Ginebra, 25 de octubre de 2021 – Cada año que pasa, las necesidades humanitarias en todo el mundo siguen aumentando y más personas son desplazadas por los conflictos y los desastres.
El devastador impacto de la COVID-19, que ya ha dejado un saldo de más de 3 millones de vidas, y las consiguientes restricciones a la movilidad humana en todo el planeta, han aumentado el nivel de necesidades, privando a millones de personas de sus medios de subsistencia e impactando sobre su capacidad de acceso a los servicios básicos y a la asistencia vital.
“La pandemia de COVID-19 ha empeorado las crisis que ya existían en todo el mundo”, dice el Director de Operaciones y Emergencias de la OIM Jeffrey Labovitz. “Nuestro personal ha mostrado una gran resiliencia y determinación en cuanto a enfrentar estos nuevos desafíos”.
En 2020, la OIM logró llegar a más de 37 millones de personas con necesidades en todo el mundo, brindando asistencia vital a los migrantes, personas desplazadas internamente (IDP), refugiados y a las comunidades locales que les brindan apoyo.
Siguiendo a un mundo que no para de moverse
Desde que comenzó la pandemia, los viajes de millones de migrantes han enfrentado obstáculos adicionales que con frecuencia no pueden superarse.
A fines de 2020, Matriz de Seguimiento de Desplazamiento de la OIM, la cual se ha encargado de llevar un registro de la escala y el impacto de las restricciones a la movilidad impuestas por la pandemia.
Debido a que las vías habituales ofrecidas a los migrantes se cerraron, la OIM llegó a la conclusión de que a mediados de 2020 más de 3 millones de personas se encontraban varadas, sin posibilidad alguna de poder regresar a sus países de origen.
“Durante los 15 años en los que la DTM de la OIM ha estado haciendo un seguimiento de la movilidad a nivel mundial, nunca antes habíamos visto un impacto tan significativo sobre las rutas migratorias tradicionales. Al registrar estas restricciones, hemos podido comprender de mejor manera el modo en el que estas rutas migratorias están cambiando y en qué lugares las necesidades de las personas son mayores”, dice Labovitz.
Muchos siguen aún arriesgando sus vidas a la búsqueda de seguridad o de una vida mejor, embarcándose en rutas migratorias alternativas irregulares.
“No estábamos muy lejos de España”, dice Musa, un migrante de Senegal que intentó llegar a Europa el año pasado por vía marítima. “Nuestra embarcación se quedó sin combustible antes de que lográramos llegar”.
“Fuimos rescatados por otra embarcación de bandera argelina y enviados a un centro de detención. Tras 15 días, nos enviaron a Níger en autobuses atestados y nos dejaron en medio del desierto. Caminamos un día entero en medio del calor para poder llegar a Agadez”.
Al otro lado del continente africano, los migrantes siguen cruzando el Golfo de Adén a través de Yemen, país asolado por los conflictos, con la esperanza de poder llegar al Reino de Arabia Saudita. Los traficantes de migrantes y los tratantes de personas los engañan pintándoles una imagen de un futuro totalmente ficticio.
Fadmou es una de los muchos migrantes que desconocían que estaba por cruzar por una zona en guerra hasta que el personal de la OIM se lo informó durante su estadía en un Centro de Respuesta a Migrantes de la OIM en Hargesia, Somaliland. Sin embargo, la joven madre eligió continuar su travesía con la esperanza de mejorar el futuro de su joven hijo.
“Quiero ir porque no quiero que mi hijo crezca en medio de la pobreza como ocurrió conmigo”, explica.
Si bien la pandemia ha llevado a una disminución relevante de la cantidad de migrantes que llegan a Yemen (de más de 138.000 en 2019 a poco más de 37.500 en 2020), la cantidad de los quedan varados y vulnerables al abuso ha aumentado en todo el país.
El personal de la OIM ha estado ayudando a las personas a lo largo de la Ruta Oriental hacia el Reino de Arabia Saudita – coordinando clínicas móviles, ofreciendo servicios en los puntos de respuesta a migrantes y ayudando a las familias para que puedan reunirse en sus países de origen.
Respuesta a las crisis simultáneas
El año pasado fue testigo de nuevas emergencias como los tifones en las Filipinas, invasiones de langostas en África Oriental y conflictos armados en Nagorno-Karabakh, la región de Tigray en Etiopía, el norte de Mozambique y otros lugares. Este tipo de crisis derivaron en el hecho de que miles de personas se desplazaron a la búsqueda de seguridad.
