Fideos recién hechos en el negocio de Mumtaz Rishta. Foto: OIM/Mohammad Osman Azizi

Herat, Afganistán – En el bullicioso corazón de la ciudad de Herat, el rítmico sonido de los fideos al ser cortados llena el aire, creando una sensación de productividad y esperanza. El proceso comienza con la apertura y medición de la inmaculada harina de origen local. A continuación, esta harina se mezcla en una masa que se amasa meticulosamente hasta que alcanza la consistencia perfecta. La masa se transforma en finas y largas hebras de fideos, que luego se cortan, produciendo cada rebanada un sonido satisfactorio que resuena por todo el negocio. 

"Si cocinas nuestros fideos, mantienen su textura y consistencia, a diferencia de los importados comercialmente. Lo importante son los ingredientes y el proceso", dice con orgullo Nisa, la fundadora de la fábrica de fideos Mumtaz Rishta. 

Nisa junto a unos fideos recién hechos en su negocio. Foto: OIM/Marjan Wafa

Nisa es madre de cuatro hijos y su camino comenzó en Bamyan, donde no pudo seguir estudiando debido a la falta de escuelas en esa remota aldea montañosa. "Siempre tuve un fuerte deseo de estudiar, pero la única opción disponible era asistir a una madrasa [escuela religiosa]. Cuando tenía nueve años, mi familia se trasladó a Kabul, donde por fin tuve la oportunidad de ir a la escuela y continué mi educación hasta sexto curso". 

Pocos años después de trasladarse a Kabul, la familia de Nisa emigró en 1996 a Irán, tras la agitación política, la inestabilidad y los cambios de poder en Afganistán. 

Asentarse en Irán supuso sus propios retos, ya que su familia llegó con pocos ahorros. A pesar de ello, Nisa estaba decidida a continuar su educación y retomó los estudios hasta los 16 años. En ese momento se casó y ya no pudo ir a la escuela. 

Como muchas mujeres afganas que se enfrentan a dificultades en su viaje migratorio, sus prioridades pasaron a ser mantener a su familia. Después de algunos trabajos diarios, Nisa encontró un empleo estable en una fábrica de fideos en Irán, donde trabajó durante más de cuatro años. 

En Irán, Nisa y su familia se enfrentaron a muchos retos, incluida la discriminación. Recuerda vívidamente un doloroso incidente con una de sus hijas. 

"Durante su ceremonia de graduación de primer año, su profesora se negó a hacerse una foto con ella simplemente porque era afgana. Fue una experiencia muy dolorosa para mí, y no podía explicárselo a mi hija", cuenta Nisa. "La vida en Irán no era fácil, pero nuestra situación seguía mejorando económicamente y, lo más importante, nos sentíamos seguros allí a pesar de ser discriminados. La seguridad es relativa cuando lo único que deseas es sobrevivir". 

Nisa y su familia siguieron viviendo en Irán durante 20 años, durante los cuales ella desarrolló sus habilidades en la fábrica de fideos y acabó convirtiéndose en una experta en el oficio. 

Fideos orgánicos recién hechos en la fábrica Mumtaz Rishta. Foto: OIM/Mohammad Osman Azizi

A pesar de los progresos que Nisa y su familia hicieron en Irán, la vida seguía llena de incertidumbres para ellos.  

"Siempre había miedo y rumores de deportación", afirma Nisa. "Nunca te sientes verdaderamente asentado cuando sabes que te pueden obligar a irte en cualquier momento". 

Estos temores se hicieron realidad en 2018, cuando la familia de Nisa se vio obligada a regresar a Afganistán, algo que 2,81 millones de afganos tuvieron que hacer entre 2021 y 2023. Y de enero de 2023 a julio de 2024, 1,7 millones de afganos indocumentados regresaron de Irán a Afganistán, el 60 por ciento de ellos a la fuerza.  

A su regreso, Nisa y su familia se enfrentaron a nuevos retos sin trabajo ni contactos. Su marido estaba en paro, lo que dificultaba aún más su situación.

Nisa vendió su preciado anillo, un recuerdo de su estancia en Irán, y utilizó el dinero para comprar una pequeña máquina con la que montar su propio negocio de fideos en casa, aprovechando la experiencia que había adquirido en Irán. 

Nisa muestra la pequeña máquina que compró para poner en marcha su negocio tras vender su preciado anillo. Foto: OIM/Avand Azeez Agha

"Siempre soñé con tener mi propio negocio, y si había un momento para hacerlo, ¡era ahora! Compré una pequeña máquina y empecé a hacer fideos para venderlos a los vendedores locales. A pesar de mis limitados recursos, los comentarios sobre mi producto fueron abrumadoramente positivos", recuerda Nisa. 

Reinvirtió los beneficios en nueva maquinaria, ampliando poco a poco sus operaciones. 

Los primeros días estuvieron llenos de retos. "A veces dudaba de mí misma", dice Nisa. "Pero la respuesta positiva de nuestros clientes me hizo seguir adelante. Apreciaban la calidad orgánica de nuestros fideos, sin aditivos ni conservantes, y eso me dio confianzas para continuar". 

