros hogares. Sasha y Masha son demasiado pequeñas como para entender lo que está pasando, pero Dasha sabe bien que hay una guerra”, señala Andrii.

Andrii, Oksana y sus tres hijas viven en dos habitaciones en una vivienda ubicada en una reserva natural, la cual fue convertida en un centro de alojamiento para personas desplazadas internamente. Foto: OIM/Ivan Riznyk

Ahora la familia se está quedando en un lugar remoto en medio de los Cárpatos, a más de 1.000 kilómetros de su hogar. Tuvieron suerte de poder encontrar refugio en un albergue dentro de un parque natural. Cuando la guerra comenzó, otros parques nacionales también abrieron sus puertas a los ucranianos desplazados, ofreciéndoles un hogar temporal rodeados de la serenidad de las montañas.

En alianza con el Ministerio de Protección del Medioambiente y de Recursos Naturales de Ucrania y con fondos del Ministerio del Commonwealth y de Desarrollo del Reino Unido, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) brindó su apoyo a estos centros colectivos para personas desplazadas internamente recientemente inaugurados. Se mejoraron habitaciones y baños; se colocaron luces en las calles a base de energía solar; se instaló un sistema de tratamiento de aguas residuales y se procedió a la distribución de muebles, ropa de cama, utensilios de cocina y artículos de higiene.

“Inicialmente planeamos abrir nuestro alojamiento para turistas en mayo, pero cuando la guerra comenzó tuvimos que actuar de inmediato”, explica el director del parque natural, Mykhailo Nechai. “No había un sistema adecuado para el tratamiento de aguas residuales, y esa era nuestra principal inquietud, puesto que más y más personas llegaban cada día. La OIM adquirió todo el equipamiento necesario y nos ayudó a instalar el sistema”.

La OIM brindó su asistencia a las instalaciones para garantizar que el alojamiento temporal fuera digno y cómodo. Foto: OIM/Ivan Riznyk

En la cocina, Viktoriia prepara la comida para su familia. Ella llegó a los Cárpatos junto a sus hijos, Mykola e Iván, y su madre anciana. Escaparon de la ciudad de Berdiansk en la región de Zaporizhia, que ahora está bajo el control de las milicias rusas. Su viaje duró cuatro largos días. “Nos quedamos en la ciudad ocupada de Berdiansk todo el tiempo que pudimos pero la situación se estaba tornando realmente atemorizante. Circulaban informes que daban cuenta de la desaparición de muchas personas, de detenciones y arrestos. Yo temía por mis hijos. Cuando nos fuimos, fue un camino hacia lo desconocido puesto que condujimos a lo largo de campos minados y tuvimos que atravesar controles militares en los que debíamos detenernos. Mi hijo de 18 años fue obligado a desvestirse ya que los militares rusos los revisaban a todos a la búsqueda de alguna señal de afiliación a las fuerzas armadas ucranianas”, recuerda Viktoriia.

Esta sensación de incertidumbre y de ir rumbo a lo desconocido nunca los abandonó. Habiendo encontrado un espacio relativamente seguro para vivir, Viktoriia se enfoca ahora en el bienestar de su familia. Sus hijos siguen con su educación en línea, y la familia tiene la intención de quedarse en Ucrania. Sin embargo, mientras la guerra ingresa ahora en su tercer mes, su desplazamiento podría extenderse. Muy pronto tal vez deban buscar otra solución a largo plazo para su problema habitacional.

Viktoriia y sus hijos están contentos ahora porque se sienten seguros pero siguen preocupados por lo que puede estar ocurriendo en Berdiansk, su ciudad de origen. Foto: OIM/Ivan Riznyk

Desde el 24 de febrero las regiones occidentales de Ucrania siguen siendo los destinos elegidos por las personas desplazadas internamente que ya albergan a más de 3 millones de ucranianos desplazados. Las capacidades locales están sujetas a una gran presión. Casi la mitad de las personas desplazadas internamente (47%) que actualmente reside en las regiones occidentales están pensando en reubicarse en algún otro lugar de acuerdo con los resultados de la encuesta sobre desplazamiento.

“Mi temor es que Berdiansk quede detrás de la cortina, supongo que se entiende lo que quiero decir. Estamos rezando para poder regresar a nuestro hogar. Por el momento la sensación que tenemos es que nuestras vidas y nuestro estado mental están en pausa. Pero tenemos la esperanza de que sea una pausa momentánea, y tengo mucha fe, quiero creer que así será”.

*Los nombres han sido cambiados por razones de protección.

Escrito por Iryna Tymchyshyn, OIM Ucrania.

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