Shabwah, Yemen – El 10 de junio de 2024, un bote con 260 migrantes a bordo naufragó cerca de Shabwah, en la costa de Yemen. En este incidente perdieron la vida 56 personas y todavía hay 129 desaparecidas.
Abdulraheem Al Mehdar, un médico muy dedicado, que trabaja con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y que ha liderado el equipo médico móvil en Shabwah los últimos ocho años, se unió con gran coraje a las operaciones de rescate en alta mar para ayudar a quienes luchaban para poder sobrevivir.
Abdulraheem recuerda los incansables esfuerzos de su equipo para salvar vidas y apoyar a los sobrevivientes, mientras enfrenta el impacto que le produjo esta tragedia a nivel personal y los recuerdos de otro evento similar vivido siguen persiguiéndolo.
“En 2019, fuertes vientos hicieron que un bote naufragara cerca de Shabwah, suceso en el cual más de 150 migrantes perdieron la vida y hubo tan sólo un sobreviviente. Yo fui la primera persona que el sobreviviente encontró en la playa tras haber soportado 24 espantosas horas en el mar.
El sobreviviente contó que estaba viajando con su esposa. Ella sostenía al bebé de ambos de tan solo dos meses mientras él cargaba a sus otros dos hijos de dos y cinco años, uno en cada brazo. De repente el clima dio un giro para peor y su esposa y bebé fueron arrastrados en un instante.
Aferrado a sus hijos, sintió que de a poco sus fuerzas disminuían y el bote eventualmente naufragó. Mientras batallaba contra las violentas aguas sostuvo desesperadamente a los dos niños hasta que en un determinado momento se dio cuenta de que el menor había dejado de respirar. Con gran pesar tuvo que soltarlo y momentos más tarde, mientras el tiempo seguía empeorando, tuvo que tomar la difícil decisión de soltar también a su segundo hijo.
Si bien él sobrevivió, el evento lo destruyó y también a mí”.
Carrera contra el tiempo
“De acuerdo con los testimonios de los sobrevivientes del incidente del 10 de junio de 2024, los migrantes habían estado viajando por 24 horas y llegaron a la costa de Shabwah a eso de las tres y media de la madrugada. A esa hora se encontraban a dos millas náuticas (2,3 millas/3,7 km) de la costa.
Según los sobrevivientes en ese punto los traficantes exigieron a los 260 pasajeros que saltaran al mar porque los fuertes vientos hacían que el bote, demasiado lleno de gente, se llenara de agua corriendo peligro de darse vuelta.
Un pescador local que se encontraba en el mar vio a los migrantes nadando y de inmediato me contactó, sabiendo que el equipo médico móvil podría acudir de inmediato para brindar apoyo.
Llegamos a la escena temprano en la mañana cuando todavía estaba oscuro y pudimos ver a los migrantes en el agua, desesperados por llegar a tierra firme, mientras los cadáveres eran arrastrados por la corriente hacia la costa.
Muchos parecían ser personas jóvenes, de entre 15 y 25 años, que estaban ahora intentando rescatar a sus compañeros o los estaban llorando. La escena era caótica y desgarradora. Había gente gritando tanto en el agua como en la playa, luchando para salvar sus vidas por casi cuatro horas.
Acostumbrado a tales tragedias, con gran rapidez contacté al resto del personal que integra el equipo médico móvil y pedí refuerzos adicionales en la ciudad.
Por haber crecido en Shabwah, tanto los integrantes de nuestro equipo médico móvil como nuestros pescadores locales nadan muy bien. De modo que sin dudarlo, todos saltamos al agua para rescatar a la gente, con el apoyo de la Guardia Costera de Yemen. No se podía perder tiempo; todo el mundo se enfocó en la tarea de salvar tantas vidas como fuera posible.
En medio del caos y la desesperación quienes estaban en el agua eran presa del pánico y en su lucha por no hundirse no se daban cuenta de que nos hundían también a nosotros, de modo que tuvimos que acercarnos a esas personas desde atrás para mantener el control”.
Cruces peligrosos
“El peor momento para cruzar es de junio a agosto. En ese período normalmente vemos menos botes. A veces el cruce puede llevar hasta tres días por las condiciones climáticas.
Los traficantes saben bien que es así puesto que muchos de ellos son pescadores; pero aun así explotan a los migrantes para obtener un beneficio. Y a pesar de conocer los riesgos, los migrantes de todos modos con frecuencia deciden intentar el cruce.
Los traficantes generalmente los dejan cerca de la costa. Sin embargo, el temor a ser interceptados por la guardia costera o a las inclemencias climáticas los lleva a veces a forzar a los migrantes a abandonar los botes en una zona alejada de la costa”.
Respuesta humanitaria
“Un segundo equipo móvil, que operaba en un radio de 160 kilómetros del lugar donde ocurrió el incidente, llegó inmediatamente después y juntos pudimos brindar asistencia. A pesar de la distancia, se dirigieron al lugar ni bien se enteraron de lo ocurrido, con el firme compromiso de ayudar apoyo y trabajar en turnos rotativos con el primer equipo médico.
Los dos equipos móviles de la OIM apoyaron a los 71 sobrevivientes mediante asistencia médica y psicológica inmediata. Cada equipo está compuesto por un médico, un psicólogo, un asistente del médico y un chofer.
Muchos de los sobrevivientes estaban en estado de shock por la angustiante experiencia de haber tenido que luchar para poder sobrevivir, por la pérdida de sus seres queridos o por ambas situaciones. Un total de 38 sobrevivientes requirieron apoyo de salud mental inmediato.
Cuatro sobrevivientes más que habían estado nadando durante horas de la noche fueron encontrados al día siguiente por un pescador comprometido con la tarea de brindar asistencia al grupo. Había anticipado que más migrantes iban a llegar de modo que se quedó esperando en la playa todo el tiempo.
A los ocho migrantes que necesitaban atención médica adicional se les dio el alta un par de días más tarde. La mayor parte de los sobrevivientes ya se han ido de Shabwah.
A pesar de los esfuerzos constantes, muchos más cadáveres siguen apareciendo en la costa a medida que los días pasan.
Esa noche, sujetando a mis cinco hijos contra mi cuerpo, no pude evitar pensar en lo que hubiera sido si los hubiera perdido.
Si bien yo había albergado la esperanza de no tener que volver a vivir semejante padecimiento, los recuerdos de 2019 regresaron.
E incluso ahora no puedo dejar de pensar en ese migrante que estaba en la playa. Suelo preguntarme dónde estará y qué habrá sido de él”.