Willemstad, 16 de agosto de 2023 – En 2022, Génesis, de 22 años, y su pareja José*, se apretujaron en una embarcación pequeña y atestada, capitaneada por traficantes y llena de migrantes que se dirigían a Curazao, una isla del Caribe ubicada a 65 kilómetros (40 millas) de la costa venezolana.  

Génesis, que en ese momento estaba embarazada de siete meses, esperaba poder reconstruir su vida y trabajar como empleada doméstica en la isla caribeña en la que, a pesar de vivir precariamente al margen de la sociedad, podía ganar en un día lo que ganaba en un mes en su país de origen. Todo lo que pudiera ahorrar planeaba enviárselo a su madre que se encontraba en Venezuela luchando para poder comprar alimentos y ropa para la hija de cuatro años de Génesis que había quedado allí.  

Cuando estaban en camino, el viejo motor de la embarcación colapsó a causa de las intensas olas y el bote empezó a hundirse; los 31 pasajeros que se encontraban a bordo, incluyendo a Génesis, que no sabían nadar, entraron en pánico por miedo a ahogarse.  

Botes pesqueros tradicionales usados para el transporte de migrantes. Foto: OIM/Gema Cortes

Génesis sostiene a su bebé de ocho meses en la entrada de su hogar en Willemstad. Foto: OIM/Gema Cortes

La arquitectura de estilo holandés de Willemstad es una atracción para las personas migrantes venezolanas y para los turistas en Curazao. Foto: OIM/Gema Cortes

Naufragio en la costa rocosa de Klein Curazao. Foto: OIM/Gema Cortes 

“Fue horrible, un montón de agua entró en la embarcación y todo el mundo empezó a gritar”, contó, recordando el dramático viaje de ocho horas. 

“Tenía mucho miedo de ser devorada por los tiburones, ser azotada contra las rocas y morir, o simplemente desaparecer en el mar. Yo lloraba, rezaba por mi hija y me agarraba con todas mis fuerzas a mi pareja”.  

Viajes peligrosos 

El Proyecto Migrantes Desaparecidos de la OIM  (MMP) documentó las muertes y desapariciones de al menos 321 migrantes en el Caribe el año pasado, una cifra récord desde que el MMP comenzó con su trabajo en 2014 y que reveló un aumento del 84% en comparación con la de 180 del año anterior. Hasta ahora en 2023 al menos 120 migrantes han fallecido o desaparecido en el Caribe.  

“Estamos reclamando más acciones para evitar muertes y proteger a las personas migrantes que se embarcan en estas rutas, con independencia de su condición y en todas las etapas del viaje”, sostuvo Karen Wouters, Coordinadora de Proyecto de la OIM en Curazao. 

“La prevención comienza con vías migratorias regulares, con la defensa de los derechos de las familias a permanecer juntas y con una respuesta a las necesidades de las personas migrantes en situación de vulnerabilidad”. 

Este mapa presenta un resumen de las rutas migratorias usadas en América del Sur y se presenta con fines ilustrativos exclusivamente. Los límites y nombres que se muestran y las designaciones usadas en este mapa no implican una aceptación o aprobación oficial de parte de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

La joven pareja venía de La Vela de Coro, una ciudad dormitorio en la costa de Venezuela en donde la mayor parte de los hogares están vacíos. Muchos de sus dueños se han embarcado rumbo a  Curazao, país constituyente del Reino de los Países Bajos.

Más de 7 millones de personas se han ido de Venezuela en años recientes a raíz de la agitación política, la inestabilidad socioeconómica y la actual crisis humanitaria. La gran mayoría han intentando reconstruir sus vidas en las Américas y el Caribe.

La mayor parte de las personas venezolanas cruzan las fronteras terrestres rumbo a Colombia o Brasil, pero para muchos en ciudades costeras, Curazao, un destino popular para turistas europeos y americanos, Aruba y la nación de islas gemelas Trinidad y Tobago están mucho más cerca. Debido a una larga historia de vínculos mutuamente benéficos de comercio, viajes, turismo y migración, muchos residentes de la zona continental tienen amigos y parientes en las islas que pueden brindarles alojamiento o conexiones para conseguir empleo. 

Actualmente más de 14.000 personas venezolanas están viviendo en Curazao- cifra equivalente a casi un 10% de la población total de la isla calculada en casi 154.000 habitantes. Si bien la población venezolana en Curazao es pequeña si se la compara con Colombia (2,5 millones), y Perú (1,5 millones), la isla ha acogido una de las mayores cantidades de personas desplazadas de Venezuela si se toma en cuenta la población total del país.  

Desde las playas de Curazao, dignas de una tarjeta postal, uno puede a veces divisar la costa de Venezuela. Foto: OIM/Gema Cortes

Al menos 321 decesos y desapariciones de migrantes en el Caribe se documentaron en 2022. Foto: OIM/Gema Cortes

Una vida en las sombras 

Llegando con tan solo su fe, Génesis y José pudieron de a poco ir reconstruyendo su vida en Curazao – vida que incluyó la crianza de un hijo. La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) les brindó asistencia para pagar la renta, vales por dinero en efectivo, alimentos, ropa e información sobre derivaciones a asociados locales que podrían asistirlos con otros servicios.

Ser migrante de Venezuela en Curazao no es fácil. Las diferencias culturales y lingüísticas y la falta de vías formales para conseguir empleo y permisos de residencia o la ciudadanía holandesa significan que la población migrante en ese Estado vive con el constante temor de ser deportada. 

“Tenemos que ocultarnos. Esta es la vida de las personas en situación irregular aquí”, contó Génesis, quien raras veces se va de su casa de un dormitorio en un modesto vecindario de la capital, Willemstad. 

Génesis prepara una mamadera para su hijo en su hogar en Willemstad. Foto: OIM/Gema Cortes

Vista aérea de playas soleadas de Willemstad, capital de Curazao. Foto: OIM/Gema Cortes

José, que es mecánico calificado, trabaja ahora en construcción durante el día y gana suficiente dinero como para poder enviar un poco a su lugar de origen. Génesis empezará muy pronto a trabajar en limpieza de casas.  

“Las personas venezolanas como yo están viniendo a Curazao por una simple razón. Es mucho más sencillo sobrevivir aquí”, dice, mientras se sienta con su hijo de ocho meses en una playa llena de veraneantes europeos desde la que, en días diáfanos, puede llegar a ver la costa de su país.  

"Llegué con la intención de volver en algún momento, pero no inmediatamente. Si bien nuestras vidas son mejores aquí, nuestros corazones siempre están en Venezuela”.  

Génesis es uno de los 16.000 nacionales de Venezuela que viven en la pequeña isla caribeña de Curazao – cifra equivalente a casi un 10% de la población. Foto: OIM/Gema Corte

Esta historia fue escrita por Gema Cortés, Unidad de Prensa de la OIM, Oficina del Enviado Especial para la Respuesta Regional a la Situación en Venezuela.  

*El nombre ha sido cambiado por razones de protección.

SDG 1 - FIN DE LA POBREZA
SDG 8 - TRABAJO DECENTE Y CRECIMIENTO ECONÓMICO
SDG 10 - REDUCCIÓN DE LAS DESIGUALDADES