Ma’rib, Yemen – Tahani pasó la mayor parte de su vida en una pequeña aldea en Yemen Occidental. Como muchas mujeres de zonas rurales pensaba que su única tarea era manejar las cuestiones familiares y la idea de generar un ingreso por sí misma no se le cruzaba por la cabeza.
“He tenido que soportar tantas privaciones durante toda mi vida, siempre sometida a otros y dependiendo de ellos para poder cubrir mis necesidades”, explica esta madre de 26 años. “Afortunadamente mi vida ha dado un vuelco para mejor y ahora quiero ayudar a otras mujeres a que ellas puedan también mejorar sus vidas”.
La cultura de Yemen es muy conservadora y las mujeres con frecuencia tienen roles bastante limitados fuera de sus hogares. Esta dependencia de los hombres en relación a los medios de subsistencia es particularmente prevalente en zonas rurales, en donde las mujeres enfrentan barreras significativas para lograr la independencia económica.
Durante varios años Yemen se ubicó en el último lugar del Índice Mundial sobre Brecha de Género del Foro Económico Mundial, considerándoselo como uno de los países más problemáticos para la participación económica de las mujeres, su empoderamiento político y su acceso a educación. También quedó penúltimo sobre un total de 177 países en el Índice Mundial de 2023 sobre la Paz y Seguridad de las Mujeres.
La perspectiva de Tahani cambió drásticamente cuando se casó y tuvo que irse de la aldea y dejar a su familia por el conflicto de una década que afectó a su país.
“Me mudé a Dhamar inmediatamente después de haberme casado”, recuerda Tahani. “Debido a la situación en el país y a pesar de los grandes esfuerzos que mi marido hizo para encontrar un empleo, nuestra situación financiera se fue deteriorando hasta que no nos quedó más opción que la de irnos”.
La nueva pareja se reubicó en el sitio de desplazamiento de Al Motahaf en Ma’rib, una importante ciudad en el centro de Yemen, esperando tener mejores posibilidades a nivel laboral para el marido.
“Cuando llegamos a Ma’rib nos quedamos con un primo”, explica Tahani. “Solamente tenía dos habitaciones en las cuales ya estaban viviendo varias familias, de modo tal que tuvimos que vivir en una tienda en el techo por todo un año, debiendo soportar condiciones climáticas extremas. Más tarde alquilamos un cuarto pequeño, poco iluminado y ventilado”.
La ciudad de Ma’rib ha experimentado un influjo considerable de familias desplazadas en los últimos años, con más de 65.000 familias residiendo en los sitios de desplazamiento. Este incremento del desplazamiento ha ejercido una mayor presión sobre la economía que ya estaba desplomándose y exacerbó la competencia por las oportunidades de empleo.
La vida en Ma’rib no era fácil para Tahani y su marido pues debían lidiar con un ingreso limitado y duras condiciones de vida, lo cual los obligó a regresar a Dhamar. En su lugar de origen, se dieron cuenta de que la vida tampoco sería más fácil.
“Quedé embarazada y así fue como nació mi primera hija. Lo triste fue que se enfermó y los hospitales no pudieron darle los cuidados necesarios. Falleció porque no podíamos acceder a los cuidados médicos que necesitaba”, dice Tahani con gran pesar.
La muerte de su hija provocada por una enfermedad benigna, sumergió a la pareja en una profunda tristeza y los llevó a tomar la decisión de irse de Dhamar para siempre.
Por primera vez en su vida, Tahani sintió en carne propia lo que significaba la impotencia y la dependencia de otras personas.
Al igual que Tahani, el viaje de Shatha Almerda se caracterizó por la lucha, pero también por una ambición profundamente arraigada. Durante los años en los que se formó tuvo que enfrentar muchos obstáculos exacerbados por la guerra y por la falta de oportunidades económicas en su ciudad natal.
“Mi padre se esforzó mucho para darle lo necesario a mi familia desde que el conflicto comenzó”, recuerda Shatha. “En una oportunidad su farmacia en Al Hodeidah terminó quebrada y tuvimos que mudarnos a Ta’iz en donde las cosas apenas si mejoraron”.
