Herat, Afganistán – En un día como cualquier otro en el cruce fronterizo de Islam Qala entre Afganistán e Irán, Provincia de Herat, un joven hombre aparece detrás de un manto de niebla. A simple vista se advierte que tiene una discapacidad y que se esfuerza para acarrear su bolsa de viaje con la mano izquierda. Javeed* perdió el antebrazo derecho trabajando como migrante indocumentado en Irán, accidente que casi le cuesta la vida.
"Tomé la determinación de hacer lo que fuera necesario para irme de Afganistán”, recuerda Javeed. Fue impulsado por la esperanza de una vida mejor y la ambición de poner fin a la pobreza generacional que afectaba a su familia.
Devastado por la miseria y la inestabilidad, Javeed es uno de los millones de afganos que cada año se embarcan en peligrosos viajes para intentar alcanzar la escurridiza promesa de esperanza y oportunidad.
Desde que las autoridades de facto tomaron el poder en agosto de 2021, Afganistán ha experimentado una contracción económica significativa y un aumento de los niveles de pobreza. A principios de 2024, más de la mitad de la población de Afganistán estaba viviendo en situación de pobreza y casi un 36% sin acceso a suficiente a alimentos, información del Informe del Banco Mundial.
En una tendencia a la baja, 3,42 millones de personas afganas han salido del país desde agosto de 2021, mientras que los retornos han aumentado, con 2,81 millones de personas regresando. De los que migraron, el 84% se trasladó a países vecinos, predominantemente Irán, y casi 250,000 se dirigieron a Europa y Turquía.
Aproximadamente un 70% de los afganos que migraron a Irán citaron la falta de oportunidades laborales como el principal factor que impulsó sus movimientos migratorios, de acuerdo con los últimos datos de la OIM.
La cifra de retornados desde Irán sigue siendo alta. En 2023, la OIM registró casi un millón de retornos, con un 70% de personas indocumentadas y un 60% de personas que retornaron forzosamente.
El viaje de Javeed empezó en su ciudad natal en Nangahar, zona oriental de Afganistán. “Pedí prestado algo de dinero y puse mis ojos en Kabul para dar inicio a este viaje”, relata.
Muchos afganos migran por rutas no oficiales porque les resulta difícil acceder a visas y a pasaportes. Frecuentemente recurren a los traficantes, a quienes les pagan para cruzar las fronteras de manera informal. Para financiar los viajes, la mayor parte de los migrantes tienen que pedir dinero prestado o vender las posesiones familiares. Se trata de un dilema emocional en el que deben sopesar los potenciales beneficios contra los riesgos y sacrificios de relevancia que deberán enfrentar.
"Nos fuimos de Kabul a Nimruz [sudoeste de Afganistán] en donde los traficantes nos alojaron para pasar la noche en condiciones de hacinamiento totalmente inadecuadas. El terrible frío casi no nos dejó dormir. Cuando amaneció nos apuraron para que subiéramos a una furgoneta y no tuvimos siquiera tiempo de pensar bien lo que estábamos haciendo”, recuerda Javeed.
Los traficantes, con el propósito de multiplicar sus ganancias, a menudo recargan esos vehículos y ponen en peligro las vidas de los migrantes. La furgoneta que llevaba a bordo a Javeed junto a otros 30 migrantes y que estaba repleta muy pronto partió rumbo a la frontera con Irán.
Eventualmente Javeed llegó a la irregular ruta de Moshkil cerca de la frontera con Irán. Aquí los traficantes le dijeron a los migrantes que tendrían que continuar y cruzar la frontera por sus propios medios. “Nos embarcamos en un viaje de un día y medio, apenas escapando del peligro de muerte un par de veces mientras trepábamos por senderos escarpados y peligrosos para evitar al ejército que patrulla la frontera, todo eso con nuestras pesadas mochilas sobre las espaldas”, recuerda Javeed.
Al momento de su llegada a Irán, Javeed había depositado sus esperanzas en los traficantes de la misma red quienes, en lugar de ayudar, se aprovecharon de la vulnerabilidad de los migrantes, pidiendo pagas adicionales además de los 150.000 afganíes (aproximadamente 2.130 dólares EE.UU.) que ya habían pagado.
"Nos mantuvieron en cautiverio, nos golpearon sin compasión con caños de acero, y nos presionaron para que llamáramos a nuestros amigos y familias para que pidiéramos más dinero”, contó Javeed.
Eventualmente logró escapar de los traficantes y seguir su viaje hacia el norte de Irán, enfrentando condiciones climáticas adversas. “Dormí en el frío y la lluvia durante días porque no tenía dinero para alojarme en algún lugar”.
Al llegar a Teherán, la capital de Irán, Javeed se aseguró un ingreso diario trabajando en la construcción, esperando poder también ahorrar algo de dinero para su siguiente travesía migratoria rumbo a Europa. Pero en lugar de eso, sufrió una tragedia: tuvo un terrible accidente en el cual perdió su antebrazo y que casi le quitó la vida.
"El operador de la grúa perdió el control y el cable se cortó abruptamente, dejando caer la carga que automáticamente me amputó el antebrazo”, recuerda Javeed, haciendo una pausa para recordar el terrible dolor que experimentó. “No pueden imaginarse lo que se siente”.
