Doolow, 17 de julio de 2023 – Cada mañana durante los últimos dos meses, Mohamed Ali comenzaba su día encendiendo una pequeña hoguera en su modesto albergue, preparándose para su rutina cotidiana que le aportaba un reconfortante sentido de normalidad a los residentes de Ladan, un gran asentamiento informal en la ciudad fronteriza de Doolow en Somalia.
Con un gesto suave, Mohamed vierte agua y azúcar en un recipiente, luego agrega jengibre recién pelado y mezcla todo eso con té negro. Esta idea simple pero muy directa se ha transformado en mucho más que un mero ritual matutino – se ha convertido en una cuerda salvavidas para la familia de Mohamed que ha estado dependiendo de la asistencia humanitaria por más de un año.
“Nuestro negocio de té atrae a muchos visitantes, en especial a los que participan de la construcción de albergues y que frecuentan el negocio para tomar té o desayunar”, relata mientras sirve tazas de té y pan ambasha a los clientes.
Procedente de la Región de Oromo en Etiopía, la vida de Mohamed cambió drásticamente por los conflictos en su tierra natal. A la búsqueda de un ambiente más seguro en el cual poder criar a sus hijos, llegó a Ladan, donde se desconectó de sus raíces y de sus medios de subsistencia.
Al igual que muchos otros asentamientos informales en Somalia, Ladan se ha convertido en un refugio para cientos de miles de familias que lo han perdido todo en medio de crisis humanitarias ininterrumpidas.
Inicialmente formado en noviembre de 2021 debido a una severa sequía, el sitio rápidamente se convirtió en el hogar de personas desplazadas desde varios puntos del país y de la vecina Etiopía. Cuando los meses pasaron, un continuo flujo de llegadas, incluyendo las de personas que escapaban del conflicto, trajo como consecuencias un gran atestamiento, infraestructuras inadecuadas y preocupaciones en materia de seguridad dentro del asentamiento. En marzo de 2023 la población era superior a las 15.000 personas, las cuales residían en condiciones precarias y poco seguras.
“Llegamos acá hace un año. Al principio vivíamos en albergues temporales, sin posibilidad de mejorar nuestra situación. Sin embargo, cuando adquirimos este nuevo espacio, vislumbramos la oportunidad de abrir el negocio”, cuenta Mohamed.
El espacio al cual Mohamed refiera es su nuevo albergue, que forma parte de un nuevo plan de reconfiguración de viviendas y descongestión coordinado por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Este plan persigue el mejoramiento de las condiciones de vida en sitios de desplazamiento y a la vez ofrecer a los residentes una oportunidad para la reconstrucción de sus vidas con dignidad.
“Si bien los lugares como Ladan representan un respiro pasajero para las personas desplazadas, no cumplen con el objetivo de atacar las causas subyacentes al desplazamiento”. Los residentes luchan para integrarse cabalmente y pueden caer víctimas de un ciclo de dependencia de la asistencia humanitaria”, señala Frantz Celestin, Jefe de Misión de la OIM Somalia. “Nos esforzamos para encontrar soluciones sostenibles, en particular porque muchas de las personas desplazadas no tendrán la chance de retornar a sus lugares de origen”.
Desarrollado por medio de consultas con la comunidad y otros asociados humanitarios que están trabajando en Doolow, el plan implicó la limpieza de 22 hectáreas de terreno, excavar 18 kilómetros de sistemas de desagüe, instalar 570 metros de alcantarillas reforzadas, construir 460 nuevas letrinas, y demarcar 1.500 lotes para facilitar la reubicación de las familias.
“Todas estas mejoras atrajeron a asociados y proveedores de servicios que construyeron una nueva escuela, establecieron un centro de nutrición, una clínica médica, y crearon un espacio seguro para mujeres”, cuenta Celestin.
Aprendiendo de experiencias pasadas, la OIM también dio inicio a la construcción de albergues mejorados para 1.500 familias que anteriormente estaban residiendo en estructuras temporales.
“Los equipos técnicos de la OIM diseñaron un nuevo modelo de albergue que incluye mejoras básicas como cimientos más sólidos, filas de zócalos elevados, mayor altura y techos mejorados”, explica Boshra Khoshnevis, el arquitecto de la OIM a cargo de la supervisión del proyecto.
Todas estas características prolongan la vida útil del albergue y a la vez permiten que las familias puedan ir mejorándolos a medida que cuentan con mayores recursos. No solamente protegen de los factores climáticos adversos, sino que también brindan privacidad, seguridad, dignidad y mejor salud a sus ocupantes.
