Bol, Provincia de Lago, 5 de diciembre de 2022 – Durante los últimos cuatro años, Achta ha dedicado su vida a luchar para que las voces de las mujeres de Chad sean escuchadas al objeto de poner fin a la desigualdad y a la violencia de género.
Como presidenta de la Asociación de Mujeres Paralegales de la ciudad de Bol, en la Provincia de Lago en Chad, su misión es simple y clara: cambiar las mentalidades y actitudes negativas hacia las mujeres.
El grupo congrega a 20 mujeres que han sido capacitadas en asesoramiento y en primeros auxilios psicosociales destinados a las supervivientes de la violencia basada de género en la comunidad local.
“Creamos la asociación en 2018 porque queríamos cambiar el futuro de nuestras hijas. No queríamos que ellas tuvieran que pasar por las mismas experiencias que nosotras y nuestros padres tuvieron que enfrentar”.
Actualmente la asociación se ha convertido en una de las organizaciones más prominentes que ayuda a las sobrevivientes de la violencia de género a recomenzar sus vidas, brindándoles asesoramiento y derivaciones a servicios legales y de salud.
En Chad, más de un tercio de las mujeres de entre 15 y 49 años que no son solteras han sobrevivido a violencia física, psicológica o sexual perpetrada por algún pariente cercano, según de acuerdo con los datos de un informe de 2015 difundido por el Instituto Nacional de Estadística.
Esta incidencia tiende a ser mucho más alta en zonas rurales como Bol, donde la presión social y la falta de una estructura de asesoramiento especializado limitan el acceso a los servicios médicos, legales y psicosociales para las supervivientes de violencia de género.
De acuerdo con un supervisor de los servicios de cuidados para las víctimas de violencia de género, una cantidad de casos alarmantemente elevada se ha registrado en la ciudad desde inicios de año, incluyendo matrimonios de menores, matrimonios forzosos, violación y negación de recursos y de educación, entre otros.
“Al principio no fue fácil”, recuerda Achta con candidez. “Comenzamos con reuniones en mi propia casa, pues no contábamos con un espacio para reunirnos, y mi esposo me criticaba diciendo que íbamos a crear problemas en la comunidad”.
Para poder cubrir esta brecha, entre 2020 y 2021 la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) procedió a la rehabilitación de cuatro centros comunitarios de asesoramiento en la Provincia de Lago a fin de brindar a las comunidades un espacio seguro para que sostuvieran discusiones abiertas. Asimismo, se capacitó a 75 mujeres paralegales en técnicas de primeros auxilios y asesoramiento psicológico.
En el centro de audiencias de Bol, Achta se reúne regularmente con mujeres y jóvenes supervivientes para escucharlas y ofrecerles apoyo social.
“Cuando las supervivientes se nos acercan, traen consigo una carga de la cual quieren desligarse. De modo que nuestro trabajo es mucho más que escucharlas, tenemos que salvarlas”, dice Achta.
Las paralegales de la asociación también han recibido teléfonos celulares para poder hacer un seguimiento de los casos en la medida en que fuera necesario. Esto ha fortalecido los servicios de cuidado, con un mecanismo de seguimiento y derivación que ahorra tiempo y les permite ofrecer una respuesta mucho más óptima.
Regularmente, la asociación lleva a cabo diálogos de divulgación comunitaria con el objeto de concientizar y promover un cambio en los comportamientos hacia las mujeres.
“Es la ignorancia lo que lleva a algunas personas a abusar de sus esposas y de sus hijas. ¿Cómo puede ser que un hombre deje a su esposa en trabajo de parto por tres o cuatro días en su casa estando el centro de salud tan sólo a algunos pasos?”, dice.
A pesar de los innumerables desafíos, Achta sigue teniendo confianza y es optimista. Ella ya ha podido observar una disminución de la tasa de embarazos no deseados entre las jóvenes de la comunidad local, y atribuye esa disminución en parte al trabajo que la asociación ha estado realizando.
“Algunas personas dicen que estos son nuestros hábitos y costumbres, y que no podemos cambiarlos, pero no es así. No nacemos con esos hábitos, los hábitos son comportamientos y los comportamientos pueden cambiarse”, agrega.
Desde 2020, la OIM ha realizado esfuerzos para incluir la lucha contra la violencia de género en sus programas de emergencia y de estabilización comunitaria en la Provincia de Lago, en Chad. Por medio de alianzas con actores locales como la Asociación de Mujeres Paralegales y de la Cruz Roja de Chad, las supervivientes cuentan ahora con un mayor acceso a información, asesoramiento y derivación a servicios legales y de salud.