Belet Weyne, 1 de agosto de 2023 – Somalia está enfrentando las consecuencias de una sequía prolongada, la más larga en la historia reciente de ese país. Desde finales de 2021 la sequía ha obligado a más de 1,5 millones de personas a abandonar sus hogares, ha provocado una devastadora crisis de alimentos y ha matado a miles de cabezas de ganado.
Se esperaba que la temporada de lluvias conocida con el nombre de Gu, que normalmente se extiende de abril a junio, trajera algo de alivio a millones de personas que estaban luchando para sobrevivir a la gran escasez de agua. Pero si bien las lluvias aliviaron en cierta manera a los pastores, reponiendo las fuentes de agua subterránea y regenerando la vegetación, también generaron nuevos desafíos para las comunidades. Debido a la imposibilidad del suelo de absorber el agua tras una sequía tan prolongada, las tan esperadas lluvias terminaron convirtiéndose en devastadoras inundaciones repentinas, sin precedentes y de gran magnitud.
Desde marzo de este año las inundaciones han afectado a 468.000 personas y han desplazado a más de 419.000. La mayor parte de los desplazados vivían en Belet Weyne, una ciudad del Estado de Hirshabelle, zona central de Somalia, en donde las riberas del Río Shabelle se desplomaron a principios de mayo.
El fenómeno de El Niño de este año, que provoca extremos climáticos regionales específicos, ha aumentado la preocupación. Los expertos en cuestiones climáticas predicen futuras inundaciones que podrían exacerbar la seria situación en la que se encuentran las comunidades. Los esfuerzos concertados de las organizaciones humanitarias y de las autoridades locales son cruciales en cuanto al apoyo brindado a las comunidades para prepararse y mitigar el impacto potencial de los futuros peligros naturales.
Escrito por Claudia Rosel y Muthoni Njenga / OIM Somalia