Su determinación dio sus frutos, y el gran avance llegó en 2020, cuando se enteró del programa de la OIM de apoyo a las pequeñas y medianas empresas. Presentó un plan de expansión empresarial a la OIM y, tras una evaluación, la Organización le proporcionó el equipo, el capital y la formación en desarrollo empresarial necesarios para ampliar su producción. 

"Antes solo podía hacer en casa unos 30 kg de fideos al día. Gracias a la ayuda recibida, ahora producimos 250 kg al día y hemos contratado a siete mujeres", dice Nisa. "Como yo, todas son repatriadas o desplazadas internas, y no pudieron continuar su educación". 

"Me motiva mi propio viaje de migración y penurias, por eso quiero crear un lugar donde otras mujeres puedan aprender y crecer. La mayoría de las mujeres afganas pueden dirigir negocios y hacer grandes cosas si tienen libertad y oportunidades". 

Nisa se ha convertido en un modelo a seguir en su comunidad. Inspira a otras mujeres a perseguir sus sueños compartiendo cómo superó los obstáculos, además de sus conocimientos sobre la elaboración de fideos y la gestión de negocios. 

Como Nabila*, una desplazada interna que lleva tres años trabajando en el negocio. "Me casé cuando aún estaba en 12° año. Antes soñaba con ser médica, pero el matrimonio cambió mis planes. Muchas de mis compañeras han vivido experiencias similares", dice Nabila. 

Nabila y su compañera transforman cuidadosamente la masa en fideos. Foto: OIM/Mohammad Osman Azizi 

Originaria de Daykundi, Nabila experimentó la pobreza extrema, ya que la agricultura apenas permitía a su familia llegar a fin de mes.  En 2019, se trasladaron a Herat en busca de mejores oportunidades económicas, y su marido decidió emigrar a Irán poco después. 

"Acababa de dar a luz cuando nos mudamos a Herat, y tuve que criar a mi hijo sola durante dos años hasta que mi marido regresó recientemente de Irán", explica Nabila. Encontró este trabajo dos años después de mudarse a Herat y desde entonces se ha convertido en un valioso miembro del equipo de Nisa. 

"Antes, como agricultores, nos costaba tener ingresos regulares. Ahora, con un salario mensual, podemos permitirnos artículos de primera necesidad y transporte, y nuestra situación ha mejorado mucho", cuenta Nabila.  

Nabila cuelga los fideos recién hechos para que se sequen al aire. Foto: OIM/Mohammad Osman Azizi 

"Nisa me inspira cada día. No solo nos dio trabajo, sino que creó un entorno en el que las mujeres pueden aprender, crecer y apoyarse mutuamente", continúa Nabila. "Tenemos reuniones de equipo periódicas en las que hablamos de los progresos de nuestro trabajo y compartimos los retos personales, encontrando soluciones juntas. Esto ha hecho que nuestro lugar de trabajo sea algo más que un trabajo; para mí es como una segunda familia". 

Nisa es una auténtica emprendedora que comprende la importancia de las redes y el marketing para el crecimiento del negocio. En 2023, participó en una exposición comercial en Kabul con el apoyo de la OIM y logró establecer contactos comerciales por valor de 5.000 USD. 

"Antes, nadie conocía los fideos locales y todos se importaban de Irán. Ahora, nuestro negocio sigue floreciendo, abasteciendo a los mercados locales de la ciudad de Herat e incluso sustituyendo las importaciones iraníes en algunas tiendas minoristas por nuestros fideos de calidad superior". 

Una trabajadora empaqueta los fideos, preparándolos para la venta. Foto: OIM/Avand Azeez Agha 

Nisa planea seguir expandiéndose y contratar a más mujeres. También está considerando abrir un restaurante que sirva platos con fideos como ingrediente principal. 

La OIM apoya a las pequeñas y medianas empresas como Mumtaz Rishta proporcionándoles capital, equipamiento y formación en desarrollo empresarial. Esto ayuda a las empresas a retener a sus empleados actuales y a crear nuevas oportunidades de empleo.  

La OIM se centra en zonas en las que un gran número de personas ha regresado a Afganistán. Su objetivo es reforzar la capacidad de recuperación de las personas y las comunidades atendiendo a las necesidades socioeconómicas de las personas repatriadas, los desplazados internos y las poblaciones de acogida vulnerables, creando condiciones para soluciones a más largo plazo y mitigando los factores que podrían conducir a un desplazamiento secundario o a la migración como último recurso. 

De enero de 2023 a junio de 2024, el programa de Resiliencia Económica de la OIM creó 12.817 oportunidades de empleo, incluidas 7.810 para mujeres. El programa también apoyó a 552 empresas locales con reemplazo de equipos y mejoras, de las cuales 314 fueron dirigidas por mujeres. Esto fue posible gracias a la financiación de la Dirección General de Asociaciones Internacionales de la Unión Europea (DG-INTPA, por su sigla en inglés), la Agencia Italiana de Cooperación al Desarrollo (AICS), y el Fondo Fiduciario Especial para Afganistán (STFA, por su sigla en inglés). 

* Nombre cambiado para proteger la identidad de una repatriada. 

Historia escrita por Avand Azeez Agha, con contribuciones de Mohammad Osman Azizi. Para mayor información, contacte a avhasan@iom.int 


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