Giyan, 12 de julio de 2022 – Bajo un sol abrasador, las víctimas del terremoto están reunidas en una altiplanicie a 2170 metros de altura, observando los daños que el desastre causó a sus hogares y a la comunidad. Dossemanas después, el saldo de muertes aumenta, llegando a 1.036 fallecidos, y a más de 6.000 personas heridas.
Zarlakht, madre de seis hijos, es una de las víctimas. Su casa en el centro de Giyan fue destruida completamente.
“Cuando comenzó el temblor salí de mi cuarto y al atravesar la puerta pude ver que el techo se había desplomado completamente. Agarré a mis hijas, pero no había forma de salir. Todo se sacudía con tanta fuerza que yo había perdido la noción de dónde estábamos. Gritaba y lloraba, pensando que el mundo entero había colapsado y que no había nadie que pudiera ayudarme. Mi esposo y varios de mis hijos estaban atrapados debajo de los escombros”, relata.
Como muchos otros, ella no tuvo más opción que la de empacar lo que pudo e irse dejando atrás lo que había quedado de su casa.
Junto a su familia acampó cerca, en una de las tiendas provistas por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). No tiene certeza alguna acerca del futuro y de qué manera su comunidad va a poder reconstruir lo destruido y recuperarse del desastre.
En las primeras horas del 22 de junio, un terremoto de magnitud 5.9 azotó una zona rural y con poco acceso a servicios, que es además de muy difícil acceso. Los trabajadores humanitarios siguen ayudando a las víctimas, pero sus esfuerzos son obstaculizados debido al escarpado terreno y la abundante lluvia, algo muy común en esta época del año. Los sobrevivientes del más mortal terremoto ocurrido en Afganistán en más de dos décadas siguen aguardando en sus aldeas devastadas, sin contar con albergue, alimentos o agua, hasta que la ayuda de emergencia llegue hasta ellos, mientras las abundantes lluvias empeoran aún más la situación.
La comunidad humanitaria ha movilizado fondos y personal para la respuesta. Los equipos de la OIM llegaron al terreno en la zona afectada por el terremoto, la cual sufre un gran desgaste por los impactos a lo largo de las comunidades afectadas. Los actores humanitarios están trabajando muy intensamente: se reúnen con los miembros de la comunidad para evaluar sus necesidades, organizan las primeras distribuciones de emergencia e instalan tiendas, letrinas y puntos para el lavado de las manos. Camiones cargados con una variedad de elementos llegan por oleadas, tras haber navegado exitosamente por las remotas montañas, los lechos de ríos y caminos que hacen que esta zona sea particularmente difícil de acceder. Miles de personas están intentando obtener los elementos básicos necesarios para sobrevivir en lo inmediato – agua, alimentos, cuidados de la salud y albergues.
“Yo me encontraba en mi casa dormido cuando todo empezó a sacudirse”, señala Krushnal, sobreviviente de Barmal, que sigue viviendo junto a sus cuatro hijos en el sitio de la casa colapsada. “Un pedazo de pared impactó sobre mí, pero no estoy seriamente herido. Vi como había algunos cuerpos sobresaliendo de los escombros, personas heridas y algunas de ellas tal vez muertas. Escuché gritos de dolor en todas partes”, agrega.
La mayor parte de las casas de la zona, frágiles y construidas con ladrillos de lodo no pudieron resistir los embates del terremoto. Mientras que muchos carecen de los medios de reconstruir gran parte de su comunidad, los sobrevivientes se han congregado con los actores humanitarios para planificar la mejor manera de recuperar su comunidad.
La respuesta de parte de la OIM y sus asociados ha revelado la gran importancia de invertir en una respuesta rápida a los desastres. La asistencia rápida de emergencia puede salvar vidas y reducir el sufrimiento.
“Yo me encontraba en el bosque cuando ocurrió”, señala Zarmatgul, un hombre de 57 años que estaba viviendo en el distrito de Giyan cuando ocurrió el terremoto. “Desde las montañas comenzaron a caer piedras. Cuando regresamos al pueblo, nuestros hogares estaban completamente destruidos. Nuestros hijos habían fallecido; lo mismo pasó con el ganado. La muerte estaba en todas partes. Nuestras mentes estaban totalmente dañadas y no podíamos conciliar el sueño”.
En la parte superior de una cresta, a algunos kilómetros de Giyan, el personal de la OIM que trabaja en Apoyo de Salud Mental y Psicosocial (MHPSS) ha organizado sesiones de asesoramiento con las víctimas en medio de los restos de escombro. Las montañas asoman por detrás de las paredes que han colapsado. Tres grupos diferentes se han formado para las sesiones: mujeres, hombres y menores.
“Nuestros corazones fueron consolados por el consejero quien nos está brindando más y más confianza”, agrega Zarmatgul.
El grupo de mujeres levanta las manos mientras respira profundamente. Tras el ruido y el caos provocados por el terremoto, el tiempo se ha paralizado momentáneamente. Guiadas por un consejero psicosocial que trabaja para la OIM, las mujeres comenzaron a procesar su estrés y su sufrimiento en un entorno seguro.
Las clínicas móviles han estado operativas en esta zona montañosa ubicada lejos de los centros sanitarios. Adicionalmente, los miembros de la comunidad han identificado el apoyo psicológico como una de sus necesidades claves, la cual ha sido incluida en la respuesta de la OIM al terremoto desde el primer día. Gracias a la red de la OIM de equipos móviles y de elementos pre posicionados, la organización ha logrado movilizarse y desplegarse con rapidez en esta zona desde el primer día de la respuesta. Al 8 de julio 140 camiones han llegado con éxito a las zonas impactadas en las provincias de Paktika y Khost. Cerca de 30.000 kits con albergues de emergencia y artículos no alimentarios se han distribuido entre 5.600 familias con necesidades.
Después de que los artículos de socorro de emergencia fueran distribuidos para garantizar que las familias cuenten con un espacio seguro en el cual dormir y para que puedan alimentar a su familia, el foco se desplaza hacia la reconstrucción pos desastre y a largo plazo de casas y vidas. La OIM y otros actores del ámbito de los albergues están trabajando juntos para apoyar a las comunidades para que limpien los escombros de los hogares destruidos y vuelvan a construir sus casas en condiciones seguras.
Otras obras de infraestructura pública también deberán rehabilitarse para asegurar que las comunidades puedan retornar a la vida normal. Las fuentes de suministro de agua que hubieran resultado contaminadas deben ser tratadas y arregladas para garantizar el acceso a agua segura y limpia otra vez – siendo esto en este momento más importante que nunca porque hay un aumento en la zona de enfermedades originadas en la mala calidad del agua. Garantizar el acceso seguro a las escuelas para los menores también es una tarea sumamente importante para salvaguardar el futuro de la comunidad.
La readaptación de los fondos de emergencia existentes ha permitido que la OIM pueda ofrecer una respuesta rápida e inmediata para brindar asistencia vital a las comunidades afectadas. Sin embargo, es necesario comprometer y poner a disposición lo antes posible un financiamiento a largo plazo de los actores humanitarios y en el desarrollo para asegurar que las casas y la infraestructura comunitaria esencial puedan reconstruirse antes de que el duro invierno en Afganistán comience en noviembre.
Esta historia fue escrita por Léo Torréton, Oficial de Prensa, OIM Afganistán. Para más información por favor contactar con: ltorreton@iom.int