Bratislava/Košice, 27 de marzo de 2023–Yuliia vivía en una pequeña ciudad cerca de Dnipro, Ucrania, junto a Eva, su hija de 11 años. Disfrutaban de una vida apacible y agradable. Cuando la guerra a gran escala comenzó en febrero de 2022, al principio Yuliia no quería irse de Ucrania. “Dudé por un largo tiempo. No podía imaginarme a mí misma dejando a mi familia y a mi tierra. Sentía que los estaría traicionando si lo hacía”, dice.

Con mucha incertidumbre sobre el futuro, Yuliia recuerda los momentos en los que ella y su hija se ocultaban en el baño, aterrorizadas, constantemente chequeando el teléfono para ver si había alertas de seguridad. Luchaban para encontrar alimentos básicos como harina y pan en los almacenes. Cuando Yuliia tomó conciencia de que ya no iba a poder alimentar a su hija, se dio cuenta de que había llegado el momento de irse de Ucrania. “Decidí irme por el bien de mi hija Eva sobre todo. Honestamente, si hubiera estado sola, posiblemente no me hubiera ido”.

Si bien la seguridad que han encontrado en Eslovaquia ha traído alivio para ella y su hija, Yuliia no deja de pensar en todas las personas que han tenido que quedarse en Ucrania. Foto: OIM/Kristína Lenárt

Un par de años antes, Eva había recibido un trasplante de riñón y desde ese entonces necesitaba tomar medicación que debilitaba su sistema inmunológico. El día en el que empezaron a empacar su salud empeoró por el estrés y por la fuerte medicina que había estado tomando desde el momento de la cirugía. Mientras sostenía en brazos a Eva, Yuliia se dio cuenta de que la situación sin dudas iba a empeorar. “Solamente tomamos algunas prendas de abrigo y sus medicamentos. Cosas que podían caber en una sola maleta”, explica.

Irse de Ucrania fue particularmente duro para Yuliia, pero ella sabía que debía vencer su miedo y hacer lo que fuera mejor para ella y para su hija. “No había otra opción para nosotras. Tuve que decirles adiós a mi madre y a mis amigos. Nos abrazamos y lloramos. Ni siquiera puedo poner en palabras la tristeza de la despedida”, dice Yuliia. Se fueron hacia Eslovaquia sin saber siquiera si volverían a ver a sus familiares.

A su llegada a Eslovaquia, Yuliia comenzó a buscar alojamiento en Bratislava. Necesitaba un piso individual, con instalaciones privadas para poder mantener a Eva a resguardo de cualquier peligro de infección. Se enteró de un programa de alojamiento a corto plazo coordinado por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en sociedad con Airbnb.org a través del cual ella podría llegar a acceder a un apartamento de un dormitorio para ella y su hija en Bratislava.

“Realmente me encanta Eslovaquia. Está cerca de Ucrania. Su mentalidad es muy parecida a la nuestra. Las personas son sinceras y abiertas”, dice Yuliia, quien trabajaba como maquilladora profesional en Ucrania y que muy pronto concluirá una capacitación para trabajar en un salón de belleza recientemente inaugurado en Bratislava. También asiste a un curso de eslovaco organizado por la OIM.

Yuliia disfruta de un poco de tiempo libre junto a su hija, fuera de su residencia temporal en Eslovaquia, la cual les ha sido provista por la OIM y por Airbnb.org. Foto: OIM/Kristína Lenárt

Larysa y Serhii, su esposo, manejaron una pequeña agencia de turismo en Kyiv por 25 años. Cuando la guerra se intensificó y ya no pudieron trabajar en la agencia se convirtieron en voluntarios de tiempo completo, asistiendo a ucranianos desplazados internamente que escapaban de la violencia en la zona oriental del país y buscaban ayuda en la capital. La organización de voluntarios distribuía alimentos, kits de higiene, ropa de abrigo e información básica para las personas desplazadas en Kyiv.

“Lo más importante para nosotros era contener y proteger a niños y niñas ucranianos para que no sintieran el impacto de la guerra y para que su infancia transcurriera en condiciones de seguridad”, dice Larysa mientras muestra fotos y videos de un evento benéfico que organizaron en una escuela cercana. A pesar de su agotamiento, Larysa y Serhii pudieron ayudar a las personas de su entorno durante ocho meses.

Todo volvió a cambiar nuevamente con la llegada del invierno. El suministro de energía eléctrica se volvió inestable. “En Kyiv ya no contamos con un suministro regular de electricidad; no tenemos ni agua ni calefacción central”, explica Larysa. “Y lo que es aún peor, nos bombardean todo el tiempo. Y no tenemos un albergue adecuado cerca de donde vivimos como para protegernos en el caso de que ocurriera una explosión”.

Por no contar con un suministro suficiente de electricidad, de calefacción central o agua, y debido también a los bombardeos ocasionales, Larysa y Serhii decidieron irse de Kyiv rumbo a Eslovaquia, esperando encontrara allí paz y seguridad. Foto: OIM/Dušana Štecová

La pareja decidió irse a Eslovaquia y vivir en el exterior hasta que la guerra termine. “Fue allí donde nos enteramos acerca de un programa de asistencia para alojamiento de la OIM en Košice y nos sentimos muy aliviados cuando nos informaron que habían podido encontrarnos un lugar. No sabemos cuánto durará la guerra, pero necesitamos sentirnos seguros al menos por un tiempo”, señala Serhii.

“Queremos retornar a nuestro hogar cuando la guerra haya terminado. Nuestras vidas, nuestras familias y nuestros corazones están en Ucrania”, agrega Larysa. Al igual que Yuliia, la pareja empezó a asistir a clases de idioma eslovaco organizadas por la OIM. “Queremos adaptarnos lo máximo posible e intentar empezar una vida nueva. Queremos agradecer a todos aquellos que nos hay ayudado en este camino hacia la seguridad”.

A través de su alianza con Airbnb.org la OIM ha podido brindar alojamiento a corto plazo en Eslovaquia a casi 600 personas procedentes de Ucrania. Hasta este momento, el programa de asistencia para alojamiento de la OIM en Košice ha logrado brindarles alojamiento a mediano plazo a más de 100 refugiados.

Desde que la guerra se intensificó en Ucrania, la OIM ha estado brindando asistencia a las personas que escaparon hacia Eslovaquia, por medio de asistencia que incluyó alojamiento temporal, comida, artículos materiales necesarios, apoyo psicosocial y de salud mental, etc. Adicionalmente la OIM está fortaleciendo institucionalmente a los trabajadores de la primera línea en cuestiones tales como la lucha contra la trata de personas y la prevención de la explotación y el abuso sexual.

Mientras la guerra ingresa en su segundo año, el foco se ha desplazado hacia la integración de las personas que se acaban de unir a la sociedad eslovaca. Esto incluye la provisión de alojamiento en centros transitorios que han sido mejorados, asesoramiento legal, social y laboral, cursos de idioma eslovaco, y apoyo para que los menores puedan estudiar ademá de asistencia para encontrar un lugar para vivir a largo plazo. 

Escrito por Kristína Lenárt y por Dušana Štecová, OIM Eslovaquia.

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