En muchos de estos lugares, el personal de la OIM tuvo que encontrar nuevas maneras de proveer asistencia a las personas desplazadas internamente que se encontraban en campamentos y entornos similares que con frecuencia están atestados y no cuentan con los recursos adecuados. Hubo que establecer instalaciones para el cumplimiento de los períodos de cuarentena y para el tratamiento de la COVID-19, los espacios en los cuales las personas vivían tuvieron que ser descongestionados y se distribuyeron artículos esenciales de socorro en áreas abiertas para poder respetar las normas de distanciamiento físico.
De cara a todos estos desafíos, la OIM logró brindarle a 4.6 millones de personas en 54 países albergues y artículos esenciales de socorro.
Trabajando en pos de soluciones a largo plazo
Millones de personas desplazadas internamente, migrantes y refugiados han sido desplazados por años, e incluso décadas, debido a crisis extendidas, y requieren recibir asistencia más que inmediata. En Afganistán, Turquía, y otros lugares, la OIM pudo ayudar a personas afectadas por crisis a que se recuperaran dándoles las herramientas necesarias para comenzar sus propios negocios y hacerse financieramente independientes.
En Irak, la OIM le brindó su apoyo a través de un subsidio a una fábrica local de trajes para que pudiera aumentar su capacidad de producción. La propietaria del negocio, Caroline, contrató a 10 empleados adicionales y reacondicionó la fábrica para poder confeccionar los tapabocas. Hoy esta fábrica produce más de 2.500 por día para su distribución en todo el país.
Varios proyectos de la OIM apuntan no solamente a poblaciones de migrantes, personas desplazadas internamente o refugiados sino también a las comunidades locales en las cuales residen. En Ecuador la OIM brinda servicios y capacitaciones vocacionales a migrantes y refugiados de Venezuela y a los residentes locales ecuatorianos para lograr cohesión social.
Tan solo en 2020 la OIM brindó asistencia a más de 2.8 millones de personas en 61 países a través de diversas iniciativas de estabilización comunitaria.
Reasentando personas en sus nuevos hogares
La mayor parte de los países impusieron alguna forma de restricciones a la movilidad a sus ciudadanos o viajeros para contener la diseminación de la enfermedad.
Las restricciones implicaron que las esperanzas de ser reasentados de muchos refugiados quedaran en suspenso.
La OIM necesitaba replantearse de qué modo iba a facilitar los movimientos de manera segura, en especial para los refugiados reasentados y los migrantes que retornaban, en medio de un constante cambio de las restricciones y protocolos de acceso de los países. A medida que las restricciones aumentaban, los equipos comenzaron a testear a todos los pasajeros para detectar posibles casos de COVID-19 y si daban positivos contaban con instalaciones para cumplimiento del período de cuarentena. También trabajaron con las aerolíneas y los Estados para asegurar el tránsito seguro de los pasajeros.
A finales del año pasado la OIM había ayudado con éxito a 27 Estados por medio de operaciones humanitarias de movilidad de 40.536 refugiados y personas en situación de vulnerabilidad.
Mohamad y su familia son algunos de los pocos afortunados que lograron reasentarse en un nuevo país el año pasado. Llegaron al Líbano desde Siria hace seis años y se vieron afectados por las poderosas e idénticas explosiones en el Puerto de Beirut.
“Mi hija ya no logra conciliar el sueño tras la explosión y a veces se despierta gritando. Pienso que es porque la explosión le recordó todas las cosas que vio en Siria”, explica Mohamad.
Tiene la esperanza de que la mudanza a Francia le brinde a su familia la seguridad que necesitan para poder recomenzar sus vidas.
A pesar de las explosiones y de las restricciones a los viajes impuestas por la COVID-19, la OIM siguió facilitando vuelos fuera del Líbano para refugiados reasentados y para migrantes que desearan retornar a sus hogares.
Mirando el futuro
El 2020 será recordado por sus desastres, sus conflictos y la pandemia que llevó al límite a las agencias y trabajadores humanitarios. También será recordado como el año que nos enseñó algunas lecciones esenciales que se revelarán como muy valiosas en el futuro mientras la OIM y otros organismos se preparan para seguir abordando más emergencias.
Para más información sobre el ámbito de aplicación de las operaciones de emergencia de la OIM a nivel mundial en 2020, por favor dirigirse al Informe sobre Operaciones y Emergencias en el Mundo.
Escrito por Muse Mohammed, División de Prensa de la OIM.