Palanca, 30 de marzo 2022 –  “Yo vivo al lado del mar; es hermoso y habitualmente muy tranquilo”, dice Violeta. Conocida por sus hermosas playas y su teatro de ópera, Odessa había seguido siendo un lugar seguro para muchos a pesar de la guerra. 

Pero cuando las ventanas de su casa en la playa comenzaron a azotarse con mayor violencia con cada bombardeo, Violeta se preocupó más y más por la seguridad de su familia.

En Odessa, Violeta trabajaba como enfermera en un orfanato, brindando apoyo a niños y niñas con discapacidades. Cuando la guerra empezó, tuvieron que desplazarse con los menores a una zona más segura. “Nuestra prioridad era ponerlos a salvo”, explica Violeta. 

Cada vez que había incursiones aéreas y la sirena comenzaba a sonar, todos debían correr a refugiarse a los bunkers, pero el más cercano a la casa de Violeta se encontraba a varios kilómetros. 

El punto de cruce fronterizo en Palanca (a la izquierda); encuestadores de la OIM realizan encuestas para comprender mejor el viaje de los refugiados (derecha). Foto: OIM/Mónica Chiriac

Junto a sus dos hijos, decidió preparar rápidamente una maleta, se subió a un coche con algunos conocidos para viajar hacia Palanca, en la frontera con la República de Moldova. A lo largo de ese viaje, Daniel de 12 años y Angelina de 11 se consolaron al poder cuidar de las dos gatas de la familia, Mona y Eva.

“Es genial que puedan distraerse, pero en la actualidad casi todos los niños tienen teléfonos móviles. De modo que es muy difícil ocultarles lo que está ocurriendo”, dice Violeta. 

El 8 de marzo, los Gobiernos de Moldova y Rumania, con el apoyo de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), implementaron un traslado por vía rápida con el objetivo de apoyar el movimiento terrestre seguro de quienes escapan de Ucrania, incluidos los nacionales de terceros países. 

Varios autobuses viajan cada día desde Rumania a Palanca, que es el punto más oriental de Moldova ubicado a dos kilómetros y medio de Ucrania, para recoger refugiados. Cuando llegan desde Ucrania, los refugiados son recibidos por autoridades, organizaciones humanitarias, y voluntarios, que están particularmente motivados para prestarles asistencia. 

Los equipos de la OIM están presentes para brindar información sobre transporte y alojamiento, entre otros temas, incluyendo mensajes cruciales sobre lucha contra la trata de personas para ayudar a las madres y a sus hijos a permanecer en seguridad. Los equipos sanitarios de la OIM se encuentran en el sitio, listos para proveer primeros auxilios médicos y psicológicos en función de las necesidades.

Una vez que los autobuses han cruzado a Rumania, pasan por la ciudad de Husi, localizada en el noreste, donde los refugiados son recibidos por el Departamento para Situaciones de Emergencia (DSU) de Rumania, responsable de las tareas de coordinación en situaciones de crisis. 

Algunos pasan una noche o dos antes de decidir los próximos pasos a seguir o, como en el caso de Violeta, siguen su viaje a uno de los principales centros, Iași o Bucarest, desde donde pueden tomar un avión hacia algún otro lugar. Violeta y sus hijos esperan poder reunirse en breve con sus parientes en Francia. 

Violeta ha viajado desde Odessa junto a Daniel (12) y Angelina (11), además de sus dos gatas. Foto: OIM/Mónica Chiriac

Al igual que Violeta, que teme por la seguridad de sus hijos, Ina dejó a su marido y el resto de los parientes atrás y huyó de la ciudad de Mykolaiv al sur de Ucrania junto a sus hijos Yulia de 19 años y Viktor de 18.

“Los bombardeos empezaron a multiplicarse día a día”, recuerda. “Cada vez que se activaba la sirena, teníamos que correr y ocultarnos en el búnker más cercano. Así no se puede vivir”. 

Ina trabajaba como cosmetóloga en Ucrania, y logró llevarse consigo todos sus elementos de trabajo, con la esperanza de poder algún día retomar el mismo trabajo en otro lugar. 

Yulia, que estaba estudiando Economía, ahora tiene la inquietud de saber si podrá o no proseguir con sus estudios en otro lugar.

Más de 8.000 refugiados han usado el traslado por vía rápida desde su lanzamiento el 8 de marzo. Fotos: OIM/Mónica Chiriac

Si bien muchos han tomado la decisión de esperar en Moldova o Rumania con la esperanza de que la situación mejore y poder regresar pronto a sus hogares, otros por el contrario han decidido empezar desde cero en otro país, al menos por ahora.

Tras haber llegado seguros a Rumania, Ina, Yulia y Viktor se quedaron en un centro de tránsito para refugiados en Bucarest antes de embarcar en un vuelo que los llevaría a Alemania para reunirse con sus parientes. 

En tan solo cuatro semanas, más de 6.000 refugiados, entre ellos nacionales de terceros países, se han beneficiado del sistema de traslado por vía rápida. Puesto que el flujo de personas huyendo del país prosigue, se está discutiendo la posibilidad de aumentar la cantidad de traslados para que todos aquellos que buscan un lugar seguro lo encuentren.

Para personas como Ina y su familia, esto forma parte del proceso de volver a empezar en otro lugar.
 
“Tenemos la esperanza de regresar a Ucrania algún día, pero no sabemos con qué nos encontraremos”, dice. “Posiblemente tengamos que reconstruir todo desde cero”.

Yulia, junto a su madre Ina y su hermano Viktor, en Palanca; Yulia con Ina en Mykolaiv antes de la guerra. Fotos: OIM/Mónica Chiriac y otras pertenecientes al archivo familiar.

Para ayudar a los afectados por la crisis en Ucrania, la OIM ha lanzado un Llamamiento Urgente y una  página para recaudar fondos.

Si usted se ha visto afectado por la crisis y necesitara recibir apoyo, por favor no dude en llamar a alguna de las Líneas Telefónicas de Emergencia de la OIM.

Escrito por Mónica Chiriac y Ana Gnip

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