Asimismo, el diseño permite un mejoramiento gradual en pos de lograr un albergue mucho más durable, con paredes de ladrillos de barro, una técnica sostenible, ecológica y económica. El proceso de fabricación de ladrillos de barro no requiere de capacidades demasiado desarrolladas ni maquinarias complejas, y esto permite el empoderamiento de la comunidad en el sentido de que la misma puede participar y aprender cómo mejorar sus propios hogares.
Para poder concretar los trabajos de construcción la OIM fomentó la participación de 200 residentes de Ladan, incluyendo a 120 trabajadores no calificados, quienes fueron debidamente capacitados bajo la supervisión del Organismo. Adicionalmente 300 residentes participaron de las tareas de excavación para los sistemas de desagüe, en tanto que otras 15 personas coordinaron la demarcación de los lotes y la limpieza de arbustos.
Entre los residentes que participaron se encontraba Simaneh, quien con anterioridad se desempeñaba como pastor y que recibió un nuevo albergue y participó en su construcción, obteniendo un salario modesto para poder sostener a su familia.
“Este es un lugar mucho mejor para vivir en comparación con el anterior. Tengo un carro con un burro y ayudo en el transporte de ladrillos para la construcción de otros albergues”, acota.
Ofreciendo oportunidades laborales temporales, la comunidad no solamente desempeñó un rol activo en la construcción de sus nuevos hogares sino que también logró obtener un ingreso para paliar sus necesidades básicas.
Para Muslimo, la intervención le ha cambiado la vida. Cuando la OIM se cruzó con ella por primera vez en Ladan en octubre de 2022, estaba viviendo en un albergue temporal y contó cómo su olla “había estado vacía durante días”. Esta mujer de 70 años había escapado de su aldea después de que uno de sus hijos sucumbiera a causa del hambre.
“Desde que nos conocimos el año pasado mi vida cambió totalmente. Estaba apretujada en un pequeño albergue atestado en donde no había privacidad, y nunca me sentía en calma. Todo lo que yo deseaba era crear algo que aliviara mis preocupaciones acerca de cómo sobrevivir”, reflexiona.
Esas esperanzas se convirtieron en realidad cuando fue reubicada a uno de los albergues mejorados.
“Seguimos enfrentando desafíos en lo relacionado con el acceso a alimentos, pero gracias al espacio y la privacidad que estos albergues nos brindan, pude dar inicio a un pequeño emprendimiento”, dice con orgullo, mostrando la estación de carga que ha instalado dentro de su albergue.
Al igual que Muslimo, varias familias que fueron reubicadas han apuntalado el ambiente seguro y espacioso que les ofrecen sus nuevos albergues, para establecer pequeños negocios, generando ingresos modestos. Algunos han incluso invertido en paneles solares para brindar servicios de carga de teléfonos, en tanto que otros han abierto almacenes, puestos que sirven té e incluso pequeños talleres de costura.
“Cobramos 0,10 centavos de dólar cada carga telefónica. Normalmente recaudamos un dólar y medio por día. A veces no alcanza para cubrir las necesidades de nuestros ocho hijos pero es lo que hay”, cuenta Hawa Hassan, cuya familia era una de las que recibió apoyo para construir un albergue de ladrillos de barro.
Estas iniciativas no solamente ayudan a los residentes de Ladan a cubrir sus necesidades básicas sino que también poco a poco van reduciendo su dependencia de la asistencia humanitaria, promoviendo un sentido de empoderamiento y autosuficiencia en el seno de la comunidad.
Cuando el día llega a su fin, Mohamed se despide de algunos clientes con una sonrisa. “No tiene que ver solamente con llegar a fin de mes sino también con sentir que uno hace algo por la comunidad a la cual pertenece”, dice mientras cierra la puerta de su negocio de venta de té.
Estos trabajos colaborativos entre la OIM, la comunidad y varios actores claves para reconfigurar y mejorar las condiciones de vida en Ladan han allanado el camino para un ambiente más inclusivo e integrado, promoviendo el bienestar y la autosuficiencia de las personas desplazadas y de la comunidad de acogida en Doolow. En la actualidad la OIM procura fondos adicionales para poder seguir brindando apoyo a estas actividades y llegar con tal socorro a un mayor número de familias en situación de vulnerabilidad.
El Proyecto ha sido posible gracias al generoso aporte del Gobierno de Japón, de los Estados Unidos y de la Unión Europea.
La historia y las fotografías son de Claudia Rosel, Oficial de Prensa de la OIM Somalia, cbarrios@iom.int / smsom-media@iom.int