Etiopía, 16 de noviembre de 2023 - A lo largo de la historia, las personas se han desplazado por diversos motivos, a veces en busca de seguridad, otras veces, oportunidades. Si bien la mayor parte del desplazamiento en Etiopía en años recientes ha sido inducido por los conflictos, las personas cada vez más se desplazan por el cambio climático.

En todo el país la severa sequía y los eventos climáticos extremos han amenazado los medios de subsistencia, han matado cabezas de ganado y han generado masivos movimientos de personas. La migración es con frecuencia usada como mecanismo de adaptación y de solución para la mitigación del impacto del cambio climático, en particular para quienes practican la trashumancia.

De acuerdo con datos compilados por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), a través de su Matriz de Seguimiento de Desplazamiento (DTM por su sigla en inglés), más de 800.000 personas fueron desplazadas internamente por la sequía entre noviembre de 2022 y junio de 2023. Otro 1,1 millón de personas en seis regiones han sido impactadas por inundaciones y por aludes de acuerdo con datos de la Comisión de Gestión de Riesgos de Etiopía (EDRMC). Con frecuencia estos movimientos no son encauzados, son inseguros y forzosos, lo cual genera preocupaciones humanitarias y de protección.

La OIM le ha brindado su apoyo a cientos de miles de personas afectadas por la sequía en todo Etiopía, pero debe hacerse mucho más puesto que los efectos del cambio climático no muestran señal alguna de disminuir.

El desplazamiento por cambio climático, sin embargo, trasciende las estadísticas. Cada persona desplazada por factores ambientales tiene una historia que vale la pena contar. Aquí les presentamos algunos de las caras del desplazamiento climático en Etiopía.

Wejado
Wejado, de 65 años, es padre de ocho hijos. En 2012, tuvo que escapar a Gelabo, Konso, zona sudoeste de Etiopía, a causa de los conflictos. Algunos años más tarde, se encontró en otro dilema, enfrentando las consecuencias de la sequía. “El conflicto del cual intenté escapar mató a mis cuatro bueyes y a cinco cabras. Cuando nos mudamos aquí, traje lo que había quedado. Con esta sequía, seguida de la inundación, temo que perderé mi medio de subsistencia nuevamente”, señala.

Gelgaye*

Gelgaye, de diez años de edad, padece autismo severo. Como muchas familias en la zona de Konso en donde ahora viven, Gelgaye, sus padres y hermanos fueron inicialmente desplazados por el conflicto. La sequía ha generado nuevos desafíos para esta familia, en particular en lo relacionado con encontrar oportunidades aborales para ayudar a pagar los gastos médicos de Gelgaye.

“Gelgaye nunca pudo mover adecuadamente su cuerpo hasta que cumplió siete años. Solía sostener sus manos y piernas juntas”, cuenta su madre. “Ahora, si bien la vida es difícil en este lugar, estoy feliz y agradecida porque puede jugar y caminar lentamente”.

La familia está ahora viviendo en un albergue y es asistida por la OIM. Recibe asistencia en efectivo que le sirve, principalmente, para cubrir los servicios de salud.

*Esta entrevista fue realizada con la ayuda de un oficial de apoyo de Salud Mental y Psicosocial.

Tayech

Tayech, de 25 años, es madre de dos hijos. Junto a su esposo se mudaron al sitio de Gelabo para personas desplazadas internamente (IDP por su sigla en inglés) en 2021 a causa del conflicto. Dio a luz a su hijo más pequeño en este sitio seis meses atrás.

“No fue la primera vez que tuvimos que escapar por un conflicto. Me temo que es posible que debamos mudarnos nuevamente por la sequía en este lugar”, dice. “Quiero volver a la vida que tenía. Quiero tener un hogar real para mis hijos, regresar a mi tierra y seguir labrándola. Si bien estoy muy feliz por el apoyo que recibimos en este lugar, no es nuestra casa”.

Debo

Debo tiene 20 años, está casada y tiene un hijo. “Como muchas personas en esta zona, mi familia escapó hacia aquí, a Dubuluk, a causa de la sequía. No es perfecto pero nos sentimos seguros en este lugar”, dice. “Nos ayudan y hay agua todo el día A veces, cuando no tenía dinero, tenía que pedir ayuda o mendigar, pero ahora el agua es gratis en las instalaciones”.

“Necesitamos cabezas de ganado y estoy trabajando muy duro para comprar un animal para la familia. Aquí el campamento está cerca de la ciudad y del mercado. Quiero quedarme aquí y vivir una vida normal”.

Dabo

Cuando Dabo se fue de su ciudad natal por la extrema sequía, nunca pensó que encontraría una oportunidad para poner en práctica su pasión por la docencia.

“Tuve que dejar la escuela porque formé una familia”, cuenta. “Si bien la sequía me quitó todo, venir a este lugar me ha permitido trabajar con la OIM como promotora de higiene en el sitio”.

“Como promotora de higiene tengo muchas responsabilidades. Le enseño a mi comunidad hábitos de higiene lo cual es muy importante en un entorno como este. Estoy muy feliz de haber conseguido trabajo y poder ayudar a mi familia. Enseño sobre higiene ambiental, agua y saneamiento, cómo lavarse las manos, cadena de agua segura, cómo mantener los bidones de agua limpios y cómo manejar la higiene de las letrinas”.

Konischa

Konischa, de 65 años, recuerda claramente cómo tuvo que caminar por siete horas para irse de una zona en Etiopía profundamente impactada por la sequía.

“Lo perdí todo”, dice. “Si bien este no es nuestro hogar, estamos bien. Pienso en mis hijos y en su futuro. Aquí tal vez haya una mejor chance de tener una vida fructífera”.

Las comunidades en las zonas del sur y noreste de Etiopía están padeciendo una devastadora sequía tras cuatro temporadas consecutivas de lluvias fallidas. Esa sequía empezó a finales de 2020 y ha sido la peor en los últimos cuarenta años. Está empeorando en cuanto a su extensión y escala, afectando a otras zonas del país. La cantidad de cabezas de ganado perdidas es abrumadora. Más de 4,5 millones de animales murieron desde finales de 2021 y otros 30 millones se han debilitado y están escuálidos corriendo el riesgo de morir también, todo lo cual afecta significativamente los medios de subsistencia.

Uno de cada cuatro migrantes salientes y también otros que retornan pertenecen a zonas de Etiopía afectadas por la sequía, siendo las regiones Somali, de Oromia y de Afar las más impactadas. La sequía sigue reduciendo la capacidad de las comunidades locales de apoyar a los migrantes en tránsito o retornados, en tanto que la limitada disponibilidad de alimentos lleva a un aumento en la migración, puesto que las poblaciones afectadas se desplazan a la búsqueda de agua, pasturas y asistencia.

Estas historias fotográficas fueron escritas por Kaye Viray, Coordinadora de Prensa de la OIM Etiopía. Créditos de las fotografías: OIM 2023.

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