Frederick posa en su barbería en la ciudad de Benín, Estado de Edo. Como él, miles de nigerianos han regresado a su hogar y con el apoyo de la OIM están de a poco reconstruyendo sus vidas. Foto: OIM/François-Xavier 

Ciudad de Benín, Estado de Edo, Nigeria – Frederick apenas si puede contener las lágrimas al momento de relatar su historia. Seis años después de su retorno, aún está recuperándose del trauma que le provocó la experiencia que vivió en Libia.  

“Cuando regresé, no tenía nada”, dice con un tono de voz bajo y entrecortado, sentado afuera de su modesta barbería en las afueras de la ciudad de Benín, Estado de Edo, Nigeria. “Pero actualmente al menos tengo un negocio y salud. Viví un infierno en ese país, pero estoy feliz de haber regresado a mi hogar”. 

El infierno al cual se refiere Frederick es Libia.  

En 2017 decidió irse de la ciudad de Benín con la esperanza de poder establecerse en otro país y, siendo hijo único, ganar lo suficiente como para mantener a sus padres enfermos. “Mi madre tenía problemas de salud mental y mi padre había tenido un infarto que lo había paralizado desde la cintura hacia abajo”, cuenta. “Nadie podía ayudarme de modo que tenía que hacer algo”.   

Un amigo de Frederick le presentó a un boga o intermediario, quien le prometió llevarlo a Libia desde donde luego viajarían a Europa. Ese pasaje le iba a costar 500.000 nairas nigerianos, cifra equivalente a 380 dólares EE.UU. y a veintisiete salarios mínimos en Nigeria en ese momento.

Desesperado, Frederick vendió todo lo que tenía y juntó 400.000 nairas, prometiéndole al boga pagarle el resto una vez que llegaran a Libia. Tras ese acuerdo, él y otras seis personas tomaron un coche desde la ciudad de Benín a Kano, norte de Nigeria, desde donde se dirigieron a Zinder en el sur de Níger, antes de llegar a Agadez, un punto de tránsito importante para los migrantes que une el África Sub Sahariana con el Norte de África. Después de dos semanas en Agadez, el grupo fue “entregado” a un traficante que los llevó a Sabha en la zona sudoeste de Libia.

Allí Frederick se sintió impactado al enterarse que el costo del pasaje para el cruce del Mediterráneo no había sido pagado por el boga y que no le permitían irse o regresar a su hogar hasta que juntara 4.000 dinares de Libia (aproximadamente 825 dólares americanos) para financiar el cruce.

“Me sentía frustrado”, recuerda. “Llamé a mi casa para pedir ayuda, pero nuevamente nadie podía ayudarme”.  

Frederick y algunas otras personas fueron luego puestas en una habitación tranke en donde quienes no podían pagar eran encerrados por largos períodos de tiempo. Durante meses él y esas otras personas fueron golpeados “repetidamente”. Algunos días, ni siquiera les daban de comer. Y cuando les daban algo, era pan duro remojado en agua o alguna pasta de varios días.

Lo trágico es que la de Frederick no es una historia aislada. Por casi una década miles de personas migrantes han arriesgado sus vidas en rutas migratorias peligrosas en el Sahara, ilusionadas por esperanzas de mejores oportunidades económicas en el norte de África o en Europa.

En Nigeria, el Estado de Edo, donde Frederick nació, es conocido como el epicentro del éxodo de jóvenes nigerianos que quieren progresar. De acuerdo con los datos más recientes de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) la mayor parte de los migrantes que retornan a Nigeria con el apoyo de la Organización se identifican como nativos del Estado de Edo.

Como Frederick, la mayor parte de ellos se fueron de sus casas presas de la desesperación y con el apoyo de tratantes y traficantes inescrupulosos que se aprovecharon de su desesperanza. Cuando eventualmente retornaron, se dieron cuenta de que recomenzar era todo un desafío y de que el viaje hacia la sanación puede ser verdaderamente difícil.

“Yo estaba muy deprimido”, dice Blessing, quien regresó desde Libia en 2017 y ahora es una emprendedora exitosa. Una amiga me prestó 10.000 nairas que yo usé para alquilar una habitación, pero mi hijo y yo estábamos durmiendo en el piso, ya que no teníamos nada”. 

Blessing, su esposo e hijo viven en su apartamento en la ciudad de Benín, Estado de Edo. A pesar de las dificultades que ha tenido que enfrentar estos últimos años, ha logrado superarlas y ha logrado recomenzar. Foto: OIM/François-Xavier 

Habiendo vendido todas sus posesiones para financiar su viaje, Frederick no tenía donde ir. Fue seleccionado para participar de un programa multidisciplinario de coaching que le brindaba apoyo, capacitación técnica y vocacional y orientación para emprendimientos organizada por la OIM en colaboración con varios actores estatales y de la sociedad civil, incluyendo la Agencia para el Desarrollo de Capacidades del Estado de Edo también conocida como Edo Jobs. El programa combina capacidades técnicas y para la vida a fin de empoderar a los migrantes que retornan para que puedan reintegrarse de forma sostenible.   

Además de las capacidades comerciales como las de e-commerce, marketing digital, ventas, diseño gráfico y gestión financiera, que son esenciales para gestionar pequeñas empresas en ascenso, los migrantes que regresan como Frederick y Blessing reciben también asesoramiento y coaching psicosocial para elevar su auto estima y ayudarlos a enfrentar el estigma que con frecuencia se asocia al hecho de tener que regresar a sus casas con las “manos vacías”. 

“Hemos comprendido con el tiempo que el apoyo financiero es tan solo el primer paso hacia la reintegración sostenible de los migrantes”, explica Wintana Tarekegn quien lidera la Sub-Oficina de la OIM en la Ciudad de Benín.  

“Por eso es que estamos trabajando con los asociados y promoviendo intervenciones más integrales que doten a los migrantes que retornan con las capacidades comerciales, emocionales y sociales que necesitan para sostener su bienestar emocional, y que los orienten para que tomen decisiones correctas en el futuro”, agrega.   

Desde el lanzamiento del proyecto en diciembre de 2022, más de 145 migrantes que retornan como Frederick y Blessing han completado varios programas de capacitación y han logrado reconstruir sus vidas con singular éxito.  

“Hoy mi hijo ha crecido y asiste a una buena escuela. Me he casado. Fue un matrimonio convencional, en el Registro Civil y luego el vestido blanco”, dice Blessing. “No podría estar más contenta; ¡Dios me ha acompañado!”.  

El Proyecto Gestión de la Migración a través del Desarrollo es implementado en el Estado de Edo con el apoyo del Directorio General para Ciudadanos Italianos en el Exterior y para Políticas Migratorias del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación Internacional de Italia. Para más información por favor visitar  nigeria.iom.int.  

Esta historia fue escrita por François-Xavier Ada, Oficial de Información Pública de la OIM Nigeria. 

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