Borodianka, 23 de octubre de 2023 – Cuando comenzó la primavera de 2022, mientras las tropas invasoras rusas se retiraban de Borodianka, una localidad en los suburbios de la capital ucraniana de Kyiv, una pieza de arte callejero realizada por el artista de fama mundial Banksy apareció sobre la pared de un hogar dañado por la guerra.

Esta pieza artística – una bailarina que intentaba mantener el equilibrio sobre los escombros – cristalizaba la reputación de la ciudad como ejemplo de resiliencia, realzada aún más por un monumento dañado en memoria del poeta nacional Taras Shevchenko y por la icónica imagen de un gallo de lata, posado sobre un gabinete que vigilaba desde allí una cocina bombardeada.

A pesar de la repentina notoriedad adquirida por este lugar, los esfuerzos de los artistas, músicos y bibliotecarios locales por revivir a su amada ciudad siguen siendo en gran medida desconocidos fuera de Ucrania.

Natalia Vyshynska ha dirigido el departamento de cultura de Borodianka por dos décadas. Se las ingenia para que el centro cultural local siga de pie junto a los hogares destruidos por los devastadores bombardeos de marzo de 2022 y a pesar de las cicatrices que esos bombardeos dejaron. Los peligros de la guerra no han desaparecido pero ella sigue dedicándose a sus colegas y al importante trabajo que realizan.

“El 26 de febrero de 2022, dos días después de ocurrida la invasión, mi colega de finanzas y yo estábamos aquí para asegurarnos de que nuestro personal recibiera sus salarios. Retomamos el trabajo el 15 de abril de 2022 y trabajamos durante un año con las ventanas rotas cubiertas con láminas de plástico”, recuerda.

Edificios en la plaza central de Borodianka, verano de 2023. Foto: OIM/Alisa Kyrpychova

Natalia se refugió en un sótano junto a su esposo, su nuera y dos nietas. Allí pudieron sobrevivir a semanas de intensos enfrentamientos. Eventualmente pudieron escapar y por un breve período de tiempo se refugiaron en Ucrania Occidental antes de regresar y encontrarse con que su ciudad natal había quedado en ruinas.

De los 26 establecimientos culturales, 18 se encontraban dañados o destruidos, perdiendo el 95% de sus instalaciones y bienes, entre ellos una escuela local de arte.

“Cada instrumento musical, incluyendo un gran piano, había quedado arruinado. Teníamos un violín de 1826 guardado en una caja protectora que un incendio devoró. Solamente pudimos encontrar en medio de los escombros una llave de metal quemada”, cuenta Natalia.

Trabajo artístico realizado por Banksy en Borodianka. Foto: www.instagram.com/banksy

Antes de que Rusia invadiera Ucrania, Natalia y sus colegas estaban trabajando para modernizar las instituciones culturales en Borodianka, una ciudad que antes del conflicto bélico tenía una población de aproximadamente 13.000 habitantes. Natalia aplicó sus estudios de psicología para convertir un aula local de costura en un teatro en donde los estudiantes podían subirse al escenario para mostrar sus creaciones, ganando confianza y venciendo sus temores de compartir su arte con una audiencia en vivo.

Antes de la guerra los bibliotecarios de Borodianka ayudaron a los adultos mayores a desarrollar capacidades digitales.

“Puesto que muchos jóvenes se han ido de la ciudad en búsqueda de seguridad y de empleo en algún otro lugar, este servicio en particular tiene alta demanda de parte de sus abuelos, pero el problema era que no teníamos computadoras”, cuenta Natalia.

Desde que el Gobierno de Ucrania recuperó el control de Borodianka y de las zonas del norte del país, muchas personas desplazadas han tomado la decisión de regresar, por más que la guerra no haya terminado. “Las personas siguen retornando a sus hogares, en especial las que tienen cuarenta y cincuenta años”, explica Natalia.

Monumento a Taras Shevchenko, famoso poeta ucraniano, en Borodianka, que las tropas rusas intentaron destruir. Foto: OIM/Alisa Kyrpychova

Natalia está comprometida con la tarea de revivir la vida cultural de la ciudad. Desde el año ella y sus colegas han estado organizando varios eventos públicos.

