Moungoro/Koufroune, 9 de mayo de 2023 – No fue así como Hawa imaginó el regreso a su hogar.
Esta granjera de 60 años tuvo que armar un albergue temporal debajo de un árbol, con paredes y un techo de paja sostenido por ramas que encontró en las cercanías. Ella y su familia llegaron recientemente a Moungoro, un nuevo sitio de desplazamiento en Chad Oriental que alberga a miles de personas que han escapado de Sudán, país castigado por la guerra.
Si bien ella nació en Chad, Hawa ha vivido los últimos veinte años de su vida en Jimerza, una pequeña aldea de Sudán Occidental, a dos horas de distancia de la frontera con Chad. Pero cuando la violencia aumentó y se propagó en su ciudad, tuvo que huir por la frontera.
“Caminamos por horas, llevándonos tan solo algunos elementos básicos en carros tirados por burros”, recuerda. Cuando llegaron a Chad, se asentaron en el sitio de Moungoro.
Desde el 15 de abril de 2023 Sudán fue invadido por una ola de letal violencia que ha matado a más de 500 personas, entre ellas cuatro miembros del personal de Naciones Unidas, y ha desplazado a aproximadamente 434.000 dentro de su propio territorio y hacia países vecinos.
Entre las personas que cruzan la frontera de 1.400 kilómetros entre Chad y Sudán se encuentran unos 12.500 “retornados”; personas originarias de Chad que habían estado viviendo por décadas en Sudán y deben ahora reconstruir sus vidas en una tierra que no han llamado “su hogar” por mucho tiempo.
La OIM Chad estima que al menos una de cada ocho personas que llegan desde Sudán son migrantes chadianos retornados. “Aún estamos realizando tareas de identificación junto al Gobierno, pero los resultados preliminares muestran que hay una gran cantidad de personas retornadas”, explica la Jefa de Misión de la OIM Chad Anne Kathrin Schaefer.
En Koufroune, una aldea en la Provincia de Ouaddai, Chad Oriental, ubicada justo en la frontera con Sudán, Ali, de 19 años, está bien de ánimo a pesar del trauma que él y su abuela acaban de experimentar. Originarios de Borokola, una pequeña aldea cercana a la ciudad fronteriza chadiana de Adre, Ali y su familia han estado viviendo en Tendelti, Sudán, desde que tiene memoria.
“Viajamos a Chad ocasionalmente por eventos familiares, pero nuestras vidas y nuestras actividades siguen estando en Sudán”, explica.
Cuando los enfrentamientos comenzaron en Jartum, Ali sabía que era cuestión de tiempo que esa violencia afectara a su familia, por eso decidieron irse. “Dejamos todo atrás y ahora, mientras la temporada de lluvias se acerca, no estamos seguros de qué ocurrirá con nuestras pertenencias en Sudán o qué nos ocurrirá a nosotros aquí en Chad”, dice.
Con el estallido de la violencia en Sudán, Hawa, Ali y muchas otras personas se encuentran desamparadas y corren el riesgo de ser dejadas atrás.
Las personas retornadas son a menudo menos visibles porque desarrollan vínculos con los países que los acogen. Pero como cualquier otra persona afectada por los recientes eventos en Sudán, también necesitan asistencia humanitaria y protección porque si bien tienen un vínculo con Chad, no han vivido allí por décadas y requieren apoyo para reunirse con sus familias o encontrar una manera de recomenzar.
Mientras los enfrentamientos continúan, el futuro sigue siendo incierto para Hawa, Ali y miles de otras personas. Las necesidades son extremas puesto que Chad Oriental ya ha recibido a casi 400.000 refugiados sudaneses desde antes de que la violencia estallara. La llegada de más personas amenaza con empeorar una situación que de por sí ya es sumamente frágil.
La situación se ve agravada por una temporada de lluvias inminente que hará que el acceso terrestre a la mayor parte del territorio de Chad Oriental se vuelva dificultoso, lo cual afectará considerablemente la provisión de asistencia humanitaria.
Desde el inicio de la crisis, la OIM les ha brindado su apoyo al Gobierno de Chad y a los actores humanitarios para garantizar que todas las personas vulnerables, incluyendo los migrantes que retornan, estén integrados a la respuesta humanitaria.
La OIM ha desplegado a sus equipos en terreno para apoyar la identificación y el registro de las personas migrantes retornadas como Hawa y Ali y está trabajando con todos sus asociados para establecer un sistema de derivación que garantice el acceso a asistencia vital inmediata.
“Reiteramos nuestro compromiso de apoyar a las autoridades nacionales y locales para encontrar una solución rápida y duradera a esta nueva ola de desplazamiento”, señaló Anne Kathrin Schaefer de la OIM.
Esta historia fue escrita por François-Xavier Ada, Oficial de Comunicaciones y Políticas de la OIM Chad.