Kabul, 5 de marzo de 2021 – En los últimos años el mundo ha reconocido el sacrificio hecho por muchas trabajadoras sanitarias – doctoras, enfermeras, técnicas de laboratorios y otras –  que han arriesgado sus vidas cada día para cuidar a los enfermos, mientras la pandemia de COVID-19 sigue llevándose millones de vidas.

En todos lados, las trabajadoras sanitarias en la primera línea corren un riesgo muy alto de quedar expuestas a la infección por COVID-19, pero en Afganistán, deben enfrentar otras amenazas tales como los conflictos, los desastres y la inseguridad.

Esto no ha disuadido a docenas de mujeres de los equipos sanitarios de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) a ponerse las máscaras, guantes y guardapolvos e ir a trabajar.

Todos los días.

La Dra. Afsana y otras trabajadoras médicas controlan y testean a mujeres con síntomas de COVID-19 en una mezquita en la provincia de Herat. Foto:  OIM/Angela Wells

“Yo sé que la enfermedad del coronavirus es muy peligrosa para mí y para mi familia”, dijo una doctora trabaja para la OIM. “Pero aún así vengo aquí a trabajar para mi gente porque estoy motivada para ayudar a quienes lo necesitan. Simplemente no hay ningún otro lugar adonde ellos podrían ir para ser testeados o para recibir cuidados por esta enfermedad”.

Como cientos de miles de trabajadores sanitarios en todo el mundo, ella se contagió el COVID-19 hace algunos meses. Felizmente se recuperó y ahora está de regreso en la primera línea ayudando a los demás.

Esta doctora presta servicios como médica en uno de los Equipos de Respuesta Rápida 18 de la OIM, el cual se desplaza por cuatro de las provincias de Afganistán que registran el mayor número de retornos de migrantes desde Irán y Pakistán, ofreciendo servicios de cuidados sanitarios, recogiendo muestras de COVID-19 y trabajando en la comunicación de riesgos para refrenar la propagación de los contagios en comunidades con escasa atención médica.

Entre las personas a las cuales se prestan servicios se encuentran más de un millón de afganos que han retornado a sus hogares desde Pakistán o Irán el año pasado.

Aina, de 30 años, revisa a los migrantes afganos a la búsqueda de síntomas de COVID-19 en el centro de recepción de la OIM en la frontera con Pakistán. 

“La mayor parte de las personas que regresan de Pakistán no cuentan con suficiente información sobre la COVID-19. No queremos atemorizarlas, sino que lo que hacemos es controlar sus síntomas y les damos la información necesaria para mantenerlas a resguardo cuando llegan”, explicó Aina. “Les aconsejamos no dejar de lavarse bien las manos, mantener el distanciamiento físico y evitar los lugares atestados, medidas que les permitirán protegerse ellos mismos y a sus familias”.

“Esto es importante para la seguridad de las comunidades, porque si una persona está infectada con COVID-19 y luego sigue su viaje rumbo a Afganistán puede poner en riesgo a otras personas”, agregó Aina.

Una madre y su hijo se someten a un control exhaustivo de salud en el centro de recepción de la OIM en Spin Boldak, ubicado en la frontera entre Pakistán y Afganistán. Foto: OIM/Angela Wells

Muchos de los migrantes retornados han gastado todos sus ahorros y se han endeudado significativamente, tan solo para lograr volver a sus hogares. A menudo, los cuidados sanitarios no son una opción para los retornados que deben asentarse en zonas en las que la clínica más cercana puede encontrarse a varios kilómetros, y las personas internamente desplazadas por los conflictos o por eventos climáticos anuales recurrentes enfrentan barreras similares para el acceso a los cuidados de su salud.

Una médico en una clínica móvil de salud de la OIM en un asentamiento informal para personas desplazadas internamente (IDP) explicó que “La COVID-19 es un problema realmente importante en un asentamiento informal como este porque muchas personas viven en una sola habitación, de modo que el aislamiento o el distanciamiento físico no son posibles. Ni siquiera tienen algo de dinero como para ir al hospital”.


La Dra. Rahima brinda cuidados médicos a una joven en la clínica médica de la OIM en el asentamiento para IDP en ShahrakSabz. Foto: OIM/Muse Mohammed

Y ella dijo: “Si la OIM no estuviera aquí, habría muchos más problemas”.

