Tonj South, 22 de noviembre de 2021 –Es temprano aún en esta mañana en Tonj South, Estado de Warrap, Sudán del Sur. Ajok Miin Dut se despierta y comienza su jornada, un día dedicado a la realización de tareas domésticas. Envuelve la ropa que tiene que lavar, toma el jabón en su mano y se dirige a un pozo de perforación en la Escuela Primaria Mabior Yar, que se encuentra a una corta distancia de la choza en la que vive con su esposo y sus dos hijos.
Ajok tiene 24 años. La acompañada su hijo Tong. Es la primera en llegar al lugar pero al poco tiempo otras aldeanas también se acercan a bombear agua para beber, lavar la ropa y limpiar la casa.
Sus vidas han mejorado en gran medida. Por largo tiempo, la comodidad de acarrear agua desde una fuente cercana –agua para beber limpia y segura–era algo impensable. Los residentes dependían del agua estancada de un pozo natural, el cual podía llegar a secarse en tiempos de sequía.
“Yo tenía que caminar por horas para conseguir agua para mi familia”, dice Ajok. “El viaje a veces me llevaba más tiempo porque llevaba al bebé conmigo”.
Los viajes diarios al pozo no garantizaban suficiente cantidad de agua para su familia. “Teníamos que esperar por horas y había mucha gente haciendo cola. A veces terminábamos peleando por la escasa cantidad de agua disponible”, dice.
La aldea de Mabior Yar, como muchas otras en la zona del Gran Tonj, necesita imperiosamente recibir ayuda humanitaria. Los conflictos y los graves desastres naturales – temporadas de grandes inundaciones o períodos de sequía extrema – han dejado a estas aldeas en un estado de gran fragilidad, con la necesidad de contar con agua segura para beber, alimentos, cuidados de la salud primaria, mosquiteros e insumos domésticos básicos.
Con pozos deteriorados y cosechas perdidas por meses de intensas precipitaciones, la zona del Gran Tonj enfrentó el problema de la falta de agua y una inseguridad alimentaria extrema. Varios lugares estuvieron al borde de la hambruna.
Las intervenciones de la Unidad de Agua, Saneamiento e Higiene para Todos (WASH) de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) ayudaron en el abordaje de la inseguridad alimentaria aumentando el acceso al agua segura por medio de la rehabilitación de los pozos de perforación, de medidas para la promoción de la higiene y de la distribución de ítems WASH que se necesitaban mucho, como por ejemplo tabletas purificadoras del agua, baldes y bidones tipo Jerry.
El Equipo WASH de la OIM distribuyó artículos a más de 3.765 familias, beneficiando a más de 43.000 personas en la zona del Gran Tonh, apuntando principalmente a aquellos hogares en los que había menores que estaban siendo tratados por casos de mal nutrición severa. Para promover las buenas prácticas de higiene y apoyar el manejo de los períodos menstruales con dignidad, se les entregaron kits de higiene menstrual a mujeres jóvenes en edad de menstruar.
El Equipo WASH también rehabilitó 75 pozos en las comunidades, en sitios de salud y nutrición que brindan servicios a aproximadamente 37.500 personas, incluyendo a algunas con discapacidades. Para asegurar la sustentabilidad del acceso al suministro de agua, la OIM capacitó a 24 mecánicos de bombas – tanto hombres como mujeres – y entregó repuestos y herramientas para que las tareas de cuidado y mantenimiento de los pozos nunca se interrumpan.
“Las capacitaciones a las cuales accedimos para arreglar los pozos de perforación garantizarán que podamos repararlos si se averiaran”, dice Malual Madut, asistente a cargo de la mecánica de las bombas.
Como iniciativa auto gestionada, la comunidad se ha comprometido a hacer pequeñas contribuciones manejadas por el Comité de Gestión del Agua para de tal modo poder contar con fondos para mantenimiento.
“Ha sido muy aleccionador ver como las comunidades se organizaron por su cuenta y unieron esfuerzos para un logro colectivo”, dice Inyasio Ngor Gum, Oficial Administrativo de la sub-área o payam de Mabior Yar.
“Por lo que yo recuerdo los residentes siempre se nos acercaban a nosotros [las autoridades locales] solicitándonos apoyo para esto o aquello; de modo que era muy refrescante ver cómo lograban cosas por sí mismos. El progreso es visible y eso es muy alentador”.
En el payam de Thiet, una aldea cercana en la cual la OIM también brindó servicios de agua, saneamiento e higiene, los residentes dicen que la rehabilitación de los pozos de perforación ha aliviado una pesada carga.
La joven Nyalok Loongar está especialmente emocionada por todo esto y dice que ella no volverá a “perderse nada”.
“Yo tenía que retirarme antes de la escuela y a veces directamente no iba porque debía cuidar a mis hermanos mientras mi mamá iba hasta el río a traer agua”, dice.
De rodillas frente al pico de la bomba, Nyalok usa sus manos y las llena de agua para beber mientras sus amigos presionan la manija. Entre sorbo y sorbo Nyalok recupera el aliento y dice: “Cuando la bomba estaba rota teníamos mucha sed, y apenas si teníamos un vasito de agua para compartir entre varios”.
“Estoy muy feliz porque ahora mis amigos y yo tenemos agua”, dice Nyalok.
Este proyecto es financiado por el Fondo Humanitario para Sudán del Sur (SSHF).
Esta historia ha sido escrita por Liatile Putsoa, Oficial de Prensa de la OIM de Sudán del Sur, Correo electrónico: lputsoa@iom.int