La familia de Javeed tuvo que pedir dinero prestado para poder pagar su tratamiento médico y eso los puso en una situación financiera aún más delicada. Como persona con una discapacidad que se había embarcado en un viaje costoso y difícil la esperanza de Javeed de seguir con su travesía migratoria a la búsqueda de oportunidades económicas estaba esfumándose.
Junto a Javeed que estaba viviendo toda esta pesadilla estaba también Mirwais*, hijo mayor de una familia de ocho, con la pesada carga de mantener a sus seres queridos. Su padre, demasiado viejo para trabajar, dependía de Mirwais como el único sostén de familia.
A lo largo del camino Mirwais vio a familias, algunas de ellas con niños pequeños, impulsadas por la desesperada esperanza de tener una vida mejor.
Mirwais, que intentaba migrar a Europa, experimentó un gran sufrimiento mientras se acercaba a la frontera entre Irán y Turquía. Una zanja profunda con alambre de púas bloqueaba su camino. Con la determinación de superar este último obstáculo intentó el cruce, pero sufrió serias heridas al hacerlo. “Vi cómo algunas personas se desangraban hasta que perdían la vida”, recordó Mirwais.
Durante sus viajes, los afganos que no tienen acceso a la documentación adecuada enfrentan un riesgo mayor de padecer violaciones a sus derechos humanos en países vecinos y de tránsito. Entre ellas pueden mencionarse el uso de la fuerza y otras formas de tratamiento cruel, inhumano o degradante.
Eventualmente Javeed y Mirwais fueron retornados forzosamente a Afganistán, llegando al centro de recepción de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en Islam Qala. Aquí todos los afganos, tanto los que han sido retornados voluntaria o forzosamente, acceden a controles para determinar sus vulnerabilidades y se les entregan refrigerios y comidas calientes antes de ser transportados a los centros de tránsito de la OIM.
A su llegada al centro de tránsito, los migrantes reciben apoyo adicional, incluyendo alojamiento para pasar la noche, comidas calientes, y cuidados de la salud brindados por la OIM y sus asociados. Los retornados indocumentados en situación de vulnerabilidad como Javeed y Mirwais también reciben apoyo de protección especializada.
Javeed ahora planea invertir todos sus recursos para abrir un almacén, pero su gran sueño es convertirse en periodista.
"Es verdad que perdí mi brazo pero no he perdido mi espíritu de lucha. Creo en el poder de la educación, y espero poder cumplir con mi sueño de estudiar periodismo para poder contar las historias de otras personas como yo. Quiero arrojar luz sobre las batallas y las esperanzas de los migrantes afganos e inspirar cambios positivos”, dice Javeed.
"Quiero pedirles a todos los jóvenes de Afganistán que no depositen su confianza en los traficantes que les prometen viajes seguros. No hay atajos hacia una mejor vida y los peligros que uno puede llegar a enfrentar a menudo son mucho mayores que lo que uno podría imaginar”, dice Mirwais.
La OIM opera una red de ocho centros de recepción y de tránsito en las provincias fronterizas de Herat y Nimroz (en la frontera con Irán) y de Kandahar y Nangarhar (en la frontera con Pakistán).
En estos centros, de enero de 2023 a mayo de 2024 la OIM brindó asistencia posterior a la llegada a 805.825 migrantes afganos retornados. La asistencia incluyó apoyo de protección especializada para 23.298 retornados indocumentados en situación de vulnerabilidad, que fue posible gracias a fondos aportados por la Dirección General de Ayuda Humanitaria de la Comisión Europea (ECHO), la Oficina de Población, Refugiados y Migración (PRM) del Departamento de Estado de los Estados Unidos, el Ministerio de Relaciones Exteriores y de la Mancomunidad de Naciones del Reino Unido (FCDO), el Ministerio de Asuntos Exteriores de los Países Bajos, el Fondo Central para la Acción en Casos de Emergencias (CERF), el Gobierno de Japón, la Secretaría Estatal de Migración de Suiza (SEM), la Agencia Italiana de Cooperación para el Desarrollo (AICS) y el Ministerio de Asuntos Exteriores de Noruega.
La OIM y sus asociados reiteran su llamamiento a todos los países para detener de inmediato los retornos forzosos de afganos, tanto a corto como a largo plazo, hasta que se establezcan las condiciones necesarias para garantizar retornos seguros, dignos y voluntarios, con independencia de su condición legal. La OIM promueve el establecimiento de vías de migración regular y el acceso a la documentación de viaje adecuada para minimizar la migración irregular y reducir los peligros para los migrantes vulnerables.
Adicionalmente la OIM reclama apoyo adicional para medios de subsistencia y servicios a fin de mejorar las condiciones de vida en las comunidades afganas y mitigar la necesidad de recurrir a la migración irregular como un mecanismo de adaptación negativo.
*Los nombres y detalles identificatorios han sido cambiados para proteger la identidad de los retornados.
Esta historia fue escrita por Avand Azeez Agha, Oficial de Comunicaciones de la OIM en Afganistán. Para más información por favor contactar con avhasan@iom.int