Al igual que en el caso de Tahani, la familia de Shatha se reasentó en Ma’rib buscando la manera de mejorar sus condiciones de vida. En un intento por sostener a su familia y cumplir con su sueño de convertirse en trabajadora humanitaria, Shatha empezó a trabajar como voluntaria para varias organizaciones sin fines de lucro.
Actualmente Shatha trabaja como Oficial de Proyecto para el Empoderamiento de las Mujeres en la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en Ma’rib. Su objetivo principal es alentar la participación de las mujeres en las comunidades aledañas a través de varias iniciativas.
“Trabajar en el sector humanitario ha sido una fuente de inspiración para mí”, reflexiona Shatha. “Me he cruzado con tantas personas que han tenido que enfrentar situaciones muy duras y sus historias me alientan a seguir a pesar de los problemas que puedo llegar a encontrar en el camino”.
Las historias de ambas mujeres se entrecruzaron cuando Tahani y su marido decidieron intentar nuevamente asentarse en Ma’rib.
Inmediatamente después de mudarse, Tahani quedó embarazada de nuevo y dio luz a una niña. Sin embargo, terminó muy débil por no haberse alimentado adecuadamente. “Los doctores no permitieron que yo le diera el pecho a la niña porque mi salud no estaba bien, y comprar la leche para la bebé se volvió otro motivo de preocupación”, recuerda Tahani.
La situación cambió cuando Shatha visitó por primera vez el sitio de desplazamiento de Al Motahaf en donde Tahani vivía. Shatha se sintió inspirada por la resiliencia de Tahani en tanto que a Tahani la impresionaron la confianza y la amabilidad de Shatha. Cuando ambas se conocieron, Tahani se enteró del proyecto de la OIM y expresó su interés en aprender alguno de los oficios que se ofrecían en la capacitación.
La OIM ha estado apoyando activamente a las mujeres a través de varias actividades en diversos sitios de desplazamiento gestionados por la OIM en todo Yemen, a través del Proyecto de Participación de Mujeres. Como parte de sus actividades, el equipo de Gestión y Coordinación de Campamentos de la OIM (CCCM) llevó a cabo sesiones de capacitación sobre accesorios hechos a mano para 77 mujeres en cuatro sitios en Ma’rib, con el propósito de brindarles capacidades que luego les permitan generar un ingreso.
El equipo ha estado trabajando para garantizar la participación comunitaria y la inclusión de mujeres y de otros grupos vulnerables en los procesos de toma de decisiones y para garantizar una respuesta justa e impulsada por la comunidad que cubra las necesidades específicas de todas las personas.
El taller fue un punto de inflexión para Tahani. Descubrió su talento y pasión para la fabricación de accesorios y dominó el arte del marketing y de la venta. Gracias a esta experiencia también logró ganar confianza y autoestima y hacer nuevos amigos.
“En el pasado nunca había tenido el coraje de estar de pie delante de otros y hablar en voz alta”, explica. “A través del taller aprendí a comunicarme y negociar con los clientes, a presentarme eficazmente a mí misma y a mis productos, y a manejar los comentarios y observaciones además de las quejas”.
Con el paso del tiempo Tahani empezó a vender sus creaciones en el mercado local y lentamente pudo crearse su propio negocio. Con cada puntada y cada abalorio tuvo un sentimiento de orgullo y satisfacción que nunca antes había experimentado. Hoy Tahani finalmente puede obtener un ingreso y paliar las necesidades de su familia.
“Me siento orgullosa y feliz cada vez que veo que mis productos son apreciados por las personas y los compran; finalmente siento que tengo valor y voz en la sociedad”, dice Tahani. “Yo quiero hacer por otras mujeres lo mismo que Shatha ha hecho por mí”.
El Proyecto de Participación de Mujeres en Ma’rib es financiado por la Asistencia Humanitaria de la UE y por la Oficina de Asistencia Humanitaria de USAID en el marco de las actividades de CCCM de la OIM.
Esta historia fue escrita por Haithm Abdulbaqi, Asistente de Prensa de la OIM Yemen.