Tan solo en la provincia de Herat, la cual comparte fronteras con Irán, la OIM es responsable de recoger el 90% de las muestras y de brindar apoyo para el seguimiento de los análisis y los cuidados.

Asegurar la paridad de género en los equipos sanitarios de la OIM es crucial. Las mujeres representan el 50% de los equipos de cuidados de la salud de la OIM y ocupan un lugar preponderante en los esfuerzos de la OIM para controlar, educar y prevenir la propagación de la enfermedad.

“Seguimos siendo testigos de una cantidad cada vez mayor de mujeres que se nos acercan a pedir información sobre la COVID-19 y sobre cómo prevenirla, puesto que ellas son las que se quedan en casa y asumen la responsabilidad de cuidar la salud de sus familias”, dijo la Dra. Naairah durante una sesión de educación sanitaria que condujo en una reunión comunitaria de mujeres en una zona rural sin atención médica.

La Dra. Salma conduce una sesión de educación sanitaria para refrenar la propagación de la COVID-19 entre las mujeres de Afganistán. Foto: OIM/Angela Wells

Ella advierte que la pandemia ha afectado a las mujeres de otra forma. En particular son más propensas a contraer la enfermedad a causa de otros miembros de la familia. Muchas pasan la mayor parte de su tiempo cuidando a sus seres queridos en la casa – mientras que los hombres salen a trabajar – se quedan adentro cuidando a familias numerosas donde conviven varias generaciones, en viviendas con uno o dos cuartos, y cuidando a las personas mayores que generalmente son las más severamente afectadas por la enfermedad.

De acuerdo con la Dra. Naairah con otros integrantes del personal sanitario de la OIM, la mayor parte de las mujeres en Afganistán no pueden buscar cuidados sanitarios en instalaciones en las que solamente trabaja personal de sexo masculino.

“Las mujeres necesitan ocupar un lugar central en la respuesta a la pandemia de COVID-19 porque otras mujeres confían en nosotras. Comprendemos la cultura y respetamos la confidencialidad de las cuestiones de salud de esas mujeres además de sus historias”, explicó.

“Las mujeres no van a que las atienda un médico por motivos culturales. Esto está cambiando de a poco, ahora contamos con personal de sexo femenino con el cual las mujeres pueden discutir abiertamente sus problemas de salud. Podemos concurrir con total libertad a sus hogares y se sienten seguras cuando charlan con nosotros”, agregó otra doctora que trabaja en un asentamiento para personas desplazadas internamente en el sudeste, al otro lado del país.

En el asentamiento para personas desplazadas internamente en Dand, las mujeres de los equipos sanitarios móviles de la OIM brindan cuidados de la salud maternal y de los menores, apoyo psicosocial y de salud mental, y educación sanitaria para mujeres desplazadas. Fotos: OIM/Angela Wells y Muse Mohammed

Las mujeres han brindado una cuerda salvavidas a otras mujeres que no podían por lo común acceder a los servicios de atención de la salud más básicos.

Estas mujeres también esperan con ansiedad que llegue el día en el que su influencia también contribuirá positivamente a la aplicación de las vacunas contra el COVID-19, las cuales han comenzado a llegar lentamente a Afganistán, para asegurar un mayor acceso a las mismas y una distribución equitativa entre quienes más las necesitan, incluyendo a mujeres y jóvenes en las comunidades en las que ellas trabajan.

“Lograr que las vacunas lleguen a estos lugares es muy importante para las personas en situación de pobreza, que no cuentan con acceso a servicios sanitarios ni educación, y por lo cual es necesario que estas personas sean las primeras en la fila”, concluyó la Dra. Naairah.

Las mujeres de los equipos sanitarios de la OIM seguirán trabajando incansablemente para prestar servicios a las comunidades marginalizadas y poner fin a la pandemia de COVID-19 en Afganistán. Foto: OIM/Muse Mohammed

No solamente han cubierto una brecha evidente en la respuesta sanitaria en Afganistán sino que también son modelos a seguir para mujeres más jóvenes que desean tener una carrera en el campo de la medicina.

“La primera cosa que las mujeres necesitan hacer para convertirse en líderes es recibir educación y luego tener coraje y la valentía para poder hacer el trabajo. Siento mucho orgullo de poder cumplir con mi deberes y poder servir a mi gente”, dijo Naairah.

Este artículo fue escrito por Angela Wells, Oficial de Información Pública de la OIM para Operaciones y Emergencias

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