Zakarpattia,  11 de abril de 2022– Bucha, la que hasta hace poco fuera una tranquila ciudad dormitorio cerca de Kiev, es ahora sinónimo de la matanza masiva de civiles en la cada vez más brutal guerra en Ucrania.

Yuliia es de esta ciudad. Para ella, la vida era fácil seis semanas atrás: junto a su esposo Valerii y su pequeño hijo Artemko se habían mudado a un nuevo apartamento en una zona verde y tranquila. Trabajaba como peluquera y nada le gustaba más que ver cómo una clienta se iba de su salón viéndose hermosa y con confianza en sí misma.

Todo cambió una terrible mañana a finales de febrero. La guerra – violenta, ruidosa y aterradora – comenzó a rugir desde el Norte. Con su vecindario bajo las llamas, Yuliia tomó la decisión de huir.

Ella y su familia, incluyendo a su madre Zinaida, se unieron a los 7,1 millones de personas desplazadas internas (IDPs) en el mayor país de Europa (cifra del 1 de abril de 2022). Tras cuatro semanas en ruta, llegaron a la provincia occidental de Zakarpattia, a cientos de kilómetros de su ciudad natal, que ya estaba en ruinas.

Yuliia y Artemko en su actual refugio en Zakarpattia. Foto: OIM/Jana Wyzinska

Cuando Yuliia vio los horribles videos y fotos de la matanza y destrucción en Bucha, instantáneamente rompió en llanto y se quedó por un momento sin palabras. “Este nivel de violencia es imposible de comprender”, dijo ella finalmente. “Es algo que no se lo desearías ni a tu peor enemigo, y a la vez es algo que nunca perdonaremos ni olvidaremos”.

A través de sus vecinos, Yuliia se enteró de que, después de su partida, su piso fue ocupado y sus pertenencias saqueadas. La fábrica en la que la su madre trabajaba también había sido destruida por las bombas. Si bien las autoridades ucranianas han recuperado el control, los habitantes siguen sin poder regresar a sus hogares por el peligro de las minas y otros artefactos explosivos producto de la guerra.

Personal de la OIM en el gimnasio de la escuela del pueblo de Bushtyno donde la comunidad local guarda suministros para las personas desplazadas internas. Foto: OIM/Jana Wyzinska

En Zakarpattia finalmente tuvieron un respiro. Junto a otros cientos de desplazados, encontraron un albergue temporal en una escuela en la pequeña ciudad de Bushtyno. Voluntarios de Alemania, Polonia y la República Checa han hecho sus mayores esfuerzos para convertir impersonales aulas en dormitorios acogedores. La sala de deportes también ha sido convertida en un depósito central para las necesidades de la vida cotidiana.

“Así que aquí estamos. Este es nuestro hogar ahora. Tenemos todo lo necesario, y gente muy amable nos está ayudando de todas las maneras posibles”, dice Yuliia. “Si bien en este momento estamos durmiendo sobre colchones en el suelo, al menos los misiles ya no pasan por encima de nuestras cabezas y mi hijo está seguro. Es lo único que ahora importa”.


Las calles de Bucha tras la batalla. Foto: Marian Prysiazhniuk



Ella espera que su hijo logre olvidar todos los recuerdos de esas semanas horrorosas de temor y huida. “No tenemos muchas pertenencias, pero lo que realmente me rompe el corazón es que no pudimos traerle ningún juguete a Artemko.  Le encantan los  coches y en casa tenía muchos, y los echa de menos. Pregunta todo el tiempo cuándo vamos a volver para poder jugar nuevamente con sus autos. No quiero que deje de ser un niño, quiero que siga jugando y que pase tiempo con otros chicos. Él sería muy feliz si pudiera tener una bicicleta o algunos juguetes. Y yo también sería feliz si eso ocurriera”.

Tal vez no sea tan difícil que algunos juguetes e incluso una bicicleta lleguen a manos de madre e hijo, para poder hacerlos sonreír. Pero por ahora están estancados, sin hogar, sin trabajo y sin idea de cómo avanzar.


Una tumba colectiva en Bucha. Foto: Marian Prysiazhniuk

La OIM ha estado en terreno brindando asistencia humanitaria esencial a personas desplazadas como Yuliia y su familia. La respuesta de la OIM incluye alimentos, artículos no alimentarios y de higiene, dinero en efectivo, apoyo psicosocial y de salud mental, además de la prevención de la trata de personas y de la explotación y el abuso sexual. Más de 50.000 personas han podido acceder a ayuda humanitaria práctica de parte de la OIM en Ucrania desde que la guerra comenzó.

Texto y fotos de Jana Wyzinska, OIM Ucrania

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