“No usamos la palabra ‘concierto’ sino que preferimos decir ‘una reunión pública con números musicales’. Los conciertos tendrán lugar tras nuestra Victoria”, explica, reconociendo que tal vez algunas personas podrían considerar que las actividades que ellos organizan no son del todo adecuadas. Sin embargo, para muchos de los concurrentes y para sus organizadores, todo tiene sentido.

“Muchos de nuestros cantantes han perdido familiares; varios han perdido sus hogares. No han podido cantar por mucho tiempo. Algunos necesitaron dos meses para recuperarse, otros tres. Pero lo han logrado, y ahora están cantando”, cuenta.

Natalia tiene una colega que enseña piano y canto en una escuela local de arte. Un año antes de la invasión rusa escribió una canción dedicada a su madre, Halyna, que también trabajaba en el ámbito de la cultura. En marzo de 2022, Halyna no logró escapar de su hogar en la plaza central de Borodianka antes del impacto de una bomba. Su cuerpo nunca pudo ser identificado de modo que ha sido registrada como persona desaparecida. En uno de los conciertos al aire libre, la colega de Natalia planeaba cantar esa canción.

“Seguramente mi madre iba a escucharme”, dijo. Pero no pudo cantar: su voz temblaba y finalmente rompió en llanto. Le llevó un mes más poder estar lista y en el siguiente concierto finalmente pudo cantar la canción.

“Vamos al cementerio; lloramos y recordamos a nuestros muertos. Yo pienso que a ellos les gustaría que Borodianka siguiera avanzando”.

Natalia y su equipo siguen fomentando la participación de psicólogos en el trabajo que realizan, sobre todo en el destinado a menores.

“Los menores temen morir, ser heridos o perder a sus padres u hogares”, cuenta. “Usamos el dibujo, la música y los juegos para que puedan expresar sus temores y sus experiencias traumáticas y los ayudamos a procesar estas complicadas emociones para que puedan seguir con sus vidas”.

Los miembros de la comunidad de Natalia le dan fuerzas y la hacen sentir orgullosa. El experto en historia local Valentyn Moiseenko sobrevivió de milagro al bombardeo de Borodianka y logró escapar con su mujer, quien tiene un impedimento de movilidad, hacia un sótano en el que tuvieron que quedarse durante semanas. Más tarde escribió un libro acerca de los días en que la ciudad cayó bajo el control militar de Rusia y estuvo en el centro de los intensos enfrentamientos. Una artista local que se dedica a crear pysankas (huevos de Pascua decorados), Svitlana Vyskochyl, dicta clases magistrales para pacientes hospitalizados cada semana, incluyendo en su alumnado a personas con amputaciones.

Prendedores adornados con el lema “La cultura de Borodianka está viva” junto al famoso gallo de mayólica, creado por el equipo al cual pertenece Natalia. Foto: OIM/Alisa Kyrpychova

El Centro Cultural de Borodianka depende de subsidios de empresas y de organizaciones internacionales. La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) está apoyando su renacimiento con fondos de los Gobiernos de la República de Corea y Canadá, reacondicionando un museo local y un espacio para familias jóvenes, comprando equipamiento para el centro informativo que funciona en una biblioteca local y coordinando la instalación de una inmensa tienda que permitirá que el equipo de Natalia pueda ofrecer servicios a personas en las comunidades cercanas a Borodianka afectadas por la guerra.

Con el apoyo de la OIM Natalia y los miembros de su comunidad han participado en sesiones de diálogo inclusivo en las que colectivamente han perfilado el futuro de su comunidad por medio de proyectos que apuntan al cambio social. Se han beneficiado con oportunidades de aprendizaje informal que han puesto el foco en los temas de la sociedad civil, el desarrollo de proyectos y la revitalización comunitaria. Junto a voluntarios y voluntarias de toda Ucrania, han aplicado esas capacidades para transformar el centro cultural, de modo tal que Borodianka pueda seguir celebrando su singular acervo cultural para las futuras generaciones.

“Joven bajo el sol”, una escultura que ha sido instalada en la plaza principal de Borodianka y que representa la victoria de la vida sobre la destrucción. Foto: OIM/Alisa Kyrpychova

Historia escrita por Varvara Zhluktenko OIM Ucrania

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